-Soy hombre homosexual.
—Soy mujer lesbiana.
—Soy no binario y bisexual.
—¿Qué soy? No sé qué soy. Ni tengo prisa en definirlo.
—¿Sabes qué? Podría ser pansexual. Pero ¿cómo para qué lo defino? ¿A ti te urge que lo defina?
Respuestas que recibí a la pregunta ¿qué eres?, en las entrevistas que recién realicé a jóvenes entre 15 y 24 años.
¿Sabe el amable lector, la lectora, cuánt@s mexican@s se identifican hoy como no heterosexuales?
Según la primera encuesta del INEGI sobre diversidad sexual, el 5%. Es decir 1 de cada 20.
Sin embargo, en el sector más joven de la población, en la llamada generación Z, es decir: entre quienes tienen de 15 a 24 años, los números cambian de forma dramática. Alrededor del 15% se identifica como no heterosexual.
Considere además el lector, la lectora, que la gente con una identidad no convencional suele resistirse a declararla a un encuestador. Los expertos calculan que alrededor de un 10% no la declara. Así que podríamos estar hablando de que una cuarta parte de la generación Z es no heterosexual. 1 de cada 4 mexican@s jóvenes.
Lo que concuerda con el más reciente censo en Norteamérica, donde el 30% de la generación Z se declaró no heterosexual.
Esta es una enorme novedad cultural. Es el resultado más llamativo e inesperado del post modernismo —que desprendió la narrativa de la pretensión de que nombra la realidad en sí— y del feminismo —que desprendió los roles sexuales de la biología, y así abrió un abanico de posibilidades eróticas para la especie.
El sexo ya no es lo que era y ya nunca lo será.
Otre entrevistade vestide del lado derecho de negro y del lado izquierdo de blanco, al centro una camiseta ajedrezada, cuando le pregunté ¿qué era?, fue más explicative:
—Sé que no soy él, ni ella, ni elle, pero soy todos.
—Ah caray –se me escapó.
Le pregunté entonces:
—¿Y no quieres tomar para ti uno de los nombres que hay ya flotando en el ambiente?
—Pues ya me he identificado como trans —respondió—, me he identificado como no binarie, me he identificado como género fluido y como género no conforme, pero ninguno se siente completamente como yo misme.
—¿Dirías que tú eres tu propia obra artística? –le pregunté sabiendo que dibuja y hace música.
—Sí, soy mi propio avatar, mi propia creación.
Y su amiga y acompañante, de falda y sueter verdes, pelo color verde, con los párpados y los labios también pintados de verde, a la pregunta de si era mujer, lo que a mí me parecía evidente, me respondió:
—Más o menos.
Sin embargo no todo es libertad para esta generación profundamente experimental. Rubí, bisexual, me contó cómo ella y sus amigues están formando un grupo en Chiapas para defender la libertad sexual en las comunidades indígenas, una libertad que vive amenazada por el conservadurismo.
Emiliano, estudiante del Colegio de México, me contó cómo su homosexualidad no ha sido atacada jamás en las aulas, aun si da por seguro que la casta de profesores mayores de 70 años no entiende un carambas sobre la diversidad. Pertenecen a una generación ostensiblemente macha y secretamente mocha. El último comentario es mío.
Y Ari, no binario, y de quién tampoco adiviné el sexo biológico, vestido en un vestido negro y con zapatos grandotes de varón, dictó a la cámara una clase de pronombres y sus usos correctos.
El, ella, elle.
Y noté entre nuestros camarógrafos a uno cuarentón tomando nota en una libreta.
Íbamos por un programa de una hora, pero mi directora, Isabelle Tardán, me advirtió que implicaba cortar grandes trozos de conversaciones –y cada que cortaba una parte grande, la extrañaba. Así que cortamos poco e hicimos dos programas de una hora.
El primero ya pasó al aire y se encuentra en YouTube bajo “Largo Aliento Generación Z”. El otro pasará el jueves próximo, a las 10 de la noche en Canal 14 y a la medianoche en Canal 11.