Los nombramientos de los próximos secretarios de la Defensa Nacional y de la Marina Armada de México serán los últimos que decida, de su futuro gabinete, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. La razón para dejar hasta el final tan importantes designaciones, es que no puede haber dos mandos simultáneos en ninguna estructura militar y para que no se dupliquen esos mandos, entre los titulares en funciones y los que llegarán a partir del primero de octubre, el anuncio de los nuevos jefes del Ejército y la Marina se conocerán hasta que falten unos días para el arranque del nuevo gobierno.

Entre las cúpulas militares como en los corrillos políticos y las redes sociales, se han empezado a manejar nombres de los generales que estarían en la línea sucesoria para relevar al general Luis Crescencio Sandoval, así como de almirantes que pueden sustituir al almirante Rafael Ojeda Durán. En las dos instituciones castrenses hay ya movimientos internos, promociones y golpeteos entre los grupos que apoyan e impulsan a los militares que están en posibilidades de llegar a ser titulares en el próximo gabinete presidencial.

Hasta ahora no se ubica a ningún general o almirante que tenga una relación cercana o conocida con la doctora Sheinbaum e incluso se comenta en el equipo de transición que en los nombramientos de la Sedena y la Semar, podría incidir el presidente López Obrador, quien si tiene una relación muy estrecha con las cúpulas castrenses. Y es que fue precisamente el actual mandatario quien, en 2018, al momento de escoger a sus dos secretarios de las Fuerzas Armadas, decidió modificar los mecanismos de sucesión que por casi un siglo funcionaron en las instituciones militares.

Porque en lugar de escoger de entre los 4 o 5 candidatos que le presentaron en su momento el general Salvador Cienfuegos y el almirante Vidal Soberón, el entonces presidente electo ignoró las “sugerencias” de los dos titulares del Ejército y la Marina, y optó por pedirle a su general de toda la confianza, Audomaro Martínez Zapata, que le ayudara a elegir los nombres de sus secretarios de Defensa y de la Marina. López Obrador alteró así un procedimiento no escrito, pero que funcionó durante la era de los gobiernos priistas y panistas y cortó, con su elección en 2018, los escalafones que marcaban, por trayectoria, méritos y tradiciones, qué generales o almirantes reunían los requisitos para llegar a ser titulares de las Fuerzas Armadas.

Así que a Claudia Sheinbaum le tocará decidir -tal vez tomando en cuenta la opinión o “sugerencias” de su mentor político- la segunda sucesión en las instituciones militares en la 4T, y aunque ya explicamos por qué los nombres de quienes serán sus secretarios de Defensa y de Marina se conocerán hasta el final de todos sus nombramientos, hay varios perfiles que ya se manejan en los medios y redes sociales, y cuyos nombres y menciones son también ya parte del juego y la competencia soterrada que ya tiene lugar en las dos secretarías.

Por ejemplo, para la Sedena se manejan los nombres del general Gabriel García Rincón, actual subsecretario de la Defensa y muy cercano al general Luis Crescencio; junto a él también aparece el nombre del general Ricardo Trevilla Trejo, Jefe del Estado Mayor conjunto, un experimentado militar que ya en 2018 estaba entre la terna propuesta por el general Cienfuegos. Celestino Avila Astudillo, es un comandante del Ejército que también es mencionado, al igual que el general Salvador Fernando Cervantes Loza, Director General de Ingenieros militares; el general René Trujillo Miranda, actual director del fallido AIFA, y el general Jaime González Avalos, Inspector y Contralor del Ejército y la Fuerza Aérea.

Para la Semar, se escuchan los nombres del Almirante, César Pescina Avila, nombrado subsecretario de Marina apenas el pasado mes de mayo; el almirante Guillermo Escamilla Cázares, mando de la Segunda Región Naval; el almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, actual director del Corredor Interoceánico; y el almirante, José Luis Vergara Ibarra, quien era una de las cartas que le propuso en 2018 el entonces secretario de Marina, Vidal Soberón, al presidente López Obrador.

Justo ayer, durante su gira con el presidente López Obrador el Oaxaca, la presidenta electa anunció que a partir del 1 de octubre planea proponer una reforma constitucional para que la Guardia Nacional vuelva a ser parte del Ejército mexicano y deje de ser una corporación civil, como lo establece la ley que la creo en 2019. El anuncio de Sheinbaum, si bien no sorprende, sí viene a aumentar las dudas que hay sobre qué piensa hacer la futura presidenta con su estrategia de seguridad y el papel que jugará el Ejército, pues si le devuelve la guardia a los militares, ¿qué le quedaría entonces a la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana a la que mandaría a su hombre fuerte de seguridad, Omar García Harfuch? ¿Será que el actual senador electo, a quien apodaron el “Batman” por su labor al frente de la seguridad de la CDMX, va a ser otro secretario de seguridad más de ornato, como lo han sido Alfonso Durazo y Rosa Icela Rodríguez?

Veremos si la política de Sheinbaum hacia los militares, empezando por los nombramientos de sus dos secretarios castrenses, y siguiendo por la prevalencia que hoy tienen las Fuerzas Armadas en la estrategia de seguridad, no terminan por comprometer también sus políticas para la seguridad federal, en las que la primera presidenta mexicana tiene el reto y la urgencia de cambiar la percepción de un gobierno que abrazó a los criminales, mientras perseguía a opositores y periodistas críticos. ¿Tendremos otros seis años de impunidad y protección al narco, con una guardia nuevamente militarizada y un secretario muy visible como García Harfuch dedicado solo a llevarle las minutas y las acciones normativas a los militares como lo han hecho los dos secretarios de seguridad del obradorato?

NOTAS INDISCRETAS… Más que extraño y desafortunado, por decir lo menos, resultó el activismo de la ministra Lenia Batres, a quien ayer se vio participando en una reunión partidista de Morena para explicar la controvertida reforma al Poder Judicial. El momento resultó incómodo y hasta penoso, no sólo porque Batres, siendo parte de la Suprema Corte que desaparecerá con esta reforma, se pone a explicar y a alabar sus bondades y la urgencia de llevarla a cabo, sino porque además la ministra, tal y como lo hace en cada sesión del pleno de la Corte en las que ha participado, exhibió en esas reuniones partidistas su total ignorancia sobre cómo funciona el Poder Judicial y sus estructuras profesionales, como el sistema de Carrera Judicial, de la que por cierto ella carece. Para colmo, cuando la llamada “ministra del pueblo” trataba de explicar por qué todo está mal en el actual Poder Judicial, se le aparecieron en la reunión un grupo de trabajadores de las instituciones judiciales que comenzaron a increparla por las imprecisiones y yerros en sus dichos. “¡Se llama carrera judicial!”, le gritó una mujer, cuando Lenia intentaba afirmar que “a todos los magistrados los elige el consejo de la Judicatura Federal”, mientras que otros trabajadores judiciales le gritaban “burra” y “usted es una ignorante” a la señora ministra. Al final, aunque la juzgadora de la Corte se contuvo y no se le escuchó proferir ningún insulto a los trabajadores judiciales, la pregunta que muchos se hicieron al ver los videos que circularon profusamente en redes sociales es ¿Lenia llegó a dinamitar desde adentro a la Corte y al Poder Judicial? Parece que de eso ya no hay duda… Por cierto que entre los gobernadores a los que les han tocado abucheos y rechiflas en las giras conjuntas de la transición que realizan López Obrador y Sheinbaum, ahora fue el turno del gobernador de Oaxaca, Salomón Jara. Al mandatario morenista lo recibieron con gritos de “¡Fuera, Fuera!”, sus propios paisanos en Santa Cruz Xoxocotlán, lo que habla de que no va muy bien la imagen del gobernador entre los oaxaqueños. Al pobre Salomón se le iba y venía el color de la cara ante los abucheos y muestras de rechazo en su contra no sólo frente al presidente saliente sino también ante la mandataria electa. Porque una cosa es que le griten a uno o dos gobernadores priistas en un acto del presidente, como le pasó a Manolo Jiménez y a Esteban Villegas, de Coahuila y Durango, la semana pasada, y otra muy distinta es que en un acto en el que, se supone, solo hay simpatizantes del obradorismo, abucheen al primer gobernador morenista de Oaxaca. Como diría el propio Andrés Manuel: “eso sí calienta”… Doble Escalera mandaron los dados. La semana promete.

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