El lunes en Mazatlán, cuando le preguntaron los reporteros, cómo había visto el primer debate presidencial, el presidente López Obrador contestó de manera muy escueta y sin el apasionamiento con el que siempre habla de las campañas: “Sí vi el debate, estuvo bien, bastante bien, es lo que puedo decir. Interesante porque uno recuerda los debates en los que participé. Y bien todo en calma, todo bien, requetebien”, se limitó a repetir el presidente que evitó cualquier mención sobre el desempeño de su candidata, Claudia Sheinbaum, y solo dijo que el formato fue el que decidió el INE y se debe respetar.
¿Por qué el mandatario que se ha pasado todo lo que va de este proceso electoral haciendo comentarios abiertos y descarados en favor de su partido y de su candidata, que le han costado incluso denuncias, apercibimientos y medidas cautelares del INE por su intromisión ilegal, ahora se portó tan recatado y tan parco al emitir su opinión sobre el primero de los debates en la contienda presidencial?
La razón por la que AMLO mostró tan poco entusiasmo, nos dicen fuentes internas del Palacio Nacional, tiene que ver con que al presidente no le gustó nada lo que vio en el debate, por parte de la abanderada de su movimiento, Claudia Sheinbaum. Y es que si bien la candidata del oficialismo siguió al pie de la letra lo que le dijeron sus asesores y estrategas y fue la que mejor se apegó al guion y al papel que le marcaron como puntera, no fue lo suficientemente clara y contundente al momento de responder a los ataques y señalamientos de corrupción que se le hicieron al gobierno lopezobradorista, incluidos a sus hijos y varios colaboradores cercanos del presidente.
“Ella sólo defendió su gobierno en la ciudad, contestando a cada señalamiento que le hicieron sobre su administración, pero cuando las causaciones de corrupción, ineptitud o negligencia, tanto de los moderadores como de Xóchitl o Máynez se referían al gobierno federal, evitaba contestar. El presidente se sintió agraviado porque Claudia no defendió con más vehemencia al gobierno federal. No supo defender lo que se ha hecho en este gobierno”, aseguró una de las fuentes cercanas al inquilino del Palacio.
En la percepción que tuvieron desde la Presidencia, Sheinbaum se concentró demasiado en defender su trabajo en la ciudad, cuando lo que estaba en juego, ante los ataques de los opositores, era la defensa del país, y dio la impresión de que no quiso o le recomendaron los que la entrenaron, no meterse tan a fondo en la defensa de los temas federales.
El problema es que en la susceptibilidad presidencial, que se agudiza conforme se acerca el fin de sexenio, la actitud de Claudia en el debate, de tomar distancia de las críticas al gobierno federal, fue interpretada como el principio de un desmarque que podría venir el 3 de junio.
Y algo de eso reflejó ayer el presidente cuando habló escuetamente del debate durante su conferencia mañanera en el puerto de Mazatlán, a donde acudió para presenciar el eclipse total de sol que tuvo lugar este lunes. “Yo ya en menos de seis meses me jubilo de la vida pública”, dijo el mandatario sin que le hubieran preguntado sobre el fin de su mandato.
¿Será que en su molestia por lo que vio en el debate, donde sintió que su pupila, su hija política no lo defendió lo suficiente y marcó cierta distancia de los ataques a su gobierno, el presidente ya empezó a sentir el eclipse político de su presidencia?
NOTAS INDISCRETAS… A propósito del enojo de Palacio y de Claudia Sheinbaum en el debate, hay que echarle un ojo a la Rayuela de ayer del diario La Jornada: “Claro que tengo padre”, sostenía la adorada mano: “Sino ¿cómo estaría yo aquí?”. El que le entendió, le entendió... Los dados mandan Serpiente Doble.