1. Un hombre espía a su mujer. La mira salir del hogar especialmente guapa y en su auto sigue a prudente distancia al Uber en que viaja. La mira bajar en un restaurante y reunirse con otro hombre, joven y guapo, con quien cena en una mesa esquinada.
Ya entrada la noche, los sigue en el auto cuando en otro Uber la pareja llega a un hotel. Escucha qué cuarto les dan en la recepción, se aposta en la calle y por el círculo de un telescopio los mira entrar a la habitación —y despacio acercarse uno al otro... Entonces, ¡chin!, la luz del cuarto se apaga.
¡Otra vez la incertidumbre!, exclama el hombre.
2.
El ministro de la Suprema Corte Medina Mora envía su renuncia al cargo. Una carta de dos párrafos donde no explicita sus motivos. Pero el titular de la Unidad de Inteligencia de la Secretaría de Hacienda da al día siguiente una conferencia de prensa donde anuncia dos datos.
Las cuentas de banco del ministro han engrosado espectacularmente el último año, el mismo tiempo en que sus dictámenes han descongelado cuentas bancarias de tratantes de blancas, narcotraficantes y políticos corruptos, liberándoles la suma de 2 mil millones de pesos.
—¿Cuál es la relación entre los hechos? —le pregunta un reportero.
Se refiere a la súbita fortuna inexplicable del ministro; el retorno de 2 mil millones de pesos a las manos de los truhanes; y la renuncia del ministro.
—No tengo nada más que decir —dice el titular de la Unidad de Inteligencia.
¡Chin, otra vez la incertidumbre!, exclama el pueblo mexicano en 16 mil editoriales de periódico y radio y televisión —y en torno a las sobremesas de amigos y familias.
3.
¿Medina Mora es un truhán o no? ¿Fue el vergonzante ministro de los tratantes de blancas o no? ¿O fue (vagamente) acusado de falsedades y se le separa del cargo por otras razones inconfesables? ¿Esta es una trampa que le ha tendido la 4T? ¿O de ser en efecto un truhán, por qué se queda con el usufructo de sus fechorías?
Y por fin: ¿alguna vez podremos hablar, si no es entre signos de interrogación, de Medina Mora —o de la Suprema Corte de la Incertidumbre—?
Lo único seguro es esto. La Suprema Corte de la Incertidumbre ha renovado su logo. Ya no es un águila sosteniendo con las garras una balanza, sino una ruleta.