El pasado 19 de marzo la OIT publicó el documento El Covid 19 y el mundo del trabajo: repercusiones y respuesta política en el cual estima que en un “escenario desfavorable” el desempleo podría llegar hasta 25 millones de personas y la pérdida de ingresos de los trabajadores sería de 3.4 billones de dólares. Sin embargo, el cálculo se ha quedado corto frente a la magnitud del impacto del Covid 19 en la economía mundial y el empleo.

Tan sólo en Estados Unidos, la cantidad de personas que presentaron solicitudes de ayuda por desempleo fue de 3.28 millones en una semana.

En Europa, Francia está haciendo todo lo posible para convencer a las empresas de que no despidan empleados, incluso a través de un esquema que les permite reducir las horas de trabajo sin que el trabajador tenga una baja salarial.

En Gran Bretaña, el gobierno declaró que 477.000 personas desempleadas o con bajos ingresos solicitaron ayuda.

En nuestro país, la situación es más grave, si consideramos la creciente desigualdad, el deterioro del salario, la informalidad, la precarización en el empleo y la baja cobertura de salud hacia la mayoría de los trabajadores y sus familias. Esto se refleja en el hecho de que 6 de cada 10 trabajadores en nuestro país son informales. Esto significa que no tienen un contrato colectivo de trabajo ni tampoco la seguridad social y sus ingresos sólo les permite ir al día.

Esta situación se evidenció pocos días después que se declaró la contingencia por parte del Gobierno Federal. En Matamoros Tamaulipas, cinco mil obreros iniciaron un paro técnico en ocho fábricas debido a que la materia prima, que proviene de China, no llegó.

En Acuña, Coahuila, por las mismas circunstancias, dos manufactureras iniciaron un paro técnico, por lo que cerca de 5 mil trabajadoras recibirán sólo 50 por ciento de su salario.

En los principales centros turísticos Cancún, Acapulco y Puebla ya han cerrado 262 hoteles y 2,000 restaurantes afectando a miles de trabajadores en sus fuentes de empleo. Habría que agregar 2 millones de trabajadoras domésticas que seguramente se quedarán sin empleo.

Seguramente las pequeñas y medianas empresas serán las más afectadas por la recesión mundial. Esto tendrá repercusiones en un incremento significativo del desempleo dado que éstas empresas ofrecen el 72 por ciento del empleo.

El país se encuentra en una situación extraordinaria e inédita. La decisión de que la gente se quede en casa para reducir el contagio del Covid 19, sin duda necesaria, repercutirá en cierres de pequeñas y medianas empresas y en una grave afectación al comercio formal y a miles de pequeños negocios informales que se quedarán sin ingresos. Cada día de contingencia, miles de personas se quedarán sin empleo.

Es el momento de actuar y de que surjan muchas iniciativas para apoyar a los miles de personas que serán afectadas. Debemos recordar la actuación de la sociedad durante los sismos de 1985 cuando el pueblo impulsó iniciativas para rescatar cuerpos, remover escombros, juntar víveres y medicinas, comedores populares, etc, En estas condiciones, debemos crear nuevas formas para que la solidaridad surja de nueva cuenta, por ejemplo, haciendo colectas de víveres y apoyos económicos en las escuelas, colonias, sindicatos para apoyar a nuestros hermanos.

Por otra parte, el gobierno debería tomar medidas de manera urgente hacia los sectores más vulnerables. En primer lugar, no permitir los despidos y que se garantice el salario íntegro durante el tiempo que dure la contingencia; en segundo lugar, extender los contratos de temporales. Los trabajadores que por la contingencia pierdan su empleo, el gobierno les debería de garantizar un ingreso para subsistir durante la contingencia.

Por supuesto que esto involucra recursos para poder satisfacer estas demandas.

La Comisión Nacional Bancaria y de Valores informó que en 2018 los bancos que operan en México obtuvieron ganancias de 157 mil 100 millones de pesos; 8.5 por ciento más que el año anterior. Con una parte de estos recursos se podrían solventar algunas carencias de millones de personas.

Para garantizar la salud y el ingreso de sectores importantes de la población se requiere que la sociedad se organice para evitar que el costo de la crisis caiga en las familias de los trabajadores.

Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco

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