Acostumbrados como nos tiene a la estridencia y la agresividad de su discurso contra el Poder Judicial Federal, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, parecía que ayer desde Veracruz, López Obrador daría una más de sus habituales diatribas contra los ministros, de las que lo definen como todo un autócrata que no respeta la división de poderes. Pero esta vez el Presidente rebasó nuestra capacidad de asombro al decir que dio instrucciones a su gabinete “de no contestarles ni el teléfono” a los miembros de la Corte, en lo que significa una especie de “ruptura” de la relación entre el Poder Ejecutivo y el Judicial.
La nueva pataleta presidencial se justificó porque, según el mandatario, la ministra presidenta Norma Piña, “y otros ministros” que no identificó por su nombre, intentaron “negociar” con su gobierno —en lo que él llamó un “enjuague”— el plazo para que se aplique el fallo de la Corte que ordenó devolver a la Guardia Nacional de la Secretaría de la Defensa a la Seguridad federal, es decir del ámbito militar al civil, contenido en los efectos de la resolución mayoritaria que tomaron el pasado martes la mayoría de los ministros que declararon “inconstitucional” la militarización del mencionado cuerpo policiaco.
—¿Quién mandó ese mensaje de que el fallo entrara en vigor después de enero de 2023? –le preguntó ayer en su mañanera una reportera al Presidente. “La presidenta y otros ministros, sí, sí sí, qué querían (que entrara en vigor después de enero) y les dije (a sus secretarios de gabinete) ni les contesten el teléfono, ni les contesten el teléfono, ah porque ayer tenía un desayuno la secretaria de Seguridad Pública con la Presidenta de la Corte, entonces cuando me enteré, les dije: ´no quiero ningún enjuague’, ya no es el tiempo de antes, porque quiero enviar la iniciativa de reforma a la Constitución, porque quiero que sea el pueblo el que decida, no puede ser que sea una élite corrupta la que decida la seguridad de la gente. Ya se acabó la política cupular, ahora el pueblo manda y nosotros estamos aquí para mandar, obedeciendo al pueblo siempre”.
López Obrador se refería al desayuno que la mañana del jueves sostuvieron, en la Sede de la Suprema Corte, la ministra Norma Piña y la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez. Según fuentes cercanas a ese encuentro, que se pactó días antes, la presidenta invitó a la funcionaria federal a desayunar para conversar con ella sobre dos temas: los efectos del fallo que ordenó desmilitarizar la Guardia Nacional y la preocupación que existe en el Poder Judicial por el plantón al que están convocando seguidores radicales del presidente y de Morena, autodenominados “Escudo AMLO-El Pueblo manda”, quienes llaman a sitiar y rodear al Palacio de Justicia Federal a partir del lunes 24 de abril y hasta el viernes 29.
En dicha convocatoria, que circula en redes sociales, se pone la imagen de la cara y el nombre y cargo de la ministra Piña junto con las consignas: “El Rostro de la corrupción” “¡Fuera corruptos y vividores!” y “Quien no ama a su Patria no ama a su madre”, mientras se invita a la gente a sumarse al sitio al edificio de la Corte federal.
En el desayuno, según nos cuentan las fuentes, la ministra recibió amable a la secretaria y le expresó su preocupación por el bloqueo a las instalaciones de la Corte. “Tememos que intenten tomarnos el edificio y que pongan en peligro al personal y obstaculicen el trabajo de los ministros”, dijo Piña, a lo que Rosa Icela ofreció cuidar que las manifestaciones no se desbordaran ni afectaran a las instalaciones judiciales, aunque dijo no poder evitar que las personas se manifiesten.
Hasta ahí todo iba bien y el dialogo era cordial, pero la situación que después molestó al Presidente —cuando seguramente la propia Rosa Icela se lo comentó— fue que la ministra Piña le comentó a la titular de Seguridad federal que al final a ella le convenía el fallo de la Corte para desmilitarizar la Guardia: “Usted será muy poderosa, porque tendrá bajo su mando a toda la corporación”, a lo que Rodríguez respondió secamente: “Eso no depende de mí, depende del Presidente, él es quien tiene el mando, no yo”. Luego vino otra pregunta de la presidenta de la Corte que incomodó también a la secretaria: “¿Qué plazo quiere usted para que entre en aplicación el fallo y el regreso de la Guardia a su secretaría?”. “Lo que marque la ley”, respondió Rosa Icela. “¿Pero usted qué plazo quiere?”, insistió la juzgadora. “El que indique la ley”, reiteró la funcionaria del gabinete.
De ahí que el Presidente interpretara ese diálogo, que conoció de primera mano, y al enterarse de eso acusara a la ministra Piña y a los “otros ministros” de querer negociar el alargamiento del plazo que ellos mismos fijaron para volver a transferir a la Guardia Nacional al ámbito civil. Y de ahí su molestia y su instrucción, extraña y bizarra, de que ningún secretario de su gobierno le conteste “ni él teléfono” a los titulares del Poder Judicial Federal, en aras de no caer en supuestos “enjuagues” que según él pueden entorpecer la presentación de su reforma constitucional, aún más bizarra y extraña, que quiere proponer un mes antes de que concluya su mandato, para insistir en que la Guardia sea militar y la coordine, opere y maneje el Ejército Mexicano.
No cabe duda que hacia el fin de su sexenio —como en un símil de lo que ocurre con algunos adultos mayores que en su vejez se vuelven cada vez más necios y difíciles— el presidente López Obrador está actuando de manera cada vez más obcecada, arbitraria e infantil y lejos de respetar su investidura (esa que tanto dice cuidar de los ataques de la oposición), está poniendo en ridículo a la institución presidencial con berrinches, pataletas y actuaciones seniles que lo llevan a desconocer el equilibrio de poderes, base fundamental de cualquier estado democrático, y a comportarse como un verdadero autócrata.
Es tal la tirria que en estos momentos le tienen a la ministra Piña y a su actuación autónoma en Palacio Nacional, que desde ahí se sugieren y se hacen señalamientos que bien podrían calificar como violencia de género, pues se afirma que “la ministra es una marioneta” y que quienes son los dueños y titiriteros tienen nombre y apellido que mencionan en la casa presidencial: “Luis Videgaray, Humberto Castillejos y Luis María Aguilar”, dicen para referirse a los dos peñistas exsecretario de Hacienda y Consejero Jurídico, respectivamente, así como al ministro expresidente de la Corte, como quienes están asesorando e influyendo en las decisiones y posiciones de la titular de la SCJN.
“Son los mareos de Norma”, comentan altos funcionarios del Palacio para descalificar a la ministra, sin darse cuenta que el que también está mareado y aún más, perdido por sus delirios de poder y sus aspiraciones de maximato, es su mismo jefe que ya perdió el respeto por todo y por todos.
NOTAS INDISCRETAS…
Lo más preocupante cada que López Obrador escala su confrontación con la Corte es que, casualidad o perversidad, siempre se activan con los desplantes del Presidente los grupos más fanatizados y radicales del morenismo, que se lanzan contra la ministra presidenta y amenazan con sitiar y poner en jaque a la Corte. ¿Será que esos grupos son espontáneos del “pueblo bueno” que no quiere a la Corte y al Poder Judicial, como dice el Presidente, o será que son los mismos radicales que despachan en Palacio Nacional, esos que le hablan todas las mañanas al oído al Presidente y que le producen, dirigen y montan el show de sus conferencias diarias, los que mandan y activan a esos grupos de fanáticos? Es pregunta… Y para documentar el optimismo sobre este choque de poderes, en la Fiscalía General de la República, concretamente en la Fiscalía Anticorrupción, se están reactivando varios expedientes abiertos en contra del ministro Luis María Aguilar. Se trata de averiguaciones sobre presuntos delitos por actos de corrupción y enriquecimiento que involucran al expresidente de la Corte y a una mujer que trabaja muy cerca de él, y a la que atribuyen un papel de “cobradora” de presuntos sobornos. Las denuncias se interpusieron cuando Arturo Zaldívar era el presidente de la Corte y, curiosamente, ahora que al ministro Aguilar le atribuyen mucha influencia con la nueva presidenta, de pronto esos expedientes están avanzando aceleradamente… Los dados mandan Serpiente Doble. Semana compleja.