A pesar de que su nombramiento termina hasta el año 2028 y de que sólo por mayoría de votos del Senado podría ser removido del cargo y no terminar el periodo para el que fue electo, el fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, ya sintió el frío del fin de sexenio.

Los rumores que empezaron a circular hace un par de semanas, sobre que la candidata presidencial de Morena no pensaba mantenerlo al frente de la Fiscalía y que buscaría un cambio de titular, pusieron demasiado nervioso al señor fiscal que, sin verificar si la información era real o si venía de fuentes fidedignas, comenzó a mover sus relaciones con la oposición pensando en que, en caso de que intentaran removerlo en el próximo sexenio, se requerirían forzosamente votos opositores para reunir las dos terceras partes del Senado y autorizar su remoción.

Pero no conforme con los compromisos que hizo y obtuvo con líderes de partidos opositores a la 4T, don Alejandro prefirió salir de dudas y buscó un encuentro con la candidata del oficialismo que, según nos confirman fuentes del equipo claudista, accedió a reunirse con él para despejar sus dudas y temores que lo traían muy preocupado. El encuentro entre los dos personajes fue breve y ocurrió hace poco más de una semana y en él la abanderada presidencial habría negado, ante Gertz, que estuviera pensando en removerlo.

La plática, nos dicen las fuentes, tranquilizó al fiscal que tal vez no permanezca hasta el 2028 pero sí se quedaría al menos un par de años del próximo sexenio, eso si la candidata con la que se reunió gana efectivamente la Presidencia.

Pero aun cuando ya tiene certeza de que no buscarán cambiarlo en el arranque de un nuevo gobierno, al fiscal Gertz Manero las cosas en la Fiscalía, que va sufriendo revés tras revés de los jueces por no integrar bien sus averiguaciones, se le complicaron bastante a partir de la sorpresiva muerte de Juan Ramos López, el fiscal especial que fue desde 2019 que llegaron al cargo, su mano derecha y su principal operador en la mayoría de los temas e investigaciones importantes para la FGR.

En septiembre pasado, luego de que le detectaran en una revisión médica cáncer en el riñón, Juan Ramos murió tras un procedimiento quirúrgico a los 63 años de edad. La noticia que fue confirmada por la propia Fiscalía en comunicado, sacudió a la dependencia y personalmente a Gertz Manero quien tenía una relación de muchos años y de confianza total con su Fiscal Especial de Control Competencial, quien lo acompañaba desde la Secretaría de Seguridad Federal en el sexenio de Vicente Fox, luego en su paso polémico por la Universidad de las Américas y en la Fiscalía era visto como “el hombre fuerte” y el operador de todos los casos y denuncias que le interesaban particularmente al fiscal.

Fue tal el impacto que tuvo la muerte de su amigo y operador, que incluso el Fiscal llegó a plantear la posibilidad de una “negligencia médica” en la muerte de Juan Ramos, ocurrida en un hospital del Grupo Ángeles, e incluso Gertz llegó a comentar a sus más cercanos que pensaba ordenar una averiguación sobre la sorpresiva muerte de su Fiscal Especial en contra de los médicos que lo operaron y del Grupo hospitalario propiedad de Olegario Vázquez Aldir.

Al final, al fiscal le explicaron detalladamente lo que había ocurrido, la presencia de cáncer avanzado en el riñón y las complicaciones de una operación como la que le practicaron, las cuales le fueron explicadas y comentadas antes al paciente y a su familia, dando ambos su consentimiento para el procedimiento quirúrgico. Eso hizo que, en medio de lo dolido que estaba por la pérdida personal y para el funcionamiento de la FGR, Gertz Manero abandonara la idea de demandar o investigar al hospital donde falleció Ramos López y a los médicos que lo intervinieron.

Así que, sin su mano derecha y afectado por la pérdida de su operador principal, el fiscal Gertz se sintió aún más nervioso y decidió preguntar directamente si lo intentarían remover en un eventual gobierno de Claudia Sheinbaum. La respuesta que le dieron lo tranqulizó un poco, aunque dentro de la misma FGR comentan que, tras la ausencia de Juan Ramos López, el fiscal ha aumentado sus acostumbradas ausencias y su trabajo a distancia en la Fiscalía que no tiene precisamente el mejor récord de casos armados y ganados.

NOTAS INDISCRETAS…La aparición con vida del periodista jalisciense Jaime Barrera, quien fue liberado por sus captores la madrugada de ayer, representó sin duda una gran noticia y un respiro para el atacado y acosado gremio del periodismo en México. Al parecer la presión mediática y de redes que se ejerció en este caso, sumado a las investigaciones de la Fiscalía de Jalisco y la intervención de la Guardia Nacional hizo que el grupo criminal que secuestró a Barrera, cuando salía de una transmisión radiofónica el pasado lunes, decidiera liberarlo en Magdalena, Jalisco, a 76 kilómetros de Guadalajara, donde levantaron al comunicador. El mismo Jaime salió ayer a dar varias entrevistas y reveló algunos detalles de su breve cautiverio. Dijo que “más que un secuestro se trató de una advertencia” que le hicieron sus captores, quienes lo tuvieron tirado en el suelo, mientras lo golpeaban con tablas y le recriminaban la publicación de informaciones en sus artículos de El Informador. “Los grupos criminales creen que todo lo que escribimos los periodistas son mensajes de alguien más o de sus rivales. Yo nunca he hecho eso y siempre escribo de lo que sé, lo que sucede y lo que puedo sostener, pero nunca como mensajero de nadie y menos de los criminales”, nos dijo ayer Barrera en una entrevista para el noticiero “A la Una con Salvador García Soto”, del Heraldo Radio. Ayer mismo el gobernador Enrique Alfaro y el fiscal estatal, Luis Felipe López, decían que se iba a investigar a fondo quien o quienes ordenaron “levantar” al conductor del noticiero estelar de Televisa Guadalajara, aunque también insistían en que “no se trató de un secuestro”. Al final, haiga sido como haiga sido, el hecho de que los criminales que privaron de su libertad a un periodista tan visible y conocido en Guadalajara, hayan actuado con tal nivel de impunidad y hayan golpeado y amenazado a Jaime Barrera, no hace sino confirmar dos cosas: la primera la impunidad total y segura en que se sienten los narcotraficantes ante la incapacidad y protección que reciben de autoridades estatales y federales; y la segunda: que la violencia y los ataques contra los periodistas mexicanos, en medio del clima de hostilidad y descalificaciones diarias del presidente López Obrador, confirman que México sigue siendo uno de los países más peligrosos para el ejercicio periodístico, algo que no empezó en este gobierno, pero sí creció y se agravó ante la indolencia y la estigmatización de los periodistas desde el púlpito presidencial…Lanzamos los dados y tocó Capicúa. Se repite el tiro.

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