Este lunes 30 de septiembre será el último día que pase, como presidente formal de la República, Andrés Manuel López Obrador. Habrán transcurrido hasta hoy 2,119 días y 5.8 años desde que el tabasqueño tomó posesión aquel primero de diciembre de 2018. Vendrán obligadamente los balances y las revisiones de lo que fue el sexenio más corto del presidencialismo de la era reciente, pero quizás también uno de los más intensos, controvertidos y polémicos de que se tenga memoria.

Porque entre las muchas herencias que dejará López Obrador a su salida oficial, las positivas y las negativas, sin duda su gobierno será recordado como uno de los periodos en que más se polarizó y se dividió a los mexicanos por sus visiones políticas. A eso contribuyó el discurso y el estilo de gobernar del presidente saliente que, lejos de unificar y fortalecer nexos y valores de unidad, atizó, exacerbó y profundizó con su discurso excluyente e intolerante, las diferencias, diversidades y desigualdades que siempre han existido en la sociedad mexicana.

En su estrategia de gobierno, solo comparable al uso político y clientelar que le dio a los programas sociales y de ayuda directa a la población, la segunda herramienta más importante fueron sus llamadas “mañaneras”.  Con un total de 1,412 conferencias diarias, que se convirtieron en un foro donde la información gubernamental –propósito original de esas sesiones–, apenas ocupó un 10 o 15% del tiempo que les destinaba el presidente, mientras la propaganda de campaña a favor de su partido y sus candidatos, las mentiras o afirmaciones con datos inexactos o falsos, los ataques a opositores, prensa crítica, empresarios, las feministas, a las madres buscadoras, a los padres de niños con cáncer y a todo aquel que disentía de su administración, acapararon casi el 90% del discurso presidencial.

Tan sólo en hablar todos los días, de lunes a viernes durante un promedio de 2 horas diarias (en muchas ocasiones rebasó las 3 horas), el presidente ocupó en tiempo cerca de 177 días de su gobierno. Sin embargo, la efectividad o los beneficios del tiempo que invirtió en sus conferencias matutinas difícilmente podrán medirse en cosas positivas para el país o para los mexicanos; pero sin duda, para su estrategia de posicionamiento mediático, mensajes para sus seguidores y su intención de fijar la “posverdad” para convencimiento y credibilidad ante sus bases políticas y clientelares, las mañaneras funcionaron de maravilla como un programa de adoctrinamiento y reforzamiento de la lealtad incondicional de sus simpatizantes y seguidores.

En el sexenio que hoy concluye más de 200 mil mexicanos fueron asesinados de manera violenta en todo el país, otros 800 mil murieron durante la pandemia del Covid, lo que ubicará el número de muertos durante este gobierno, como la segunda cifra más letal en la historia de México, sólo después de los 1.5 millones de mexicanos que se estima murieron durante la Revolución Mexicana.

A eso se añaden muchos otros indicadores oficiales como la caída en la esperanza de vida de los mexicanos que fue de 4.6 años menos, para pasar de los 74 a los 70 años que vive un mexicano, en buena medida por la alta mortalidad de la pandemia, aunque también por el incremento de la mortalidad de mexicanos jóvenes que creció exponencialmente entre 2019 y 2021 con un total de 185 mil muertes de personas entre 35 y 44 años, mientras que en el grupo de 44 a 54 años también se incrementó la mortalidad en un 70%.

En materia de educación, los datos de este final de sexenio tampoco son alentadores. La inversión del gobierno federal en materia educativa cayó a niveles del 3.2% del PIB en este año 2024, cuando la recomendación del mínimo aceptable que hace el Banco Mundial para la inversión educativa de un país es del 4% del PIB. Pero además la inscripción escolar de niños y adolescentes en los niveles básico y medio básico también disminuyó en este gobierno y tan sólo en 2023 un total de 1.4 millones de estudiantes se inscribieron en la escuela, en comparación con la cifra de inscripciones que había en 2018, al iniciar la administración que concluye, según un análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestal (CIEP), basado en las cifras oficiales de la Secretaría de Educación Pública.

Y si se habla del crecimiento económico del país, las cifras que entregará López Obrador serán las peores de las últimas décadas. En su sexenio la economía nacional apenas logró crecer un promedio de 1% en los seis años, mientras que en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari crecimos 4%, en el de Ernesto Zedillo 3.5%, en el de Vicente Fox 1.9%, en el de Felipe Calderón 1.4, y con Enrique Peña Nieto el país creció 2%. Si bien el bajo crecimiento también tuvo que ver con sus políticas económicas, el golpe de la fuerte crisis que dejó el Covid también influyó en el bajo porcentaje, aunque sí fue responsabilidad de AMLO y sus políticas no haber aprovechado el enorme potencial de inversiones que representó el nearshoring en sus últimos años de gobierno.

Si a todo eso se le suma la violencia desbordada del narcotráfico y el fracaso estridente de su política de seguridad bautizada por él mismo como los “abrazos, no balazos”, que le costaron a los mexicanos de varios estados del país (Chiapas, Zacatecas, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Sonora, Sinaloa, Tamaulipas, Oaxaca, Baja California, Nuevo León, entre otros) vivir auténticas tragedias por el asedio de los narcotraficantes y las disputas sin control entre Cárteles de la droga por territorios, sin que el gobierno interviniera y con el Ejército, la Guardia Nacional y la Marina atados de manos por la instrucción de “no confrontar al narco”, se entenderá por qué este es ya considerado, por mucho, el sexenio más violento de la historia.

Así que hoy será el último día del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Para muchos eso es motivo de festejo y lo celebran con exclamaciones como “¡Por fin!”, “¡Sobrevivimos!” o “No hay mal que dure 100 años”; para otros hoy será un día de despedidas nostálgicas que se refieren al presidente saliente como “el mejor de la historia”, “el transformador de la vida pública” o el “líder que nunca se repetirá”. Lo cierto es que termina un ciclo más en la vida sexenal de esta República, o al menos eso dice el calendario de la República.

Porque al final, en el inicio del nuevo sexenio y la nueva era de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, aún prevalece, entre muchos mexicanos la incertidumbre de si realmente estamos ante un nuevo comienzo o si vamos sólo a una continuidad sin cambios en los estilos y las formas de ejercer el poder. Eso por no hablar de los que esperan señales y mensajes claros de la primera mujer que presidirá la República para demostrar que será ella la que ejerza el poder y tome todas las decisiones, y para descartar la idea de un nuevo maximato que aún preocupa y desalienta a muchos dentro y fuera de México.

Los dados apuesta por la Escalera. Pero la semana empieza llena de Serpientes.

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