No está nada mal como se perfila la contienda por la presidencia. Si los números de las encuestas recientes se sostienen, la opción estará entre dos mujeres.
Dos mujeres además notables, entre la multitud de políticos corruptos, por su espigada ética. A ninguna se le conoce una trampa.
Además, son dos mujeres con corazones puestos a la Izquierda.
Ambas abrazan a la diversidad étnica y sexual —y ambas reconocen que México tiene una deuda enorme con los pobres— y por tanto, ven como necesario que las ayudas sociales no solo permanezcan, sino que aumenten.
Qué ironía que la salvación de la Derecha parezca provenir hoy de una mujer y de Izquierda: es un triunfo para los valores que la Derecha combatió durante un siglo.
Y sin embargo importa despejar la idea de que Claudia y Xóchitl son gemelas. Que puedes cambiar a la que te cae peor por la más simpática, y nada se pierde.
No lo son —y su mayor diferencia no es menor, es el modelo económico que cada una favorecería de llegar a ser presidenta.
Xóchitl lo ha dicho así:
—Estoy de acuerdo con López Obrador en que hay que acabar con la pobreza. Difiero en el método.
La mañana en que la entrevisté, le pregunté más sobre su método:
—¿Le subirías los impuestos a la oligarquía para distribuir también esa riqueza hacia abajo?
—No —respondió. —Les pediría a los empresarios que aumenten los salarios.
—No hay mejor sistema de distribución de la riqueza que ese, los salarios justos –coincidí con ella, para preguntar a continuación: —¿(Como presidenta) intervendrías para que los empresarios suban los salarios?
Entonces fue que Xóchitl señaló el modelo económico que ella prefiere:
—No –dijo pronto y llanamente. Y por el contexto de la conversación se entendió que Xóchitl cree que el Libre Mercado por sí mismo hará aumentar los salarios.
—Hay que crecer la cobija –dijo en otra entrevista.
Es decir, según ella, hay que crecer la riqueza y entonces alcanzará para todos. Esa ha sido la promesa del Neoliberalismo en una nuez.
En contraste, Claudia Sheinbaum no cree en la generosidad espontánea de los empresarios o del Libre Mercado.
Seamos sinceros, ¿quién puede, en un país como el nuestro, donde después de 36 años de Neoliberalismo, 356 familias concentran más dinero que 112 millones de ciudadanos?
Claudia más bien considera que el deber del Estado es intervenir “para garantizar a todos los ciudadanos un piso de bienestar”. Palabras suyas.
El modelo de país que propone es pues el Estado de Bienestar. Dejar fluir al Libre Mercado y al mismo tiempo crecer al Estado para que brinde servicios gratuitos –o baratos— a todos.
Salud, Educación, guarderías, electricidad, agua, habitación, transporte público.
Es decir, dar un piso parejo a toda la población, sin importar la clase social, para asegurarle a todos por igual una vida digna.
Neoliberalismo con ayudas sociales (Xóchitl) o Izquierda moderna (Claudia): la opción que se perfila es así de pulcra.
En cuanto a su sexo —ser ambas mujeres— nos toca a las electoras no ser miopes ni románticas. No, no basta tener una presidenta, para que las mujeres del país se beneficien. Debemos exigirles que enuncien sus proyectos feministas y compararlos.
¿Qué ha hecho Xóchitl por las mujeres? ¿Y de llegar a ser presidenta qué haría?
De Claudia conocemos sus políticas públicas pro-mujer en la CdMx. Acciones extensas con resultados cifrados. ¿De qué tamaño es su proyecto nacional para erradicar la violencia misógina y para darnos por fin piso parejo a las mujeres?
Pero lo dicho, no está nada mal como se perfila la contienda. Qué bueno que no tengamos que elegir entre un corruptazo y un medio corruptito. O entre un analfabeta en feminismo y la ultraderecha fascista. O entre una lépera y un tartamudo.
Da gusto de verdad que, por lo menos según las encuestas de esta semana, el nivel de la contienda se haya elevado. El aire se ha vuelto más fino y la opción electoral más digna.