Según los reportes de la Secretaría de Salud y con todo y el avance de la vacunación en México, el país vive hoy una tercera ola de contagios de Covid19 que ya es más grave, en números, que las dos anteriores que tuvimos desde que comenzó la pandemia. Sumando los nuevos 6,506 casos del virus reportados ayer por las autoridades federales, desde que comenzó este tercer pico, hace quince días, los contagios suman ya 120 mil 248 casos activos, con lo que esta nueva ola ya es más grave y mayor a la primera que registró 69,419 casos como pico máximo el 19 de diciembre de 2020, mientras la segunda marcó 97,418 casos en enero de 2021.

Las escenas de hospitales saturados y sin camas disponibles, que ya vivimos los mexicanos en los dos picos anteriores, empiezan a repetirse hoy tanto en los hospitales e institutos de la Secretaría de Salud y de los gobiernos estatales, como en las clínicas y hospitales del ISSSTE y el IMSS, en este último de nueva cuenta con reportes sobre la escasez de medicamentos e insumos para combatir el Covid19 y denuncias de familias a las que se les pide comprar de su dinero todo lo que necesitan sus pacientes internados o intubados, desde medicamentos, oxígeno, materiales médicos; “lo único que le suministra el Seguro Social es el paracetamol y la cama, todo lo demás nos pedían a nosotros comprarlo y entregárselos para su atención”, reveló un familiar de un enfermo de Covid en la Clínica 32 del IMSS en la Ciudad de México.

Lo único que cambia entre esta ola y las anteriores es que los pacientes internados o intubados son más jóvenes: hoy la mayor parte de los pacientes críticos y los contagiados que desarrollan síntomas, tiene una edad promedio de 30 años y abundan los casos de jóvenes de entre 20 y 40 años de edad entre los pacientes que ya saturan los hospitales públicos. Entidades como la Ciudad de México, que vuelve a ser el epicentro de la pandemia con 36, 531 casos activos, después de que había bajado su incidencia de casos y su ocupación hospitalaria, el Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Veracruz, Guerrero, Tabasco, Sinaloa, Colima, Quintana Roo, Colima, Sonora, Puebla, Hidalgo, Coahuila, Durango, Guanajuato, Michoacán, Oaxaca, Nayarit, Querétaro, Zacatecas y Baja California Sur, tienen hoy más de 1 mil casos activos cada uno.

De esos estados, al menos cinco ya rebasaron el 70% de ocupación hospitalaria; el más saturado en estos momentos es Colima con 84.90% de camas ocupadas, mientras que la CDMX tiene el 75.62%, Guerrero el 73.24%, Nayarit 72.82% y Durango el 71.92% de ocupación en sus hospitales que atienden Covid. Otras 9 entidades del país tienen en estos momentos entre 50 y 70% de ocupación hospitalaria.

Lo más preocupante de todos esos datos es que la estrategia del gobierno federal y de la Secretaría de Salud no se ha movido ni un ápice, a pesar de las evidencias científicas de que la nueva variante Delta del SARS-Cov2 que hoy está contagiando, enfermando y matando a los mexicanos es mucho más contagiosa y se trasmite más rápidamente entre los mexicanos.

Mientras en el mundo alertan que “la guerra contra el Covid ha cambiado” porque según un reporte de Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos del pasado fin de semana la variante Delta “es tan contagiosa como la viruela”, en México no sólo el discurso del subsecretario López-Gatell desestima la mayor transmisibilidad de esta variante, sino que todavía el pasado 2 de julio afirmaba que “no hay evidencias científicas suficientemente robustas, de que la variante Delta sea más contagiosa” y el encargado mexicano de la pandemia también ha descartado que sea más agresiva que otras variantes del virus.

Todavía la semana pasada, el 26 de julio, el presidente López Obrador minimizaba la gravedad de esta tercera ola y en el mismo tono del discurso de su subsecretario López Gatell —el mismo que dijo al inicio de la pandemia que “el Covid19 era menos mortal que la pandemia— el mandatario nacional decía que en este tercer pico las hospitalizaciones eran más bajas: “Hay una especie de rebrote, una tercera ola de contagios, no igual, afortunadamente a la primera, sobre todo no igual a la segunda, es de menor intensidad y también menos dañina, porque tenemos menos hospitalizaciones y lo más importante de todo, menos fallecidos”.

Lo que empieza a alarmar es que a pesar del crecimiento que ya tiene esta tercera ola del Covid en México,  las autoridades federales, el presidente y sus funcionarios de Salud encargados de la pandemia, no sólo no modifican ni cambian nada de su fallida estrategia que hoy nos tiene como uno de los países más golpeados y con más muertos por esta pandemia –241 mil 034 según la cifra oficial; más de 500 mil en conteos extraoficiales– sino que para colmo vuelven a repetir el mismo error y el mismo discurso de minimizar la gravedad de la situación y, en vez de tomar acciones o medidas urgentes para disminuir los contagios que ya superan en esta tercera ola a las dos anteriores, se dedican a tratar de negar una realidad que, por esas actitudes desde el gobierno, puede agravarse.

Y si la actitud de las autoridades, sobre todo las federales vuelve a ser tan preocupante y negligente como lo ha sido en toda la pandemia, la irresponsabilidad de los ciudadanos también vuelve a prender los focos rojos, pues por todo el país se repiten escenas de mexicanos que hacen filas en restaurantes, bares, conciertos y hasta partidos de futbol, mientras en los aeropuertos de destinos turísticos como Cancún, Los Cabos y Puerto Vallarta, siguen llegado oleadas de turistas desde el extranjero a los que no se les pide ningún tipo de prueba, control o cuarentena.

Con un gobierno que minimiza y desestima este tercer pico de contagios mientras no toma ningún tipo de medida distinta a lo que ha hecho hasta ahora, una variante mucho más contagiosa y que se transmite con mayor facilidad y rapidez, y unos ciudadanos que no acaban de entender que la pandemia continúa y ya relajan las medidas sanitarias, es casi un hecho que el país se dirija a una nueva crisis con hospitales que empiezan a volver a saturarse e instituciones de Salud que, a pesar del enorme y loable esfuerzo del personal de salud e incluso de muchos de sus directivos, podrían volver a colapsar y a revivir escenas de caos, dolor y muerte que ya creíamos superadas.

NOTAS INDISCRETAS… Además de duro, aunque comedido, el reclamo que ayer le hizo  Alejandro Encinas al coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, durante un foro legislativo en el que ambos participaban, pareció algo fuera de lugar. Al subsecretario se le olvidó que los desafueros de legisladores son facultad exclusiva de la Cámara de Diputados y que, si bien la semana pasada se discutió en la Comisión Permanente la posibilidad de un periodo extraordinario para desaforar a dos diputados acusados de delitos graves, como Saúl Huerta denunciado por violación de un menor y Mauricio Toledo, acusado de corrupción, la realidad es que el Senado poco tiene que ver con ese procedimiento. Encinas pareció comprar el discurso que la semana pasada dieron algunos legisladores morenistas, como el diputado Rubén Cayetano –quien por cierto unas horas después cayó detenido en “El Torito” por no pasar el alcoholímetro–  quienes culparon a Monreal de haber operado para que esos dos desafueros no quedaran incluidos en la agenda del periodo extraordinario de la semana pasada. La realidad es que fue el coordinador morenista Ignacio Mier, quien en esa discusión del jueves 29 de julio, ingresó a las 6:30 de la tarde una reserva que proponía suprimir el tema de los desafueros en la orden del día del periodo extraordinario. Por eso ayer que Encinas se soltó con todo, aunque eso sí con un lenguaje muy moderado, reclamándole a Monreal el que no se haya incluido el desafuero de los dos diputados en el pasado periodo extraordinario, Monreal se limitó a responderle, también comedidamente, que “no le acepto su reclamo” y le aclaró que “son tiempos del Congreso y le pediría simplemente su respeto. No vamos a permitir ninguna impunidad. No se va a dar carpetazo a nadie, por eso no le acepto su reclamo, estamos haciendo nuestro trabajo y como respetamos el suyo, también quisiéramos que respetara el nuestro”. Así que parece que Encinas se equivocó de lugar y de personaje para reclamar el retraso en el desafuero de Saúl Huerta, y en el Senado no faltó quien atribuyera los reclamos del subsecretario a “los tiempos de sucesión adelantada”… Una de las lecturas políticas que algunos están haciendo del resultado de la Consulta Popular de este domingo, es que a Morena no le alcanzó su estructura , su operación y el dinero público que se gastó en promover la Consulta bajo el eslogan de “Juicio a los expresidentes” para lograr más que un 7.11% de participación de los ciudadanos, equivalente a 6 millones 663 mil 208 ciudadanos en este importante ejercicio democrático. Aunque la crítica propone comparar a la Consulta con una elección, algo que tal vez es desproporcionado y no se sostiene del todo, lo que se cuestiona es que aún con todo el esfuerzo realizado por el partido gobernante, tal parece que sin la figura y el apoyo del presidente López Obrador, que terminó apartándose y decidió ni siquiera emitir su opinión en las urnas, la fuerza de Morena mengua y no es lo mismo que cuando el presidente se mete a hacer campaña, tal y como se demostró en las pasadas elecciones. En fin, que los morenistas, sobre todo sus dirigentes, tendrán que hacer su propio análisis, realista, de por qué no pudieron concitar a más ciudadanos a que salieran a participar en la primera Consutla de democracia participativa que tenemos en México… Se baten los dados. Serpiente doble. Descendemos.