Era el 11 de marzo de 2012 y el estadio de la Ciudad de los Deportes, en la Ciudad de México, lucía repleto y preparado para que Josefina Vázquez Mota rindiera protesta como candidata presidencial del PAN a las elecciones federales de aquel año. La gente esperaba entusiasmada en las gradas, pero con el sol del medio día a plomo y la tardanza de la candidata en salir al escenario dispuesto en el centro de la cancha, el primer discurso de arranque de su campaña se opacó cuando las gradas del estadio comenzaron a vaciarse y las cámaras de televisión captaron un estadio semivacío; los panistas se habían ido para cuando empezó a hablar la candidata. Aquel fue el inicio desafortunado de la campaña de Vázquez Mota, que acabaría en tercer lugar de la elección presidencial.
Más de 11 años después, el pasado martes 24 en el mismo Estadio Azul de futbol, la escena de las gradas vacías en un evento proselitista y de campaña se repitió, pero ahora con Claudia Sheinbaum, virtual candidata presidencial de Morena. Sólo que a diferencia de lo que le pasó a la abanderada panista en 2012, en el acto de la coordinadora morenista el estadio nunca se llenó y en todo momento se vio semivacío, ni tampoco apareció nunca la candidata, que al ver que no había suficiente público en las gradas, de plano decidió no salir al escenario y el evento de plano se abortó y a los pocos asistentes que sí habían llegado se les pidió que mejor se retiraran.
La imagen del Estadio Azul siendo abandonado por los militantes morenistas que sí habían llegado a la cita circuló profusamente en redes sociales y revivió por momentos el fantasma de lo que le pasó a la panista Vázquez Mota. Tan fuerte caló la obligada cancelación del evento de Sheinbaum, que empezaron a circular todo tipo de versiones: desde un sabotaje de grupos internos morenistas que le quisieron mandar un mensaje a la futura candidata, por su apoyo al aspirante Omar García Harfuch, hasta que algunos de los dirigentes morenistas no hicieron bien su labor de llevar “invitados” (vulgo acarreados) al evento proselitista de Sheinbaum.
El caso es que, desde las 3 de la tarde, que comenzaron a llegar los primeros militantes morenistas al Estadio Azul y para las 18:30 horas, ya con media hora de retraso de la hora prevista para comenzar, el inmueble deportivo lucía a menos de la mitad de su capacidad y a los asistentes, que ya se mostraban impacientes ante la ausencia de la candidata, los comenzaron a bajar al nivel de la cancha, pero ni así se iniciaba el evento. Por primera vez desde que comenzó sus recorridos proselitistas por toda la República, Claudia Sheinbaum no se presentó al evento y tuvo que salir Mario Delgado, quien subió al templete, para pedir al público que se retirara y anunciar la cancelación oficial del encuentro.
“El día de hoy hay que reconocer que nos faltó organización. Hay mucha gente que quisiera estar aquí que no se enteró. Por eso, es un llamado de atención para todas y todos que simpatizamos, que militamos y que somos dirigentes de este movimiento para organizarnos mejor”. No tenemos derecho a fallar, necesitamos redoblar el esfuerzo de organización”, dijo un Mario Delgado que se veía evidentemente molesto y contrariado por el fracaso del que pretendía ser un evento masivo.
Y es que lo que se planeó como una “magna concentración” para demostrar el músculo de la doctora en la ciudad que gobernó y en donde se buscaba también la firma del “Acuerdo de Unidad” promovido por Sheinbaum Pardo y del que la CDMX sería la entidad numero 24 en firmarlo, terminó siendo un evento fallido que mandó una imagen de desorganización y falta de convocatoria justo en la capital del país, considerada la “cuna del movimiento lopezobradorista”. Y junto con el plantón que la doctora le dio a sus simpatizantes, tampoco se pudo cumplir la intención de apuntalar a los cinco aspirantes en el proceso interno para elegir al candidato a Jefe de Gobierno de la CDMX.
En el war room de la futura candidata presidencial, el tema ocasionó molestia y reclamos airados de la doctora para los organizadores del evento, entre los que se menciona a Sebastián Ramírez, dirigente de Morena en la CDMX, pero no fue el único responsable, pues de acuerdo con una lista interna de la campaña morenista, al que tuvo acceso este columnista, la meta era meter al Estadio Azul cerca de 28 mil personas y para ello se había repartido la responsabilidad de llevar “invitados” entre distintos personajes y figuras del partido, en total 21 encargados de garantizar una cuota de personas que variaba entre los 1,000 y los 2,000 “invitados” que debía llevar cada uno de los responsables.
De acuerdo con ese listado, en poder de esta columna, a cada “Responsable CSP” se le pidió llevar determinado número de “invitados” para completar un total de 27, 650 personas que llenarían el estadio. Por ejemplo, en Alvaro Obregón se le pidió a Eduardo Santillán llevar 1,000 invitados; de Azcapotzalco, Esthela Damián debía llevar 600; por Benito Juárez se le pidió a Martí Batres llevar 750 invitados; a Gabriel García le correspondía llevar 1,900 de la Cuauhtémoc; de Coyoacán debían ser 1,692 llevados por Carlos Castillo; de Cuajimalpa, Roberto Candia tenía que llevar 750; a Armando Quintero le correspondían 1,750 de Iztacalco; de la GAM, 1,872 con Francisco Chiguil; a Clara Brugada le pidieron llevar 1,923 de Iztapalapa; Díaz de León debía llevar 1,550 de Magdalena Contreras; de Miguel Hidalgo, 1,575 con Víctor Hugo Romo; de Milpa Alta 1,396 a Judith Vanegas; de Tláhuac 1,700 de Berenice Hernández; a Carlos Ulloa le pidieron 1,550 de Tlalpan; a Evelyn Parra 1,794 de Venustiano Carranza; y de Xochimilco 1,800 con José Carlos Acosta.
Además, como “invitados especiales” se le pidió a Alfonso Flores llevar 1,500 personas; Pedro Haces, 198; al Partido Verde, 100 y al PT, 100 más, mientras a la Organización SUMA, que coordina Teresita Ealy, 2,000 personas. De acuerdo con los informes internos del war room de Sheinbaum, muchos de los “Responsables CSP” fallaron en las cuotas mencionadas y no cumplieron con lo que se les pidió, sobre todo de las demarcaciones capitalinas a las que se atribuye el fracaso rotundo del evento que tuvo que ser cancelado.
Esperemos que, entre la molestia de Claudia Sheinbaum, y los ajustes de cuentas internos que desde ayer comenzó a hacer Mario Delgado, a la campaña de la virtual candidata morenista no le vaya a caer “la maldición del Estadio Azul”, esa que marca campañas y las termina llevando a perder.
NOTAS INDISCRETAS…
Anoche, cuando se cumplían casi 24 horas de que el huracán “Otis” devastó al Puerto de Acapulco y a 10 municipios de la Costa Chica de Guerrero, la situación seguía siendo grave en la zona urbana y en las localidades rurales afectadas. Al filo de las 8:00 pm se estimaba la llegada del presidente López Obrador al “Centro de Mando” que se estableció para coordinar las labores de rescate y reconstrucción de lo que ya era calificado por los lugareños y por las autoridades federales como una auténtica “Zona de Desastre”. La falta de aviso de una alerta por parte de las autoridades federales de Conagua y de los sistemas de Protección Civil tanto nacional como estatal, que nunca alertaron sobre el grave peligro que representaba este huracán, que ya desde la 1 de la tarde del martes había subido a Categoría 1 y se preveía que tocara tierra por la noche en Acapulco, hizo que los daños fueran mucho mayores y cuantiosos y que se tomara totalmente desprevenida a la población guerrerense y a los turistas incautos que seguían vacacionando mientras se acercaba ya el peligroso ciclón. Las escenas y testimonios difundidos por redes sociales hablaban de un megadesastre y hasta la noche de ayer Acapulco seguía sin comunicaciones, ni telefonía, ni señales de radio ni televisión por el derrumbe de antenas, y sin internet porque la fuerza del agua se llevó toda la fibra óptica que comunica al puerto. Un vocero del gobierno del Estado, que tuvo acceso a un teléfono satelital, nos decía anoche en un mensaje de audio que no se puede calcular aún la cifra de muertos, pero se habla muy preliminarmente de 18 personas, y narraba que el 80% de los postes de energía eléctrica se derrumbaron y la mayoría de las colonias del puerto están inundadas y con pérdidas totales en viviendas y enseres domésticos. Los grandes hoteles de las distintas zonas de Acapulco, incluida la Diamante, lucían desmantelados y con daños cuantiosos, mientras muchos turistas seguían varados y sin poder salir del Puerto por los daños a la Autopista del Sol. Veremos si hoy el gobierno federal, ya con la presencia del Presidente y de su gabinete de seguridad que ayer finalmente pudo llegar después de casi 12 horas que les llevó lograrlo, dan más información sobre los daños y la situación de la población acapulqueña, y también como se va a enfrentar una tragedia de estas dimensiones que claramente pudo prevenirse, con la información meteorológica disponible y con una evacuación a tiempo de las instalaciones turísticas y habitacionales. Por lo pronto, ayer la UNAM se adelantó y con mucha más capacidad de reacción que la que mostraron los gobiernos federal y estatal, que se vieron lentos y negligentes en la prevención, instaló un Centro de Acopio para mandar ayuda a los guerrerenses en las instalaciones del Estadio de CU. Nos surgen por ahora dos preguntas: ¿alguien asumirá la responsabilidad de la tragedia? y ¿de dónde saldrán los recursos para ayudar a la recuperación de Acapulco?, tras la genial idea de este gobierno de desaparecer el FONDEN, un instrumento que siempre funcionó correctamente para ayudar a las poblaciones que sufren desastres de cualquier tipo…Capicúa de los dados. Relanzamos el tiro.