Pues resulta que diez comentaristas de la televisión comercial esgrimen un galimatías verbal para impedir que suceda lo que fue el mandato de la mayoría en las urnas.

A decir: que el país siga transformándose según el proyecto de Morena.

El inventor del galimatías fue Héctor Aguilar Camín. Hace dos meses en el programa La Hora de Opinar de Televisa, el reputado intelectual propuso esgrimir una enredada fórmula para impedirlo.

No compadre, le contestaron los otros comentaristas de la mesa. El argumento de don Héctor era en realidad un viejo argumento, ya desechado hace 20 años de la Constitución. Ni hablar, le dijo el moderador de la mesa, ganaron los que ganaron las elecciones, a soportar el costo de la democracia: cuando pierdes, pierdes.

El mismo Lorenzo Córdova, expresidente del INE, expresó por esos días lo mismo en otro foro. “Hay a quienes no les gustan los resultados electorales, a mí por ejemplo no me gustan… pero los demócratas no debemos oponernos a lo que expresó la mayoría en las urnas”.

Y sin embargo el galimatías de Aguilar Camín siguió propagándose entre los comentaristas de los medios comerciales contrarios a Morena. Es decir, en casi todos. Unos 40 comentaristas. ¿Por qué? Porque era lo único que tenían para oponerse a lo expresado en las urnas los electores. ¿Es que son anti-pueblo? No, pero sí tercamente anti-Morena, y si el pueblo votó por Morena, ahora son anti-pueblo.

Tiene su gracia: dada la presión de sus amigos en los medios comerciales, el gemelo de Lorenzo Córdova se volvió a presentar en otro foro de TV ahora para argumentar contra el mejor Lorenzo Córdova, el que había reconocido un mes antes que los demócratas no acuden a galimatías para impedir la democracia. Ahora alega con gran seriedad que existe un misterioso “espíritu” en la ley electoral, no escrito en la Constitución, pero adivinable si se le busca, y debe acatarse.

Lo hermoso de los hechos recientes es que transparentan el estado de cosas en los partidos de Oposición. Desde hace 5 años han cedido su dirección a los comentaristas de la TV comercial. Esa elite de no más de diez analistas, que siguen con devoción otros 30 analistas, toman a sus escritorios las decisiones de los partidos no de izquierda y las propagan por las poderosas antenas de los medios a toda la geografía del país.

Y así subvierten también el rol de los medios comerciales. No comunican, quieren liderar. No reflejan a la sociedad y sus dilemas, la arengan. No informan, pretenden conducirla. Son el partido político de Los Analistas. Un partido sin pueblo, sin proyecto, sin ideología fija, sin nada: con solo su propio bla bla bla.

Pues bien, Los Analistas han llamado a la gente de a pie a marchar este domingo para ondear el galimatías de Aguilar Camín ante el edificio del INE.

Puedo equivocarme, pero supongo que será una multitud muy pequeña. El lector, la lectora puede tener otra opinión. Acaso sean cientos de miles. O millones. Ya sabremos.

Pero si son un centenar, los partidos de la Oposición y los medios comerciales se tendrán que hacer la pregunta: ¿seguirán perdiendo seguidores bajo el liderazgo de Los Analistas —o elegirán dejar de seguir ellos a Los Analistas?

Según la reciente encuesta de Reuters, Televisa y los otros medios comerciales han perdido los últimos años millones de seguidores. En el año 2017, 60% de los mexicanos les concedía credibilidad; hoy solo el 30%.

Y según las últimas elecciones, el PRI y el PAN nunca en 50 años habían tenido menos votantes. Entre ambos partidos, 28% de la población.

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