Un pez le preguntó a otro pez:
—¿Cómo sientes hoy el agua?
—¿Qué diablos es eso, el agua? –respondió el segundo pez.
Así los humanos del siglo 21 y la religión del dinero. No la vemos porque está por doquier —y lo que predica lo confundimos con la Naturaleza misma de la vida.
Lo Bueno es lo que nos da dinero. Lo Malo, lo que nos hace perder dinero. Los pecadores son los pobres, por algo son pobres. Los elegidos de Dios son los ricos.
Mark Zuckerberg
encargó estudios sobre los efectos sociales de la familia de plataformas digitales de las que es dueño. Los resultados fueron alarmantes.
Los algoritmos de Facebook incentivan los contenidos agresivos y falsos —lo que ha virado hacia la agresión y la mentira no solo los contenidos de FB, sino el debate público en el mundo entero. En Instagram las cosas no pintan mejor: una de cada tres mujeres jóvenes que usan Instagram están enganchadas en un círculo adictivo: pasan de la depresión a la consulta obsesiva de las imágenes de cuerpos perfectos.
Ante los resultados esto es lo que hizo el potentado. Nada. Un minúsculo cambio temporal en FB. Y luego, otra vez, nada. ¿Por qué? Por una sola razón. Para no perder dinero. Así, la salud de sus usuarios empezó a financiar las ganancias del conglomerado de plataformas.
Pero hete acá que una de las estudiosas de los daños a los usuarios no estuvo de acuerdo con la decisión del amo del consorcio. Frances Haugen se despidió de su trabajo en Facebook, solo que antes fotocopió miles de hojas donde se daba cuenta de los hallazgos —y atendió el llamado que un mes antes un periodista del Wall Street Journal había diseminado por Pinterest .
“¿Alguien tiene información sobre los efectos nocivos de FB?”
La semana que hoy cierra fue crucial para la salud pública y para FB. Al inicio, el Wall Street publicó la primera parte de su investigación sobre FB; luego, Haugen habló en las televisoras norteamericanas de esos resultados; y por fin el viernes Haugen dio su testimonio ante el Congreso y les rogó que regularan a su antiguo empleador.
Algo sin embargo ocurrió entre las entrevistas de la delatora en la televisión y su comparecencia ante los senadores. Y ese es el evento que marcará el futuro de la relación de las plataformas digitales con sus usuarios. Facebook se cayó —se calló— más de 5 horas. Lo mismo Instagram y WhattsApp: se cayeron —se callaron— más de 5 horas.
¿Una coincidencia? Más bien pareció una advertencia del dueño de FB a sus usuarios. De cierto, la disculpa que Zuckerberg publicó suena como una amenaza velada, al estilo de la que enviaría un capo mafioso a sus clientes cautivos.
“Perdón por la interrupción. Sé cuánto confían en nuestros servicios para mantenerse conectados con las personas que les importan".
A esto hemos llegado con los dueños de los monopolios globales. Dicho simple, los Amos de la Especie se niegan a obedecer a los gobiernos, y menos a las voces de sus usuarios, amparados en la Religión del Dinero, que entre otras certezas proclama que la propiedad privada, es privada.
¿Es eso cierto? ¿Puede un consorcio afectar la salud de sus usuarios, impunemente? ¿La ley del mercado es la Ley de Dios?
En México ya vimos este drama en la maqueta de un pequeño consorcio nacional. Durante la pandemia , el Grupo Salinas forzó a sus 180 mil asalariados a seguir trabajando, cuando el resto de las empresas habían acatado las órdenes de la autoridad de cerrar sus locales de trabajo y de venta. El gobierno, dicho sin adornos, se dobló. No hizo nada en defensa de los 180 mil trabajadores ni de los usuarios de Grupo Salinas. Salvo honrosas excepciones, la prensa y los distinguidos comentócratas nacionales no tocaron el asunto, aterrados por la posible retaliación del violento dueño del Grupo. Y hoy mismo el Grupo anuncia en sus locales comerciales y su televisora su nuevo logo triunfal.
“Somos imparables”.
Veremos hasta cuándo los consorcios son imparables. En los próximos años veremos si el poder político sigue renunciando a controlarlos. Y si el poder político sigue en su abdicación, todavía nos faltará ver que la población civil se quede sin reaccionar.
Durante la caída de las tres plataformas de Zuckerberg, algunos mensajes irónicos circularon por Pinterest. “¿Por qué no le tumbamos sus plataformas a Z durante un día completo, mediante una huelga de usuarios?”, preguntó un usuario. “Oye, qué buena idea”, respondió otro. Y otro: “¿Cuántos billones calculas que perdería ese día Mr. Zuckerberg?
Bienvenidos a la revuelta de los usuarios. Bienvenidos al crecimiento del batallón de los herejes de la religión del dinero.