Lo que sucede con la política exterior de México ya es casi un tema de esquizofrenia diplomática: por un lado el canciller Marcelo Ebrard habla de diálogo, entendimientos y acuerdos, mientras desde Palacio Nacional el presidente López Obrador y sus asesores más radicales atacan a gobiernos de otros países, descalifican a cancilleres y acusan a Parlamentos, como el de Europa, de ser “borregos y parte de una estrategia perversa del bloque corrupto para desestabilizar al proyecto de la Cuarta Transformación”.
Es como, si en el manejo de nuestras relaciones internacionales, nos hubiéramos vuelto un país bipolar, en el que los intereses y las relaciones que tenemos con otros países, incluidos nuestros principales socios comerciales, dependen más de los humores, dislates y arranques del presidente López Obrador que de una estrategia de política exterior planeada e instrumentada por el Ejecutivo y vigilada por el Poder Legislativo.
Hoy México le está mostrando al mundo dos caras: por un lado la de la reconocida e histórica diplomacia nacional, sustentada en los oficios diplomáticos de la Cancillería, en los embajadores de carrera y en la estructura del Servicio Exterior Mexicano, y por el otro el discurso político agresivo, polarizante y cero diplomático que sale desde la Presidencia de la República para referirse groseramente a otros gobiernos, a sus funcionarios y hasta a sus Parlamentos.
Para desgracia del país, lo que pesa más en términos de imagen, por provenir directamente del Jefe del Estado mexicano, son los discursos, comunicados y acusaciones estridentes que emite directamente el presidente López Obrador. Lo mismo en sus críticas a la canciller de Panamá, “que se cree la Santa Inquisición”, que en sus declaraciones sobre “los gobiernos de España que apoyaron el saqueo y el robo de sus empresas en México”, en acusaciones de “malinformados, injerencistas y financiadores de grupos de la oposición mexicana” a la Casa Blanca, y ahora sus descalificaciones a los 705 diputados del Parlamento Europeo a los que llama “borregos, desinformados y conspiradores contra su gobierno”. El impacto que tiene el mandatario mexicano es el de un terrorista que dinamita los puentes diplomáticos y afecta las relaciones exteriores del país.
¿Y DÓNDE ESTÁ EL CANCILLER?
Mientras el Presidente actúa como un niño malcriado y berrinchudo que regurgita y se ensucia sobre la política exterior, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se ve completamente rebasado y en ocasiones prácticamente ignorado por el Presidente a la hora de emitir posicionamientos, declaraciones y comunicados oficiales sobre temas internacionales.
Maniatado por sus aspiraciones presidenciales, Marcelo no atina ni se atreve a corregir y aconsejar a su jefe y a decirle que hay lenguajes, acciones y actitudes que no se puede permitir un Jefe de Estado cuando se trata de la política exterior. Pareciera que, mientras él busca tejer fino, tanto en asuntos diplomáticos como en su precampaña presidencial, Ebrard deja suelto al Presidente que de política exterior ni entiende ni le interesa, pero cuando decide meterse a los asuntos internacionales, López Obrador se convierte en un chivo en cristalería que va rompiendo todo a su paso mientras lanza patadas y berridos sin control.
En tanto el canciller se afana en lucirse en las múltiples tareas que se ha echado a cuestas, lo mismo en la opaca gestión de las vacunas, en la todavía más opaca compra de pipas para Pemex, en el desastre migratorio de Centroamérica y Estados Unidos, y muchos otros temas que llegó a acumular cuando se le veía como “el bombero de la 4T”. Hoy que el Presidente se recarga más en su paisano y “hermano” Adán Augusto López, Marcelo se mete más a la operación diplomática, pero siempre es selectivo en sus temas y batallas, lo mismo en la compleja relación con Estados Unidos que en tratar de reparar la golpeada relación con España, mientras le deja pasar al Presidente sus nombramientos políticos en las embajadas que nos representan en el mundo.
Pero un solo discurso en la mañanera del Presidente, un comunicado escrito con el hígado presidencial a bordo de un vuelo o la recomendación de un amigo acosador de la esposa del mandatario para irse de embajador, son capaces de incendiar la política exterior y dar la imagen de que no hay quien asesore, aconseje y contenga al incendiario inquilino de Palacio. Es tal el ruido que está metiendo López Obrador a la imagen de México en el exterior, que hay incluso quienes piensan que tanto dislate y berrinche en materia diplomática del Presidente, es parte de un plan político para “desgastar y reventar” a Marcelo Ebrard y sacarlo de la jugada presidencial de 2024 y así dejarle el camino libre a la consentida Claudia Sheinbaum.
Y es que hasta en eso la actitud de López Obrador parece bipolar. Apenas el miércoles pasado, en su conferencia mañanera, el Presidente se desvivió en elogios para su secretario de Relaciones Exteriores: “Bueno, Marcelo, ya los detalles él va a dar el informe. Han hecho un trabajo los diplomáticos mexicanos, incluido Marcelo, de primer orden. Es algo extraordinario lo que ha hecho el cuerpo diplomático de México en el mundo y los servidores públicos de la SRE, incluido el secretario Marcelo Ebrard, que es un profesional”.
¿Y entonces? Si tiene un secretario profesional y un cuerpo de diplomáticos de primero orden, ¿por qué el Presidente se pone a redactar, sin consultar a su canciller y con un lenguaje casi de cantina, un comunicado de respuesta al Parlamento Europeo en el que ataca y descalifica a ese órgano que representa a todo un continente y a uno de los bloques de países más poderosos con los que además México tiene acuerdos comerciales y tratados sobre respeto a los derechos humanos? ¿Será sólo por su protagonismo y bipolaridad o será que mientras en público lo elogia, por la espalda lo apuñala?
Hace algunos meses comentamos en esta columna sobre la ausencia del presidente López Obrador en los temas de política exterior, los cuales dejaba completamente en manos de Marcelo Ebrard porque a él, en su visión aldeana y primitiva del mundo, no le interesaba mucho lo que sucedía más allá de sus conferencias mañaneras y sus giras gastronómicas por la República. Entonces decíamos que la visión de AMLO sobre los temas globales se había dibujado en su frase de toma de protesta: “la mejor política exterior es la política interior”, y hoy que el Presidente decidió hacerse presente en la agenda internacional de México queda más que confirmado que el desastre de la política interior, con toda su carga de polarización, bipolaridad y visceralidad, ahora también llegó a las relaciones internacionales de México.
NOTAS INDISCRETAS…
El lunes viene otra de esas decisiones de la Suprema Corte de Justicia que serán definitivas pero al mismo tiempo definitorias. Los ministros discutirán y votarán el proyecto de sentencia de su compañero Alberto Pérez Dayán, que propone liberar a Alejandra Cuevas Morán de la cárcel, por no encontrar elementos para sostener las acusaciones en su contra de negligencia criminal en el cuidado de Federico Gertz Manero, concubino de su madre Laura Morán Servín. Lo que votarán los 11 ministros es lo mismo que alguien, comedidamente, le filtró al fiscal Alejandro Gertz Manero, que es el acusador en este caso, y es el proyecto sobre el que hablaba el funcionario cuando fue grabado ilegalmente en sus conversaciones telefónicas donde exhibía presiones y amenazas al ministro Pérez Dayán y comentarios sobre el presidente de la Corte, Arturo Zaldívar. A partir de esas conversaciones, la calidad moral y ética de Gertz Manero para seguir al frente de la FGR quedó en entredicho, por la forma en que se refiere y expresa de los procesos judiciales y de los ministros de la Corte, mientras que don Alejandro salió a decir en algunas entrevistas que todo este asunto del espionaje en su contra era parte de “una extorsión mediática criminal” para desacreditar sus investigaciones y a él mismo como fiscal. Esas declaraciones de Gertz parecían dejar entrever las iniciales JSI, que apuntan hacia un poderoso excolaborador del Presidente, como presunto responsable del mencionado espionaje. Y en medio de todo esto se dio la férrea defensa del presidente López Obrador ,que metió las manos al fuego por la honorabilidad y la honradez del Fiscal General de la República. En todo ese contexto, este lunes 14 los ministros tendrán que tomar una decisión por mayoría en la que, en términos jurídicos, le darán la razón a Gertz o liberarán a Alejandra Cuevas; pero en términos políticos los 11 ministros van a demostrar si entienden realmente que son otro Poder del Estado Mexicano y que no reciben línea y mucho menos presiones ni de otros poderes ni de fiscales que se creen intocables…Los dados mandan Escalera Doble. Bien termina la semana.