Para el elector responsable de Izquierda, la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, es una opción natural. Una candidata que ha dicho directo y claro lo que haría de ser electa.
Continuar el proyecto de la 4T, con correcciones y adiciones.
La llaman algunos aburrida. Otros la consideramos más bien coherente hasta el centímetro. No en vano en las encuestas lleva una ventaja de más de 20%.
En contraste, los candidatos de Morena para el Congreso le representan al elector responsable de Izquierda un maldito galimatías.
Una multitud variopinta. Morenistas la mayoría, pero también priistas, panistas y verdes.
Son los chapulines, según el vernáculo mexicano: los políticos oportunistas.
—Qué puta necesidad —me dice una señora que suelo encontrarme en un café. —¿Para qué este relajo si Morena va ganando por tanto?
—Hace 6 años sacamos a los priistas votando por Morena, ahora Morena nos pide que los votemos de regreso —sigue la señora, vecina de Xochimilco.
Ahora, después de que el presidente Obrador presentó al Congreso una veintena de iniciativas, que son de facto las reformas que aprobaría un Congreso dominado por la Izquierda, me la vuelvo a encontrar en el café y le pregunto si sí votará por chapulines.
—Puf —me dice harta de las veleidades de Morena. —Pues sí, pero— y levanta el dedo índice para advertírmelo: —pero, pero solo en el caso de los legisladores. No de los candidatos a puestos ejecutivos. Esos ni pitos tocan en el Congreso.
Es lo que el elector responsable de Izquierda debería hacer. No votar por chapulines que quieren puestos ejecutivos.
—A menos que los otros candidatos sean peores que ellos —me dice un lanchero depresivo en Xochimilco, hundiendo su palo en el agua profundamente.
—¿Por qué votaría yo por José Chedraui, eterno priista, amigo de priistas, que gobernaría con un equipo de priistas y favoreciendo a la mafia poblana priista? —me lo pregunta la dueña de una miscelánea en la ciudad de Puebla.
No le hace sentido ni al elector usual de Morena ni tampoco al elector usual del PAN o del PRI —y es posible que por eso Chedraui pierda —así como buena parte de los chapulines.
Ojalá. Dios lo quiera. O el Papa. Más probable: la inteligencia colectiva de los electores responsables.
Porque esto de la democracia practicada por las cúpulas como engaño al elector es algo que los electores debemos castigar.
El sábado antepasado, en Cuernavaca, bajo una carpa donde se reunieron militantes de Morena, el presidente Obrador presentó al orador que lo sucedería al micrófono.
—Cuauhtémoc Blanco.
Las bases abuchearon al gobernador.
—Ladrón, corrupto —vocearon.
Cuauhtémoc o el Chapulín por antonomasia. Cuauhtémoc saltó a la Izquierda de la Nada —de los campos del futbol—, sin formación ideológica ni ética —y su gobierno ha sido en efecto corrupto y ladrón.
La consecuencia cautelar de a donde lleva el chapulineo.
El presidente Obrador explicó a los que abucheaban por qué él estima al Chapulín.
—Lo que hemos hecho acá en Morelos lo hemos hecho con él.
Fue un guiño a las bases: el Chapulín Blanco es un pésimo cabrón, pero —ojo con esto: —es nuestro cabrón, así que aplaudámosle.
Y entonces sucedió la novedad política que llevo comentando en esta columna: las bases desacataron el guiño del Presidente y siguieron abucheando al gobernador atroz.
—Ladrón, corrupto —vocearon.
Y el Presidente soportó. Escuchó sin protestar más. Y probablemente entendió. Quién sabe.
Cuando Morena miente y le guiña el ojo al elector para que no la desmienta, ¿qué debe hacer el elector?
Desmentirla.
¿Qué gana el elector dejándose engañar? Nada.
Cuando Morena le presenta como candidato a un corrupto, ¿qué debe hacer?
No votarlo.
Y ni siquiera comento la oferta electoral de los otros partidos, porque ahí la esperanza de la democracia se asfixió hace tiempo. Para esta elección, todo se eligió desde la cúpula como si la intención fuese joder al elector responsable.
—¿Votar por Taboada en la CdMx, el capo del Cártel Inmobiliario? —una panista me lo pregunta y se tapa la cara con ambas manos.