Esta semana hubo unas cuantas fotos importantes para la 4T.

En una combi, los jeques de la Izquierda en el Congreso, Adán Augusto y Noroña, sonrientes con un sonriente Yunes.

El nuevo Club de Tobi en combi.

En redes sucedió un fenómeno novedoso: la foto reventó el enojo no de la Oposición, sino de la prensa y las bases de la Izquierda.

Se entiende que la 4T compró al senador Yunes para aprobar la Reforma Judicial, su voto en el Congreso era necesario: un mal menor, ¿pero a qué promocionarlo como protegido de la elite de la 4T?

Un exceso que solo se entiende como una desconexión de los jeques de esa combi con el sentimiento popular. Nadie sino ellos simpatiza con el cachorro de una estirpe célebre por su corrupción.

Y la corrupción es un insulto para los electores. No votaron para que los electos roben, votaron para que sirvan a los electores.

Ya había causado inquietud la célebre foto previa de Yunes, de hoy en adelante considerado por esta columnista como el arquetipo del Mal Menor. Yunes sonriente a un lado de la Presidenta.

“No me confundan”, escribió sobre esa foto en su momento una tuitera, y con razón. La gente votó por Claudia porque les provoca confianza, y esa foto confunde las aguas de esa confianza.

La foto más polémica de la semana que acaba fue la peor.

Layda Sansores, gobernadora de Campeche, nombró al panista Lavalle Maury como su secretario de Desarrollo Económico: un caballero que usa un brazalete de reo.

Resulta que el señor se encuentra cautivo como sospechoso de haber vendido durante la presidencia de Calderón sus servicios a la empresa Odebrecht, para procurarle un pago cuantioso del erario.

Y la gobernadora pelirroja, célebre por haber destruido la reputación de Alito al haber exhibido audios de su corrupción, se fotografió con su nuevo funcionario corrupto.

“Traidora”, ese fue el adjetivo más frecuente que le adosaron los tuiteros a Layda, y con razón.

Nadie contó con la astucia de Layda. A la mañana siguiente, se presentó en Palacio Nacional para tomarse una foto con la Presidenta.

Layda pegando la mejilla a la mejilla de Claudia.

Caray, los políticos están confundiendo a la Presidenta con la Virgen, cuya cercanía santifica a los más pecadores, y la pregunta es por qué Claudia lo permite.

No debiera regalar así su estampa. Esas fotos tiznan la confianza de los electores en ella.

Parecería que ido Andrés Manuel a su rancho, algunos 4teros dan por saldada la promesa de No robar, no mentir, no traicionar, y despreocupados entran alegremente a la etapa de Robar, mentir y traicionar, siempre y cuando te fotografíes luego con la Virgen Claudia.

Confiados en que la Oposición está derrotada y todavía confundida, y que la 4T parece destinada a gobernar por default otra década más, están estirando la liga de la fe de los electores…

…y la liga reventará, no sin antes chirriar mucho.

Porque sí, la Oposición que hoy conocemos está derrotada y es muy posible que no pueda competir contra la 4T en elecciones próximas, pero para las bases de la Izquierda la meta nunca ha sido puramente electoral.

Para la gente-gente la meta es transformar al país y en el proceso ellos recibir más bienestar, no someter al país a nuevos corruptos y cínicos.

Y por eso se rebelan al nuevo cinismo y toman el relevo de la crítica puntual y correctiva a los funcionarios de la 4T.

Hacen bien en cuidar al movimiento más esperanzador de este siglo en México.

Y en esa revuelta inédita de la gente de a pie es que la 4T puede, y debería, re-encontrar sus mejores ángeles.

Ahí están sus proteínas intelectuales y emocionales. En hablarle y escuchar y volver a hablarle a la gente, está la renovación de la mística que le urge hoy a la 4T.

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