El expoderoso consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, ha vuelto a hacer política, luego de haber cerrado los dos frentes políticos que le ocasionaron problemas y lo metieron incluso en acusaciones y procesos judiciales. Por instrucciones del presidente López Obrador, el secretario de Gobernación operó para que, en su despacho del Palacio de Bucareli, Scherer se sentara, en reuniones por separado, primero con el fiscal Alejandro Gertz Manero, y luego con la senadora y extitular de Segob, Olga Sánchez Cordero, para terminar con los enfrentamientos, pleitos y pasiones que llevaron a esos personajes a una confrontación que hizo ver las profundas divisiones que imperan en la 4T.
Como resultado de esos arreglos políticos, que según cuentan fuentes directas, no fueron nada fáciles, Scherer retiró y se desistió de sus denuncias en contra del fiscal Gertz Manero por los delitos de tráfico de influencias, coalición de servidores públicos y asociación delictuosa, en la que también acusaba al fiscal de Control, Juan Ramos López, a Adriana Campos López, Fiscal Especializada en Asuntos Internos y a la Fiscal Investigadora, María Eugenia Castañón Osorio.
El pasado 14 de agosto, los abogados del exconsejero jurídico informaron a la FGR que “no es de su interés” seguir con la querella legal que interpuso contra todos esos funcionarios el 22 de abril pasado y sin dar mayores argumentos, retiró la denuncia grupal en la que acusaba que Gertz y sus colaboradores “utilizaron su poder y sus cargos para convertir a la Fiscalía General de la República en un aparato público que únicamente ha funcionado y funciona para ejecutar venganzas personales de su titular, valiéndose de lo más fuerte que puede tener el Estado, que es el poder punitivo de dicha institución para poder saciar dichas vendettas”.
En ambos casos, tanto su pleito con Gertz como con Sánchez Cordero, el compromiso que hicieron ante el secretario de Gobernación todos los actores involucrados fue parar cualquier tipo de acción, señalamiento o acusación que se hubieran hecho entre ellos. Por eso, Gertz Manero desactivó finalmente el criterio de oportunidad que había ofrecido al abogado Juan Collado, a cambio de la acusación que hizo en contra de los cuatro abogados, Juan Antonio Araujo Rivapalacio, César Omar González Hernández, David Gómez Arnau e Issac Pérez Rodríguez por lavado de dinero y extorsión. Ya en dos ocasiones dos jueces distintos habían desestimado las pruebas de la FGR y, en el segundo intento de judicializar las denuncias de Collado, el pasado 18 de mayo, el juez Jesús Delgadillo Padierna, de plano acusó en la audiencia que la Fiscalía realizó “una imputación ficticia” y que “actúa por venganza”, lo que provocó la ira de la FGR en un comunicado donde cuestionó al juzgador.
El único que se quedó bailando solo y en la cárcel, tras el arreglo entre Scherer y Gertz, fue el abogado Juan Collado y sus hermanos, a quienes la Fiscalía sólo los utilizó para tratar de acusar al exconsejero jurídico. Como no pudieron integrar un caso sólido y luego vino la negociación política entre el fiscal y el abogado, a Collado lo dejaron en prisión y con el desgaste de haber realizado acusaciones de extorsión que, aunque él y su familia siguen sosteniendo que fueron ciertas y que tienen pruebas, no le sirvieron para lograr su objetivo de salir de la cárcel.
Mientras tanto, ya sin los pleitos y denuncias que lo pusieron en el ojo del huracán —aunque aún está pendiente qué va a pasar con las denuncias de Hacienda y de la Auditoría Superior de la Federación por los desvíos millonarios en Segalmex, donde aparece mencionado Bernardo Fernández Sánchez su yerno, por varios contratos irregulares en Liconsa— Julio Scherer Ibarra ha recuperado su papel de operador político, pero ya no para el presidente sino para su amiga la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, a quien el exconsejero jurídico le organiza reuniones y apoyos de empresarios y personajes políticos.
Scherer no recuperó la cercanía y la confianza que tenía con López Obrador, aunque sigue siendo su amigo, pero al final el ex consejero Jurídico ya ve a futuro y su relación con Sheinbaum, que ya existía desde que despachaba en Palacio Nacional, se ha fortalecido al grado de que hoy se le ve como uno de sus más cercanos operadores políticos y financieros.
Alguna vez Scherer Ibarra comentó que él ayudó a López Obrador siempre como amigo y que lo apoyó en todas sus campañas, incluida la del triunfo en 2018, sin pensar en ocupar un cargo en el gobierno; incluso decía que cuando el tabasqueño, ya como presidente electo, le ofreció ser parte de su staff más cercano, él se negó y le ofrecía “ayudarte desde afuera”. Al final, decía, tuvo que ceder presionado por su amigo el presidente y se llegó a convertir, en los primeros tres años de gobierno, en el hombre fuerte, operador y de todas las confianzas de López Obrador que acumuló un poder que recordaba a personajes de otras presidencias como José Córdoba Montoya, Juan Camilo Mouriño, Emilio Gamboa o Liébano Sáenz. ¿Será que esa historia se repetiría si Sheinbaum llegara a la Presidencia?
NOTAS INDISCRETAS… A propósito de Collado, que se quedó olvidado en la cárcel mientras los políticos para los que se prestó arreglaron sus pleitos, cuentan que el abogado ha sufrido, entre el encierro y las enfermedades, una transformación religiosa y que se ha vuelto un lector asiduo de la Biblia, de la cual ya se sabe y recita pasajes completos, salmos, versículos y citas completas del Nuevo y el Viejo Testamento. Además, por azares del destino y del sistema judicial, Collado se acaba de encontrar en la cárcel con un viejo amigo: el exprocurador General de la República, Jesús Murillo Karam, quien le tocó como vecino de celda en el área de ingreso del Reclusorio Norte. Según fuentes familiares, los dos internos conviven diariamente e incluso han organizado reuniones, en día de visita, con sus respectivas familias para convivir. Eso sí, a esas reuniones no es invitado el otro reo de alto perfil que se encuentra en esa cárcel, el exgobernador de Veracruz, César Duarte… El lunes en Toluca, en el acto del Quinto Informe de Gobierno de Alfredo del Mazo, se vio llegar al diputado Enrique Vargas que estaba invitado a la ceremonia; pero extrañamente, así como llegó de pronto se salió molesto del Palacio de Gobierno. Resulta que al también aspirante panista a la gubernatura del Estado de México no le gustó el lugar que le habían asignado en la segunda o tercera fila, mientras otros personajes de los poderes locales estaban situados en primera fila. Vargas sintió el tema como un desaire y así como llegó se fue del edificio de gobierno antes de que empezara el discurso del gobernador… Los dados mandan Escalera. Mejora el tiro.