-Estamos en emergencia por Covid-19 –dijo la doctora Sheinbaum en su mensaje de antier a la población. –Está comprobado que el aumento de contagios se ha dado por el aumento de reuniones… Así que no salgan de casa –pidió por fin y reunió las manos en actitud de ruego.

El mismo día, el señor Salinas publicó en Tuiter la fotografía de la comida de Navidad en una de las empresas de su consorcio. En la fotografía se distinguen no menos de cien comensales, sentados codo a codo, sin cubre bocas. Contra las paredes se ven algunos meseros, sin cubre bocas. No visible en la foto, una puede adivinar en la cocina no menos de dos docenas de cocineros y ayudantes, sin cubrebocas.

—El Covid-19 es una enfermedad poco letal —había anunciado el señor Salinas hacía unos días en el escenario de la Ciudad de las Ideas , otro evento que patrocinó.

De inmediato Angela Merkel pidió para el señor Salinas el Premio Nobel , no se sabe si el de la Paz o el de Ciencias –aunque podría ser el de Letras, por la nueva definición del señor Salinas de la expresión “poco letal”.

Para ahora, en el país han muerto este año por Covid, según el conteo “centinela”, declarado como aproximado, 110 mil personas. Según mejores conteos, 220 mil personas. Y se espera que la cifra llegue a 300 mil muertos para enero. ¿Eso es, según el preclaro señor Salinas, “poco letal”?

¿Y cuántos han sido los muertos por Covid-19 entre los 90 mil trabajadores de las empresas del Grupo Salinas ?

Dado que las empresas del Grupo no cerraron durante la pandemia un solo día laborable, violando todas las normas sanitarias del país; dado que dentro de las empresas no se implementó ninguna medida extraordinaria, excepto colocar en las entradas de los espacios laborables dispensadores de gel y un medidor de temperatura; y dado que el Grupo Salinas no tiene un pacto con la Virgen, habría que suponer que el índice de letalidad ha estado muy por encima del 0.3 % del país, donde la mitad de las personas sí se confinaron.

Lo que sí es seguro es que los deudos de los muertos del Grupo Salinas no han recibido nada a cambio de las vidas de sus seres amados. A decir del blog que varios trabajadores del Grupo han abierto en Facebook , TV Azteca Apesta, los deudos no han recibido ni una compensación económica, ni una nota de condolencia, ni siquiera uno de los divertidos tuits del señor Salinas diciéndoles “oigan compas proletarios, gracias por la muerte de sus padres, madres, hermanos e hijas, y ánimo”.

Y algo igual de abominable es también cierto. Los deudos tampoco pueden reclamarle nada al señor Salinas. Para considerar la muerte de su familiar como un accidente de trabajo, y poder exigir por la vía legal un pago, tendrían que probar que el virus entró al cuerpo del trabajador en horas laborables y en los espacios de trabajo. Cosa imposible de probar.

“No sea llorón y respete mi libertad de escribir lo que pienso, en MÍ cuenta”, amonestó el señor Salinas en un tuit a un ciudadano que le reclamó su letal inmoralidad.

Lo que puede traducirse como: No sean llorones mexicanos, yo hago en MIS empresas lo que se me antoje.

Cosa que ha sido cierta hasta hoy y que el señor Salinas seguirá haciendo con plena impunidad, a menos que la doctora Sheinbaum, o los gobernadores de las otras regiones en emergencia por el Covid, decidan aplicar a las empresas, tiendas y fiestas navideñas del señor Salinas las mismas medidas que han anunciado aplicarán este diciembre al resto de los mortales.

A decir, en caso de las fiestas de más de diez personas, clausurarlas y multar a sus organizadores; y en caso de establecimientos laborales, exigirles horarios restringidos.

Ya veremos si los gobernadores nos dan ahora sí una prueba de que vivimos en un país con una mínima Justicia.

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