En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador las filias y fobias del presidente pueden más que los oficios de la política. Porque mucho antes de ganar la Presidencia el tabasqueño tenía a sus empresarios predilectos y amigos, pero también a sus aborrecidos y enemigos. Entre los primeros siempre estuvo el ingeniero Carlos Slim; entre los segundos la lista es larga, pero uno de los que siempre la encabezaron fue el presidente de Grupo México, Germán Larrea.

Y como en todo, muchas de las decisiones de López Obrador, ya como presidente, han tenido que ver con esas filias y fobias. En el campo de la minería, por ejemplo, buena parte de las políticas que se implementaron en esta administración, como la suspensión total de nuevas concesiones de explotaciones mineras, fueron pensadas para frenar no sólo a las empresas extranjeras, particularmente las canadienses, sino también a las empresas de Germán Larrea, entre otras, pues de acuerdo con la visión del presidente, los gobiernos pasados “les entregaron territorios y concesiones con demasiada facilidad”.

Tras un choque frontal en los primeros años entre el presidente y el segundo empresario más rico de México, las cosas empezaron a cambiar cuando el presidente lanzó sus proyectos insignia e invitó a los empresarios más grandes, entre ellos a Slim y Larrea, para que participaran en las licitaciones de construcción. Grupo México, asociado con Acciona Infraestructura, ganaron los contratos para construir el Tramo 5 del Tren Maya , que en su trazo original corría por 67 kilómetros sobre la Carretera Federal 302. Eso ocurrió en febrero de 2021 y para septiembre de ese mismo año, Germán Larrea, que ya colaboraba con el gobierno buscó limar asperezas con el presidente y alguien lo acercó al nuevo secretario de Gobernación, Adán Augusto López.

En el despacho de Bucareli, el titular de Segob escuchó a Larrea y, con la autorización del presidente, hicieron acuerdos para llevar la fiesta en paz y que las empresas de Grupo México pudieran seguir sus actividades dentro de la ley y sin recibir presiones o ataques desde el gobierno. A cambio el empresario aceptaba algunas peticiones del gobierno como la de construir una vía de tren para conectar el tramo de Medias Aguas a Coatzacoalcos que corre paralelo al Corredor Interocéanico del Istmo de Tehuantepec. Además de construir la vía con sus recursos, la empresa Ferrosur, de Grupo México le cedería el derecho de vía para conectar el tren interoceánico en ese tramo.

Pero de pronto, según contó el columnista Darío Celis el pasado 11 de noviembre, el presidente se desesperó y se quejó de que la empresa de Larrea no terminaba la vía del tren, por lo que ordenó a la Secretaría de Marina y a la Secretaría de Comunicaciones diseñar un nuevo trazo de vía para ya no tener que pedirle derecho de vía al empresario, que se quedó con sus obras iniciadas ante las presiones del presidente que terminó por desconocer los acuerdos que Adán Augusto había hecho con el empresario.

Paralelo a todo eso, Germán Larrea organizó, junto con un grupo de grandes empresarios com o Carlos Slim, Antonio del Valle y Roberto Hernández, con la asesoría financiera de Pedro Aspe y Javier Arrigunaga, un fondo financiero para intentar quedarse con Citibanamex y, tras el autodescarte de Grupo Banorte, ese grupo se convirtió en uno de los más serios tiradores para quedarse con el antiguo banco mexicano, hoy en proceso de venta por el grupo estadunidense Citi. El otro postulante serio es el consorcio financiero que encabeza el actual presidente de la ABM, Daniel Becker.

Algo de eso no debió gustarle a López Obrador porque el pasado 10 de noviembre, en una de sus largas alocuciones mañaneras enfiló sus baterías precisamente contra el dueño de Grupo México y comenzó cuestionando la forma en que se asignaban los bancos y las empresas públicas que eran privatizadas en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari: “Durante el gobierno de Salinas hicieron la faramalla de que lanzaban convocatorias o había subastas, pero de antemano ya se sabía quiénes se iban a quedar con un banco, quiénes se iban a quedar con una empresa… porque eso lo decidía Salinas, su hermano Raúl y el entonces secretario de Hacienda (Pedro) Aspe”, afirmó el presidente.

Ese fue el primer aviso de que la oferta de Larrea y sus compañeros inversionistas por Banamex estaba en la mira del presidente. Pero luego, más adelante en la misma conferencia, soltó de su pecho, que no es bodega: “Ayer hice un coraje de buen tamaño porque otorgaron unas concesiones de agua, ya en el gobierno nuestro, al principio, en Conagua, en Cananea. Y no sólo eso, el que otorgó la concesión se fue a trabajar a la empresa que benefició, que es Grupo México”, soltó López Obrador.

Tras las afirmaciones en la mañanera, la Conagua informó en un escueto comunicado que el funcionario aludido por el presidente era el ingeniero Víctor Hugo Alcocer Yamaka, quien se desempeñaba en 2018, al inicio de este gobierno, como subdirector Técnico de Conagua. Al día siguiente de los señalamientos, Grupo México, que administra la minera de Cananea referida, negó en un comunicado que haya recibido alguna nueva concesión de agua para esa mina en 2018. “La última concesión en favor de la mina Buenavista del Cobre que hoy está vigente data del año 2013. No se han recibido nuevas concesiones de agua durante la actual administración”, dijo la compañía minera en un comunicado, desmintiendo al presidente.

Y para que no quedaran dudas, Grupo México añadió en su comunicado que la única concesión que recibió en 2018 de la Conagua fue para Agua Prieta, Sonora, pero que la empresa nunca utilizó ese derecho de explotación y renunció a él en febrero de 2021 por ser innecesario. Sobre la contratación del exfuncionario de Conagua, Alcocer Yamaka, precisó que “el ingeniero fue contratado por Grupo México por su experiencia acreditada como especialista técnico en temas hídricos, cuando se habían cumplido los plazos y tiempos establecidos en la ley”.

Todo ese escarceo entre López Obrador y Larrea solo fue el precedente para que ayer estallara de nuevo la confrontación entre el presidente y el segundo hombre más rico de México. Tras la publicación de las demandas que interpusieron contra el gobierno federal Grupo México y Acciona por la cancelación anticipada del contrato que ambas empresas tenían para construir el Tramo 5 del Tren Maya. El 8 de julio pasado Fonatur aviso a las dos constructoras, que se unieron bajo el nombre de Desarrollo del Sureste Playa del Carmen-Tulum (DSPCT), que su contrato se daba por terminado anticipadamente “por causas de fuerza mayor”, luego de que el presidente ordenara cambiar el trazo original de ese tramo, de la Carretera 302 al interior de la Selva Maya, y le ordenara a la Secretaría de la Defensa la nueva construcción, aún sin estudios del impacto ambiental.

Y ayer, López Obrador en su conferencia mañanera, se dijo sorprendido por la publicación de las demandas de Grupo México y Acciona y reveló que él le había hecho una oferta de una liquidación financiera a Germán Larrea tras cancelarle los contratos del Tren Maya. “Le mandé a decir a Germán Larrea, dueño de Grupo México, que se buscara una negociación que los ingenieros militares nos elaboraran un dictamen y que si aceptaba ese dictamen para definir cuánto se tenía que pagar. Y me mandó decir que aceptaba, pero ¡oh sorpresa!, hoy aparece que nos va a demandar y que ya es un asunto millonario. Yo no sabía que ya había demandado”, se quejó el presidente.

Así que, si bien en algún punto de su gobierno López Obrador intentó entenderse con empresarios influyentes como Larrea y lo hizo más por el interés de que apoyaran sus obras faraónicas, al final la verdadera naturaleza del presidente, que se mueve más por filias y por fobias, vuelve a salir a flote. Y hoy está en las puertas de una confrontación, no sólo legal, sino política contra el segundo hombre más rico de México. Es como el escorpión al que cargó la rana.

NOTAS INDISCRETAS … En el juego de la sucesión anticipada de las corcholatas morenistas, cada quien hace campaña como puede y donde puede. Y mientras Claudia Sheinbaum y Adán Augusto recorren el país con eventos, discursos y hasta propaganda pagada, el canciller Marcelo Ebrard anda haciendo campaña en el Mundial de Qatar, en donde lo mismo se reúne con aficionados mexicanos y se echa un tequila, que graba sus videos de TikTok y sube a sus redes la inauguración mundialista invitando a los mexicanos a soñar, ya no con el quinto partido que hoy se ve más que imposible, sino con que en 2026 México tendrá su propia Copa del Mundo. En fin, que mientras la candidatura de México ante el BID hacía el ridículo y la Secretaría de Hacienda se convertía en un porro más de la 4T con su comunicado emberrinchado, Ebrard no desaprovecha ningún foro internacional, a donde lo manda el presidente sí a que lo represente porque a él le repulsan todos esos eventos, pero también para sacarlo un poco de la jugada; pero Marcelo, como buen colmilludo de la política que es, hace campaña donde lo pongan… Los dados mandan Escalera. Mejora el tiro.

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