Sabina Berman

Fuga a Marte

Fuga a Marte
17/01/2021 |02:16
Redacción El Universal
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Para Pepe

1. A media pandemia , mientras miles de monos soñadores morían cada hora de asfixia, el Falcón 9 , un cohete esbelto como un bolígrafo blanco, despegó impulsado por un chorro de fuego dorado.

Su meta: un planeta sin aire respirable: Marte.

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O más bien, la estación espacial más próxima a Marte . Llegar a la estación y luego recuperar las piezas del cohete, que irían cayendo a la Tierra, era el paso previo antes de planear un vuelo esta vez sí directo al planeta rojo.

Todo lo cual se logró satisfactoriamente y Elon Musk , el empresario detrás de esa meta, no podía estar más complacido.

Amén del triunfo técnico, a partir del despegue del Falcón 9, la venta de boletos para el vuelo que por fin sí descendería a Marte, lo volvió el hombre más rico de la especie.

1 millón de dólares por cada boleto VIP; 500 mil dólares por cada boleto de sus familiares; 300 mil dólares por cada boleto de los sirvientes, en zonas de asientos con menos espacio.

Y recién declarado el hombre más rico de la Tierra, Elon Musk anunció a dónde iría íntegra su fortuna. A preparar a Marte para la llegada de los colonizadores .

Habría que rodearla de una gigantesca escafandra, con filtros complejos donde la atmósfera se volviera aire respirable. Habría que inventar ríos y lagos. Habría que empezar a parcelar el extenso desierto de arena roja.

—En cuánto se instale la primera lavandería de chinos –había declarado una década antes— la economía empezará a brotar por sí sola.

Vendrían primero las cabañas privadas. Luego las casas más amplias. Las bodegas para víveres. Los auto servicios. Los restaurantes. Las escuelas. Los edificios de oficinas. Las carreteras. Los shopping malls. Las fábricas. Los campos con girasoles de metal para producir energía eléctrica. Y todo eso tendría que ocurrir antes del Gran evento.

El Gran evento: en el lenguaje de los billonarios de la especie, el evento que destruirá definitivamente la viabilidad de la Tierra como hogar de los monos soñadores . Una pandemia imparable, la inundación de las costas continentales, los incendios de las selvas y los bosques, la desoxigenación del aire, una lluvia de bombas nucleares : todo eso en espaciada sucesión —o tal vez, quién sabe, todo al mismo tiempo.

Algún día no muy lejano, los capaces de pagar los costos del cambio de domicilio a Marte, podrán disfrutar desde una enorme explanada de cemento el espectáculo sin precendente de la remota Tierra explotando al fondo de la noche roja en millones de diminutos pedazos.

2.

Pepe Mújica, ex presidente del pequeño y adorable Uruguay, no vio el ascenso del Falcón 9 por el cielo. Esa línea de oro se marcó a sus espaldas, mientras él hincado metía un terroncito de tierra con un tallo verde, dentro de un surco.

Estaba plantando flores moradas, flores no-me-olvides, en su chacra, su rancho, en las afueras de Montevideo.

A sus 85 años y a raíz de la pandemia, había considerado prudente abandonar su curul de senador en el Congreso y ahora pasaba las horas de sol dedicado al cultivo de las flores, que luego enviaba a vender a la ciudad.

Pero mientras trabajaba también soñaba. Y soñaba también a media noche, caminando en chanclas por su cabaña y sorbiendo del popote de plata de su cazuela de mate.

Soñaba en solucionar el encontronazo de los monos soñadores con la realidad natural de su planeta original.

Un acueducto donde las aguas del descongelamiento del Ártico viajarían, goteando, a través de las tierras áridas de Alaska, Canadá , los EUA y México , hasta llegar a Uruguay. La reforestación de la Patagonia para volverla hospitalaria para los monos soñadores, los pingüinos, los venados, las vacas y los sauces.

Con ambas manos Pepe aplanó la tierra negra alrededor del tallito verde.

3.

Dime hacia dónde sueñas y te diré quién eres. Sueñas hacia el Norte, en escapar a Marte, o hacia el Sur, en por fin aterrizar en la Tierra.