El gran ganador en los procesos internos de Morena para elegir a sus candidatas y candidatos a las gubernaturas de 9 estados, fue sin duda el presidente López Obrador. Primero porque en al menos cuatro entidades fue clarísimo que el Presidente colocó a sus favoritos y cercanos: Rocío Nahle en Veracruz, Javier May en Tabasco, Margarita González en Morelos y el caso más significativo, el de Clara Brugada en la Ciudad de México. Pero segundo, porque ante los riesgos de rupturas, amenazas y rompimientos en su movimiento, el mandatario optó salomónicamente por sacrificar el liderazgo que supuestamente le había entregado a Claudia Sheinbaum, vía bastón de mando que resultó un palo de escoba, porque el único liderazgo real y efectivo que sigue habiendo en Morena, es el suyo.
De paso, López Obrador ya dejó muy en claro por qué siempre se inclinó por Sheinbaum como su candidata, porque la veía ingenua y dúctil para manejarla y a través de ella seguir siendo el amo y señor, el jefe político sempiterno de su movimiento político y mantener desde su expresidencia en el trópico, el control de la posible continuidad del proyecto político que aspira a convertir en un nuevo sistema político mexicano que se eternice en el poder. Para decirlo claro y con todas sus letras: Andrés Manuel está moviendo sus piezas y su ajedrez político para instaurar un nuevo Maximato, a partir de que deje la Presidencia, en donde a él se le sigan consultando las definiciones importantes y la consolidación de su autonombrada “Cuarta Transformación”.
Y en su estrategia de control político transexenal, al Presidente no le ha importado cuidar la imagen de su candidata y pupila, la misma que ayer dice muy seguro que ganará la próxima elección presidencial “con más de 31 millones de votos”. Pero no lo dice porque crea que Claudia Sheinbaum se convertirá de la noche a la mañana en una candidata carismática y que mueva masas, algo de lo que por cierto adolece la abanderada morenista, sino porque él y sólo él, con su megalomanía y su aprobación, basada en las carretadas de dinero público que regala con sus programas sociales, será el único que pueda ganar esa elección y asegurarse no sólo la tan ansiada continuidad sexenal, sino también el máximo nivel de control sobre la que quiere como su sucesora.
Tampoco le ha importado terminar de rematar, con sus decisiones sobre las candidaturas estatales, a su “hermano” y exoperador político, Adán Augusto López. Si bien la amistad, dicen, sigue intacta entre ellos, al impulsar y sacar la candidatura de Javier May para gobernador de Tabasco, López Obrador prácticamente le da la puntilla a su exsecretario de Gobernación, quien claramente perderá el control político de Tabasco con un candidato opuesto a su grupo y mandado expresamente por el Presidente. ¿Será que en el fondo quiere terminar de debilitar a Adán para que no se convierta en una sombra pesada para Sheinbaum, con quien el tabasqueño nunca pudo congeniar ni coincidir?
Por lo demás, el Presidente y Morena también priorizaron la estabilidad al modificar decisiones sobre género y candidaturas en algunos estados que amenazaban con rupturas que iban a resultar demasiado costosas y arriesgaban incluso perder algunas entidades. Es el caso de Chiapas, donde los amagos y amenazas del senador Eduardo Ramírez, de romper con Morena y postularse por otros partidos a las gubernaturas, al parecer surtieron efecto y obligaron a sacrificar a la senadora Sasil de León; pero también el caso de Puebla, donde Alejandro Armenta, con todo y no ser muy bien visto en Palacio nacional, terminó siendo el puntero indiscutible de la encuesta, provocando incluso la ira de su primo, Ignacio Mier, a quien vieron salir ayer de la reunión morenista en el Hotel Camino Real, muy enojado y hasta dando portazo por su segundo lugar.
El que saldrá totalmente lastimado y vilipendiado después de esta contienda es sin duda Omar García Harfuch. Al exsecretario de Seguridad capitalino no le alcanzó el respaldo y el madrinazgo de su mentora, ni tampoco su carisma y su charming de Batman o súper candidato atractivo para las clases medias chilangas, para lograr la candidatura con la que pensaba dar el gran salto hacia la política. A Harfuch lo golpearon hasta cansarse los puros de Morena, con la complacencia y autorización del Presidente, y el último mensaje para decirle que nunca permitirían su arribismo político y que, como se cansaron de repetirlo lo mismo en público que en privado: que un policía jamás debía gobernar a una ciudad de la que ellos se sienten dueños y señores.
El último mensaje para Omar García y la señal definitiva de que él y Claudia Sheinbaum habían perdido la encarnizada guerra por la capital, fue lo que ayer mismo le giraron al extitular de seguridad ciudadana: un citatorio de un juez para que comparezca a declarar en un juicio sobre el espionaje realizado en el sexenio de Enrique Peña Nieto con el software Pegasus, que fue adquirido por la extinta PGR, en la que Harfuch se desempeñó como jefe de la Agencia de Investigación Criminal. La orden judicial para que testifique en ese juicio, es para el próximo 18 de diciembre, y fue liberada justo en los momentos decisivos antes de que se anunciara anoche que Clara Brugada era la candidata a la CDMX por género, aun cuando hubiera sido superada en la encuesta por el exsecretario de seguridad.
Así que en largo, tironeado y cardíaco proceso interno de Morena para definir a sus candidatos a gobernadores y gobernadoras para las próximas elecciones estatales, dejará muchas heridas, fracturas y por su puesto ganadores, perdedores y oportunistas que se montaron en la ola de los aspirantes. Pero sin duda el gran ganador, el que una vez más movió los hilos detrás del teatro morenista de encuestas, reuniones y acuerdos de unidad, fue sin duda el jefe político del morenismo, el que entregó un bastón simbólico que resultó ser un palo pintado, mientras él mantiene para sí el único liderazgo real y efectivo que ha existido en este sexenio, y que ahora busca trascender al próximo sexenio de la mano de una presidenta incondicional y sin carisma político.
NOTAS INDISCRETAS….
Que Marcelo Ebrard decidió finalmente no inscribirse como aspirante de Movimiento Ciudadano a la Presidencia y que será el lunes cuando dirá qué es lo que sigue para su abollado y desdibujado proyecto político. El anuncio del excanciller que no se presentará a entregar una solicitud de registro en MC fue confirmado por colaboradores suyos y provocó, otra vez, reacciones de desencanto y decepción hacia Ebrard, que al parecer nunca terminó de dar color sobre la seriedad de su pretendida candidatura presidencial. Pero aun cuando al ex jefe de Gobierno cada vez se le apaga más la luz y las expectativas que llegó a despertar en importantes sectores de la sociedad y el electorado mexicanos, todavía sus cercanos insisten en que “hay que esperar al lunes” para saber exactamente lo que hará Marcelo Ebrard. Lo malo es que entre tantas largas, indefiniciones y vacilaciones, a Ebrard se le fue perdiendo la contundencia y la seriedad de si alguna vez pensó seriamente en lograr estar en las boletas de la elección presidencial o si al final tendrán razón sus detractores, que siempre dijeron que Marcelo no tenía los tamaños para romper con Morena y con López Obrador. Sobre todo después de que ayer el Presidente le dedicó una declaración bastante claridosa en la que termina diciendo que ojalá Marcelo no se vuelva loco. ¿Será que el mensaje del Presidente desde su mañanera en Tijuana hizo que Ebrard se asustara y se bajara definitivamente de la contienda? Veremos qué dice el lunes y si lo bajaron a expedientazos…Y hablando de decires, a Xóchitl Gálvez parece que la traicionó el subconsciente cuando ayer, en una conferencia de prensa, le preguntaron por los priistas y respondió textual: “Hay muy malos priistas con los que yo jamás trabajaría como Barlett, como Alito o como ahora el exgobernador de Hidalgo, Omar Fayad, que ahí se habla de una estafa de 2 mil millones de pesos y ¿a poco el gobernador no sabía nada? Pero como lo premian con una embajada, pues ya traicionó al Estado y a sus principios”. Le salió tan natural y tan del alma a Xóchitl la mención a Alito Moreno, que tuvieron que pasarle sus asistentes una tarjeta diciéndole “la regaste, dijiste que Alito era mal priista”, ante lo cual puso cara de preocupación ante las cámaras y luego trató de aclarar: “Aquí también quiero aclarar porque hubo malos entendidos, yo tengo un enorme respeto por el presidente del PRI, estoy contenta de ir con el PRI y con el presidente Alejandro Moreno”, dijo Xóchitl para tratar de enmendar su lapsus. ¿Será que la candidata frentista sólo se equivocó o que se le salió lo que piensa?...Anoche, hasta el cierre de esta columna, en las reuniones internas de Morena se daba por hecho que Omar García Harfuch no sería candidato, a pesar de haber ganado la encuesta con amplio margen. Una versión que salió del Hotel Camino Real afirmaba que “Omar se bajó él mismo y decidió cederle el lugar a Clara a pesar de que le ganó la encuesta”, pero otra versión, también del mismo origen, sostenía que “A Harfuch lo bajaron desde la noche del jueves por instrucciones del único que decide en Morena”. Y se decía que la orden del Presidente fue para evitar las rupturas con las que amenazaron los sectores duros de su parrido. Y en abono de esa última versión, que parece la más creíble, anoche seguidores de Brugada tenían prácticamente rodeado y sitiado el Hotel, en espera de una orden de su lideresa. Lo dicho: ganaron AMLO y los duros. Perdieron Claudia y su muchacho…Cerramos semana con Escalera Doble. Buena tirada de los dados.