México ha sido una Cleptocracia. Un país cuyas elites están de acuerdo en el precepto: El respeto a la corrupción ajena es la paz.
Una Cleptocracia cuyo centro ha sido el Sistema de Justicia que opera como un centro de lavado.
Cuando un corrupto es expulsado de la Cleptocracia, típicamente la prensa ha hecho una gran alharaca, nunca mencionando que el caso es solo uno entre miles que conviven entre sí impunes.
A continuación, el expulsado ha sido llevado al Sistema de Justicia o de Lavado.
Ahí las fiscalías, merced a un pago, empiezan la limpieza: enredan los datos de la acusación contra el expulsado, de forma que pasados algunos años un juez declara el caso improcedente, porque está legalmente enredado. Y el corrupto vuelve al seno de la Cleptocracia, donde se le recibe como a un príncipe.
Así ha sido durante décadas y tal vez siglos. No sabemos cómo en la Colonia el sistema de justicia hacía para no servir a la justicia, pero tampoco servía.
Hete acá que la Izquierda siempre ha querido destruir a la Cleptocracia, para beneficiar al pueblo.
Intentó una guerra civil en los años 70 del siglo pasado, que apenas llegó a guerrilla. En 1988 se fundó por primera vez como partido, el PRD –que terminó por asimilarse a la Cleptocracia. En el año 2008, otro partido se fundó con el mismo anhelo. Morena. Y en el año 2018, Morena ganó por fin el poder presidencial.
Tácito en ese triunfo estaba la promesa que Morena intentaría destruir a la Cleptocracia. Tácito estaba también el peligro que más bien se asimilaría a ella, como lo hizo antes el PRD o como lo hizo el PAN al ganar la presidencia.
¿Cómo resultó el primer sexenio de Morena?
En cuanto al combate a la Cleptocracia, mal.
El presidente López Obrador decidió posponer la batalla contra la Corrupción. La meta principal de su gobierno ha sido el bienestar de los pobres.
En todo caso, el sistema de justicia (alias el Centro de Lavado de la Cleptocracia) designó este sexenio a Morena como su enemigo y se alió con los partidos corruptos y con la prensa comercial en el intento de frenarla. Vale recordarlo: el sistema de justicia rechazó 66 iniciativas del presidente López Obrador. Más de las que le frenó a Peña Nieto, Calderón y Fox juntos.
Y así aceleró el encontronazo con la Izquierda, a pesar de que este sexenio la vieja guerra de la Izquierda contra la Cleptocracia había quedado en una tregua.
Las piezas en el tablero del ajedrez político de hoy están así.
Lo mejor de Morena sigue queriendo desbaratar a la Cleptocracia; lo peor de Morena quiere seguir participando alegremente en ella; un ala de la Izquierda quiere olvidar el contexto de esta larga guerra y exige a Morena una impecabilidad imposible en este momento en que sigue operando según las reglas y con los actores de la Cleptocracia; y la Cleptocracia histórica se ha aliado para formar el bloque conservador.
Hoy Morena jura que reformará el sistema de Justicia. Esto puede leerse de dos formas. Morena reinicia la guerra de la Izquierda contra la Cleptocracia; o Morena ha asumido las formas mentirosas de la Cleptocracia y las usa en otra guerra, la guerra para desarmar al bloque conservador y poder gobernar a México 20 años.
Cuál es la lectura correcta nos lo tendrán que responder los resultados a mediano plazo.
O Morena desbarata el Centro de Lavado de la Cleptocracia y funda un sistema de justicia honesto —o inventa su propio centro de lavado para sus cleptócratas.
La moneda está en el aire.