La molestia en Palacio por no alcanzar los votos necesarios para formar la mayoría calificada en la Cámara de Diputados continúa, pero lejos de dirigirse a los de casa, como el coordinador de Morena en San Lázaro, Ignacio Mier o su jefe, el dirigente nacional Mario Delgado, que fueron incapaces de convencer a los priistas de darle su voto, los coletazos de la Presidencia de la República están apuntando a los opositores que se negaron a darle los votos que le faltaban y algunos de sus aliados del PVEM a los que culpan de no haber operado con sus amigos del PRI para conseguir los 55 votos que se necesitaban para apoyar la fallida “Ley Bartlett”.
La furia del inquilino de Palacio Nacional se está dirigiendo particularmente a dos personajes: por un lado al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, a quien acusan de no haber cedido a las peticiones de apoyo que le hicieron directamente del Palacio Nacional, y al coordinador de los senadores del PVEM, Manuel Velasco Coello, a quien según comentan a esta columna, le habían encomendado la labor de convencer a su compadre “Alito” para que cediera los votos necesarios para aprobar la Reforma Eléctrica. Curiosamente la molestia no es contra el coordinador de los diputados del PRI, Rubén Moreira, y sí contra el diputado y dirigente de su partido.
Y ayer comenzaron a sentirse los efectos de los coletazos de la 4T cuando en distintos medios aparecieron notas con presuntas investigaciones y expedientes en contra tanto de Velasco Coello, como de Moreno Cárdenas, todos relacionados con su actividad como gobernadores de Chiapas y Campeche, respectivamente. En el caso de Manuel Velasco, ayer se filtró un expediente sobre un presunto desvío de 1 mil millones de pesos, a pesar de ser un aliado incondicional de Morena y del presidente y de que es sabido que apoyó a López Obrador y a su partido para que prácticamente arrasaran en los comicios de 2018 en Chiapas.
En cuanto al líder priista, se habla de una denuncia de junio de 2021 interpuesta en su contra ante el SAT, en la que lo acusan de haber desviado 59 millones de pesos del erario de Campeche a través de empresas fantasma. La demanda fue presentada por la ciudadana Teresita Cervantes Pérez y en ella se menciona también a Christian Mishel Castro, sobrino del exgobernador y excandidato al gobierno de Campeche, ademas de América del Carmen Azar, exsecretaria de Finanzas del estado como parte de las operaciones de presuntos contratos simulados de obra pública, arrendamiento y adquisición con empresas listadas en el apartado 69-B del Código Fiscal federal.
Según comentan en Palacio, en ambos casos la búsqueda, reactivación y filtración de expedientes les fue encargada directamente a dos mujeres leales al presidente: la directora del SAT, Raquel Buen Rostro, y la fiscal Anticorrupción de la FGR, María de la Luz Mijangos, en el plano federal, aunque también podrían sumarse a esta ofensiva los gobernadores morenistas de Chiapas y Campeche, Rutilio Escandón y Layda Sansores, quienes podrían aportar información desde sus estados en contra de sus antecesores.
La paradoja ahora que la bestia encolerizada de la 4T da coletazos es que el presidente no les exige ni les reclama a sus operadores de casa como Mier y Delgado resultados, pero sí a los aliados y opositores que en algún momento incluso llegaron a estar tan cerca de él que hasta los acusaron de vendidos. Es el caso de Alejandro Moreno, a quien la cercanía que llegó a tener con López Obrador le valió entre los priistas el mote de “Amlito”, e incluso en la elección de Campeche en 2021, de no haber sido porque Moreno sostuvo hasta el final a su sobrino Christian Mishel como candidato, la morenista Layda Sansores hubiera sido arrasada literalmente por el candidato de MC, Eliseo Fernández, a quien apenas le sacó una diferencia mínima de votos.
De Manuel Velasco la relación con López Obrador viene desde antes de que ganara la Presidencia, por la amistad que el tabasqueño tuvo con su abuelo Fernando Coello Pedrero, fallecido en 2020; hay incluso versiones no confirmadas que apuntan a que parte del financiamiento en efectivo que recibían los hermanos del presidente López Obrador, Pío y Martín, de parte de David León, tenía su origen en el estado del sureste mexicano.
Es comprensible que en Morena y en la Presidencia estén molestos por la que fue su primera derrota mayor en el Congreso, en un tema como la estatización eléctrica que es y ha sido bandera ideológica del presidente López Obrador y en donde muchos ven, además de la convicción del tabasqueño, la mano perversa del director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz. Pero que su molestia y su frustración la desahoguen utilizando los recursos del estado para perseguir opositores y hasta aliados por no haber podido reunir una mayoría calificada, parece más un tema de pasiones y venganzas que un tema de Estado.
Sobre todo porque, de haber elementos en contra de los personajes mencionados, que terminaron sus gubernaturas en 2018 y 2019 respectivamente, la pregunta es por qué durante cuatro años nunca los investigaron o acusaron y por qué ahora sí lo hacen. Y ahí, entre las lealtades al presidente, también hay ambiciones e intereses personales y políticas como la de la fiscal Anticorrupción, María de la Luz Mijangos, quien desde hace meses es señalada de estar buscando sustituir al cuestionado fiscal Alejandro Gertz Manero. Y ahora que a Gertz lo denunció Julio Scherer por tráfico de influencias justo ante la Fiscalía Anticorrupción, y que además le llegan los temas de Manuel Velasco y Alejandro Moreno, ¿qué estaría dispuesta a hacer la señora fiscal con tal de complacer a quien puede promoverla como una posible sustituta en la FGR?
NOTAS INDISCRETAS…
En medio de los nuevos ataques de Donald Trump, que entre su campaña y la sentencia de un Juez de Nueva York anda nervioso y acelerado, anoche se circularon desde portales de internet la noticia de una supuesta “renuncia inminente” del canciller Marcelo Ebrard. Fuentes cercanas al titular de la SRE desmintieron la especie y la atribuyeron “a ataques y una campaña” de los críticos y detractores de Ebrard. Ayer lunes, durante la reunión de gabinete, el presidente López Obrador “saludó muy bien a Marcelo y hasta lo invitó a que lo acompañe en la visita que realizará hoy martes el presidente a la réplica de la Capilla Sixtina” que se ubica en la plancha del Zócalo capitalino, comentó un colaborador cercano. A esa visita, por cierto, AMLO fue invitado por Claudia Sheinbaum y éste invitó a Marcelo Ebrard. Como para que quede claro su comentario de la semana pasada en donde el presidente dijo claramente que ya no sólo tiene una, sino “dos corcholatas” favoritas para la sucesión presidencial. Es decir, que López Obrador, seguro al ver que su pupila favorita no creció lo suficiente, ya dijo que también Marcelo es su gallo, por aquello de que Claudia siga sin crecerle. Y si lo está ya considerando abiertamente para 2024, ¿cómo por qué le pediría su renuncia en este momento?, se preguntan en la Cancillería… Por cierto que, de la reunión directa en la Casa Blanca, presuntamente ocurrida el 5 de junio de 2019 y que refiere Trump, el canciller Marcelo Ebrard nunca mencionó ese encuentro en el informe que por aquellos días les dirigió a los presidentes de la Mesa Directiva y de la Junta de Coordinación Política del Senado. En su larga relatoría de 10 cuartillas, Marcelo solo refiere varias reuniones “de alto nivel” que comenzaron el 5 de junio con un encuentro en la Casa Blanca con el vicepresidente Mike Pence , con el secretario de Estado Mike Pompeo y con funcionarios de la embajada estadounidense en México, pero nunca habla de haberse encontrado personalmente con el presidente Donald Trump en la oficina oval. Ayer la periodista Dolia Estevez, corresponsal en Washington, asegura en su cuenta de Twitter que “Sí hubo reunión a solas de Marcelo Ebrard con Trump en la Casa Blanca el 05/06/2019", tras la cual Trump empezó a referirse a Ebrard como ”Marcelo”. ¿Entonces, existió o no el encuentro privado con el entonces presidente de Estados Unidos y por qué nunca lo reportó públicamente Marcelo Ebrard?... Los dados mandan Escalera. Mejora el tiro.