Mientras en Washington ayer la Comisión Interamericana de Derechos Humanos inició sus audiencias para revisar las impugnaciones contra la reforma judicial mexicana, aquí en el país la implementación de dicha reforma, que tiene su paso más importante en la elección de jueces, magistrados y ministros para el 1 de junio de 2025, se encuentra, literalmente, entrampada. Cientos de amparos judiciales entregados al INE para que frene la organización de esos comicios, y un regateo y escasez de recursos presupuestales para llevarlos a cabo, mantienen en vilo el avance del “nuevo Poder Judicial” impulsado por la 4T.

Los consejeros electorales del INE se han negado a avanzar en la planeación y organización de las votaciones judiciales, porque siguen vigentes las 208 órdenes de jueces federales que, atendiendo solicitudes de amparo de ciudadanos y organismos civiles, les impiden a los funcionarios electorales realizar acciones o preparativos para las elecciones de juzgadores federales, so pena de incurrir en un desacato a una orden judicial. Eso ha hecho que los trabajos de preparación para dichas elecciones se mantengan en pausa, a pesar de las presiones de la Presidencia de la República y del Poder Legislativo que le exigen a los consejeros del órgano electoral ignorar los mandamientos judiciales.

Y a pesar de que la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, insiste y presiona también a sus pares del Consejo General —porque a ella a su vez la presionan desde el gobierno federal y el Congreso— los consejeros se niegan a proceder mientras estén vigentes las suspensiones de los jueces federales, porque ellos podrían ser acusados por el delito de desacato a una orden judicial y se harían acreedores a multas, por lo que ni siquiera han instalado la Comisión Especial dentro del instituto que se encargará de organizar y coordinar las elecciones judiciales, aún cuando la Constitución reformada dice que el proceso electoral inició oficialmente desde el pasado 23 de septiembre.

Para colmo, algo que también tiene entrampada la reforma judicial y sus elecciones por voto popular, es la incertidumbre sobre si el Congreso de la Unión y la Secretaría de Hacienda le otorgarán al INE el presupuesto solicitado de 13 mil 205 millones de pesos para la organización de las votaciones federales. El cuestionamiento tan fuerte que hizo la presidenta Claudia Sheinbaum a la cantidad presupuestal que piden los consejeros electorales para la elección de 881 cargos, entre ministros, magistrados y jueces, sumado a las críticas de la presidenta de Morena, Luisa María Alcalde, ha aumentado la desconfianza y la inseguridad de que existan recursos públicos suficientes para poder organizar dichas votaciones para el 1 de junio de 2025.

El regateo que han iniciado desde el gobierno y su partido para obtener “una rebaja” en el presupuesto que necesita el INE para organizar las elecciones judiciales es algo que complica, todavía más, la planeación y organización de estos comicios en los que se deberán instalar 170 mil casillas de votación –similar a las que se instalan en una elección presidencial— y se tendrán que diseñar, imprimir y entregar al menos seis boletas a cada votante, lo que dispara el costo de la elección.

“No es un asunto de que nosotros queramos pedir mucho dinero o de que nos presionen y exijan que la elección cueste menos. Es un tema de costos y precios reales para los materiales, los capacitadores y toda la logística tan compleja que lleva una elección que será aún más grande que la presidencial de 2024. No estamos en un tianguis para que nos regateen un presupuesto que se hizo con criterios técnicos, de eficiencia y de transparencia electoral. Si ellos querían elecciones judiciales, tienen que asumir el costo que estas tienen”, comentó a esta columna un integrante del Consejo General del INE que pidió el anonimato.

Ayer por la tarde se llevó a cabo la reunión del Consejo del INE para escuchar la resolución de la Dirección Jurídica del instituto sobre si deben recurrir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación o al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para que sean esas instancias quienes les indiquen si pueden o no continuar con la organización del proceso electoral del 2025, sin incurrir en un delito de desacato por las 208 órdenes judiciales recibidas, de las cuales al menos tres son suspensión definitivas, que les ordenan no seguir con ninguna actividad rumbo a los comicios del 1 de junio próximo.

Así que mientras la CIDH comenzó a analizar la controvertida y polémica reforma judicial, a petición de ciudadanos mexicanos que acusan violaciones graves de derechos humanos por esos cambios constitucionales, acá la tan cacareada y celebrada “reforma mandatada por el pueblo” sigue entrampada entre amparos judiciales y regateo de los escasos recursos presupuestales que tendrán el gobierno y el país para el 2025. Dice un dicho popular que “el que quiera azul celeste, que le cueste”, y al parecer Morena, Sheinbaum y el que se fue a Palenque quieren mucha democracia y voto popular, pero no les gusta pagar el costo millonario que eso tiene.

NOTAS INDISCRETAS…

Anoche en el Senado de la República se escribía otra página más de vergüenza e ignominia por parte de la mayoría de Morena. De manera inexplicable, sin argumentos ni razones, los morenistas y sus aliados impulsaban la reelección de Rosario Piedra Ibarra, la peor presidenta que haya tenido la Comisión Nacional de Derechos Humanos en sus 34 años de historia, y la mujer que partidizó y neutralizó al organismo encargado de defender y castigar los abusos, omisiones y violaciones de derechos del Estado mexicano. A falta de argumentos sensatos, porque ellos mismos aceptaron que Piedra Ibarra fue de las peores evaluadas por la Comisión Legislativa que calificó a las aspirantes a la CNDH y ellos mismos escucharon cómo 13 de 14 colectivos y organizaciones defensoras de derechos humanos en México se pronunciaron en el Senado en contra de la reelección de la señora Piedra “por su sesgo partidista”, el coordinador de Morena, Adán Augusto López, y el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, aducían una “razón de Estado” para reelegir a la nefasta presidenta de dicha Comisión. En realidad dicen morenistas que no querían votar por Piedra pero que fueron obligados, la supuesta “razón de Estado” es una imposición del expresidente que ahora vive custodiado y resguardado en Palenque, quien habría operado a través de sus testaferros en el Senado para exigir que se reeligiera a la señora Piedra, la misma que se confesó públicamente como su “admiradora y seguidora fiel”. Y como en este país gobierna la Presidenta pero manda el de Palenque, a los integrantes de la bancada morenista se les obligó, estuvieran de acuerdo o no, a votar por la ignominiosa reelección y a desechar dos perfiles mucho más profesionales y serios, el de Nashieli Ramírez y el de Paulina Hernández Diz, para dejar que continúe el nefasto desastre y la partidización e inoperancia que llevó la señora Piedra en sus cinco años al frente de la CNDH. Todo lo demás, incluido el debate sobre si el voto de los senadores debía ser libre y secreto o los jaloneos infantiles entre senadoras porque la oposición metió al recinto una mampara electoral, como las que se usan en las elecciones del INE, para que ahí se pudiera emitir el voto de manera libre y secreta, fue solo parte del show legislativo. La decisión estaba tomada desde el lunes y se consumó el martes al mediodía, cuando a las 2 de la tarde se vio llegar a Rosario Piedra Ibarra al Senado, se le instaló en un privado, y desde ahí la señora solo esperaba a que se consumara la ignominia de su reelección por la obra y gracia de “la razón del dedo”, ese que se fue a Palenque, pero que sigue operando en el Senado a través de su paisano, cada vez más autoritario y soberbio. Total a este gobierno y a este nuevo régimen los derechos humanos se los pasan por el arco del triunfo y solo los usan como slogan de campaña o para los discursos de tomas de posesión…Después de la “bienvenida” que le dio la presidenta Sheinbaum, que confirmó el lunes que lo suyo lo suyo no es la civilidad política y se le da más bien la confrontación y la polarización, el nuevo dirigente del PAN, Jorge Romero, recibirá este miércoles su constancia de ganador de la pasada elección interna del panismo. Romero ya entendió que con este gobierno ser civilizados y proponer diálogo no funciona, por la sencilla razón de que, en su soberbia de ser mayorías y poco demócratas o ser más bien autoritarios, ni quieren ni necesitan dialogar con los opositores, a los que desprecian e ignoran. Así que el nuevo líder panista, que fue al mismo tiempo atacado y elevado por la mismísima presidenta de la República, ya tiene el estatus para cuestionar a la doctora y a sus decisiones de gobierno y si encuentra una mejor y más efectiva forma de hacerlo, que la torpeza que caracterizó a su antecesor Marko Cortés, sin duda podría aprovechar y catapultarse como el principal líder de oposición en el país. Para eso Jorge Romero tiene primero que despertar a la militancia panista que ha perdido su motivación y la mística de lucha como oposición que algún día tuvieron y que los llevaron, después de más de 60 años, a gobernar el país por dos sexenios consecutivos. Y recuperar ese espíritu de lucha del panismo pasa necesariamente por rescatar la unidad, acabar con el sectarismo y demostrar que él no será el dirigente de un grupo o facción sino de todos los militantes. Si logra eso y al mismo tiempo puede poner en marcha una estrategia política frente al gobierno de Claudia Sheinbaum que no se base sólo en la confrontación vacía o superficial, sino en construir una oposición sólida y con propuestas atractivas para los mexicanos, Romero podría ser el dirigente que reviva al panismo y lo saque de la larga noche oscura en la que lo metió el anayismo. Para darle la batalla al oficialismo y a sus mayorías contundentes y autoritarias se requerirá algo más que carisma o buenos discursos. Se requerirá inteligencia, estrategia y mucho trabajo de tierra, algo que en el PAN y en general en la minimizada oposición mexicana se olvidaron de entender y practicar desde que se durmieron en las mieles de poder, la corrupción y el olvido de las causas populares. ¿Tendrá todo eso el joven y flamante dirigente del PAN que hoy comienza a liderar a ese partido?...Ruedan los dados. Repitieron las Serpientes. Sigue la caída.

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