Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador le sugirió a su partido que dejaran de pelearse por la dirigencia nacional y que utilizaran el método de las encuestas para definir quién debía ser el nuevo presidente de Morena, la “sugerencia” fue tomada, literalmente, como una orden, como la “línea” que durante los últimos meses el líder real del partido gobernante no había querido dar, al decidir ausentarse de la vida y las decisiones internas de su partido.

Con su “recomendación”, que fue acatada de inmediato como método oficial para definir quién dirigirá los destinos del partido oficial con miras a las elecciones intermedias de 2021, López Obrador buscaba dos efectos específicos: el primero, poner orden ante el desgarriate y las pugnas desatadas entre grupos morenistas por la sucesión partidista; y el segundo, cortar de tajo y neutralizar una operación puesta en marcha, desde su gabinete, para que la estructura de “servidores de la nación”, los delegados estatales de Programas federales y hasta el “Censo del Bienestar” con un millón de beneficiarios de programas sociales, se pusieran al servicio de una de las candidatas a la dirigencia nacional, según denuncia que otros aspirantes hicieron en contra de Gabriel García Hernández, coordinador de Programas de la Presidencia, a quien acusaron de “dar línea” a los superdelegados para apoyar a Bertha Luján.

Como el presidente no quería denuncias de uso de recursos públicos en la contienda interna de Morena, justo cuando él mismo impulsó y apoyó la ley que castiga con cárcel a quien desvíe programas y fondos gubernamentales en elecciones, tenía que ser congruente y no exponerse a que fueran los de su partido quienes violentaran esa ley y se expusieran a las sanciones. Por eso optó por el mismo método que a él le ha funcionado muy bien desde que fundó y dirigió Morena, cuando empezó a definir candidaturas por medio de encuestas —aunque no sin algunas inconformidades y divisiones— e incluso desde antes, cuando en 2012 su segunda candidatura presidencial por el PRD se decidió también con base en las encuestas que arrojaron un empate entre él y Marcelo Ebrard en los tres sondeos levantados, que al final se definió a su favor con el gesto del entonces Jefe de Gobierno capitalino de hacerse a un lado para dejarle la candidatura.

El tema es que, al decidirse por las encuestas, en Morena casi automáticamente se inclinó la balanza a favor de uno de los candidatos, el diputado Mario Delgado, que es, al menos en el arranque, el aspirante más conocido y por lo tanto el que aparece con ventaja en los primeros sondeos que han comenzado a levantarse por parte de diversas casas encuestadoras. La única que se acerca al nivel de conocimiento de Delgado es la actual dirigente nacional Yeidckol Polenvsky que es la segunda más conocida y que buscaría continuar por otro periodo en la presidencia morenista, a partir del argumento de que ella nunca fue electa como presidenta, sino como secretaria general que terminó haciendo las funciones de la presidencia, aunque de cualquier modo los estatutos de Morena permiten la reelección en el cargo.

Pero la que sí se vio afectada, al menos de inicio, por el método de las encuestas, es Bertha Luján, actual presidenta del Consejo Nacional de Morena, y a quien muchos ubicaban como “la más cercana” a los ánimos del presidente López Obrador. Luján es la menos conocida de todos los aspirantes porque que en su trayectoria solo aparece como excontralora del gobierno capitalino en el sexenio de López Obrador; incluso antes que Luján aparece Alejandro Rojas Díaz Durán el senador suplente que también busca la dirigencia.

La ventaja preliminar que mantiene Mario Delgado significa políticamente que los grupos más moderados podrían avanzar en el control de Morena, por la cercanía que el actual presidente de la Junta de Coordinación Política de San Lázaro mantiene con el canciller Marcelo Ebrard y su ya conocida alianza también con el líder de la mayoría en el Senado, Ricardo Monreal. Por ahora los grupos más “duros” del morenismo, que se dividen entre Bertha Luján y Yeidckol Polenvsky, inician la carrera en ligera desventaja en las encuestas, aunque falta todavía que se emita la convocatoria que haga oficial el método estatutario por el que se resolverá la elección interna del partido gobernante.

Así que queda mes y medio para que los aspirantes, una vez que inicie formalmente el proceso, se muevan para tratar de crecer en las encuestas y convertirse en el más popular o conocido para de ese modo ganar la presidencia del partido gobernante, con miras a los dos retos principales que enfrenta en este momento Morena: ganar el estratégico 2021 y ratificar su hegemonía política en el Congreso y en las gubernaturas, y lograr institucionalizar y civilizar su movimiento, antes de que las pugnas y pleitos de poder entre sus grupos dinamiten al partido gobernante y éste “se eche a perder”, con la amenaza de renuncia que ya les hizo públicamente el presidente López Obrador.

NOTAS INDISCRETAS…

Aunque ayer fue superado y los dos dialogaron en la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, el primer roce entre la nueva presidenta de la Mesa Directiva, la panista Laura Rojas, y el líder de la mayoría morenista, Mario Delgado, dejó en claro que el actual periodo de sesiones, con toda su carga legislativa y del Presupuesto, será de tensiones en San Lázaro. Y es que, ante las protestas de la CNTE, que amenazaba con tomar el recinto por la votación de la reforma educativa, la presidenta Rojas no quiso correr riesgos y mandó sendos oficios a la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y al secretario de Seguridad Federal, Alfonso Durazo, en los que claramente les pedía en la redacción montar un “operativo de seguridad” para evitar que las protestas de grupos impidieran el acceso de los diputados y trabajadores y pusieran en riesgo su integridad o el trabajo legislativo. El problema vino cuando Mario Delgado pidió “prudencia” a doña Laura y le dijo que más que pensar en “reprimir o criminalizar las protestas, había que dialogar” con los grupos que se manifestaban en San Lázaro, en alusión a la CNTE. Ahí fue cuando la diputada presidenta se resbaló porque salió a decir que ella no habló de “criminalizar ninguna protesta” y que lo único que pidió a las autoridades capitalinas y federales fue un “operativo de vialidad” para garantizar los accesos al recinto legislativo. Sólo que Laura Rojas no contó con que los oficios que envió a los dos aludidos se harían públicos junto con la redacción en la que claramente pide montar “operativos de seguridad” y no de “vialidad”. En fin, que la legislatura apenas empieza… Para ser “ocurrencia” la del diputado local de Tabasco, Charly Valentino, es muy ocurrente. Ayer pidió en la tribuna del Congreso local que se modifique la Constitución en su artículo 86 “para cambiar el sufragio efectivo no reelección, por el sufragio efectivo sí reelección” porque según el legislador morenista, “el pueblo quiere que el presidente Andrés Manuel López Obrador se reelija por otros seis años”. Es más, el mismo diputado que llamó “coronilla” a la Corona Española y que se lamentó de que nos hayan conquistado una bola de “corruptos” como llamó a los españoles en medio del debate sobre la petición de disculpas por la conquista que el gobierno lopezobradorista pedía de la casa Real Española, dijo que “si López Obrador no quisiera reelegirse, entonces no se lo pedimos, se lo suplicamos”. ¡Ah, qué paisano tan ocurrente le salió al presidente!… Hoy en el Senado de la República inician los foros sobre el uso legal de la cannabis y el cáñamo, en el que los senadores recibirán las ponencias de varios expertos en el tema no sólo de la legalización de la marihuana con fines medicinales y lúdicos sino de toda la industria y los múltiples usos y productos que se pueden obtener a partir de la industrialización de la planta. Los foros, que son parte del ejercicio de parlamento abierto, servirán para que los senadores entiendan que, más allá del uso de la marihuana como droga, hay todo un potencial como industria y cultivo ecológico que México tiene que aprovechar para generar empleos, producción y una derrama económica que se calcula en miles de millones de dólares, incluso de impuestos para la Hacienda pública, como ya lo están haciendo otros países, que ni siquiera tienen las ventajas de clima y de historia en el cultivo de la marihuana que tiene nuestro país.

Veremos si ya se superan estigmas y tabúes y se abre la mente de los legisladores a un tema medicinal que demandan urgentemente 40 millones de pacientes con dolor en México, contra apenas 8 millones de adictos a la marihuana, eso por no hablar de los enormes usos industriales de la cannabis… Los dados mandan Escalera. Buena racha.

sgarciasoto@hotmail.com

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