La cifra oficial de muertos por Covid en México es ya de 170 mil. El Dr. López Gatell nos advirtió sin embargo que esta cuenta depende de un método para contar –y que podría en realidad ser 3 o 5 veces más alta. Digamos entonces que tenemos ya 600 mil muertos.

La ciudad de Mazatlán tiene 600 mil habitantes. Para los que la conocen, imagínensela vacía. Sin personas vivas. Todas las casas de la ladera del monte vacías. Los edificios del centro de la ciudad, entre los que se otea el mar verde, vacíos. Tal vez con unos gatos cruzando una avenida desierta y un tropel de perros cabalgando por la playa desierta, paralelos al inmenso mar verde.

De ese tamaño es la tragedia que vivimos.

El Coneval nos avisó este jueves recién pasado que los clase medieros que han caído en la pobreza son ya 9 y medio millones. Ahora hay que imaginarse a la ciudad de Toluca entera —no vacía— pero sí llena de vendedores ambulantes de chicles. Y también a Monterrey, Guadalajara, Tijuana y León, con solo vendedores de llaveros y botellitas de agua: solo trabajadores informales. Sumadas, las poblaciones de estas cinco ciudades equivalen a esos 9 millones y medio de nuevos pobres.

De ese tamaño es la tragedia que vivimos.

El Secretario de Hacienda, Arturo Herrera , publicó hace un mes un video donde explica el razonamiento del gobierno para no haber subsidiado a los trabajadores informales del país —los q tienen q salir diario a ganarse el pan—; una abstención que los obligó a ellos a seguir saliendo de sus casas a enfrentarse con el virus –y nos dejó al conjunto del país sin un confinamiento colectivo, que pudo cortar las cadenas de contagio y por lo tanto pudo haber disminuido a la mitad los muertos del Covid .

Es el mismo razonamiento, según el Secretario, que ahora el gobierno emplea para no subsidiar a los pequeños y medianos empresarios que han tenido que cerrar sus empresas —y han dejado sin trabajo a esos 9 millones y medio de clase medieros pauperizados.

El Secretario lo resumió en tres palabras. “No quisimos endeudarnos”. Lo explicitó luego en una frase más larga. “México no puede darse el lujo de pagar tasas de interés por deuda —del 4%”. Y calculó que de habernos endeudado, hubiéramos tenido que pagar cada año a nuestros acreedores lo que cuesta anualmente la educación pública superior .

Entonces pues, el gobierno decidió que sí tuviéramos educación superior pública, aunque hubiera 600 mil muertos –en lugar de 300 mil— y aunque hayan 9 millones y medio de nuevos pobres. Y esa decisión, asegura el Secretario, dará sus frutos: gracias a ella saldremos pronto de la depresión económica .

A mí francamente no me hace sentido ese razonamiento. Pero quiero con todo el corazón que al Secretario de Hacienda le asista la razón: saldremos rápido de la depresión económica : esos 9 millones de clase medieros convertidos en pobres y los 7 millones de pobres que cayeron a la pobreza extrema , retornarán rápido a su nivel previo.

Es ilustrador revisar qué hicieron distinto los países asiáticos ante el virus. No se distrajeron en tratar de administrar la pandemia: no hicieron ecuaciones complicadas con variables económicas, de salud y de política. Nada, se hincaron ante el virus: lo dieron por real y temible: cerraron sus fronteras, encerraron a las poblaciones enteras en confinamientos obligatorios , distribuyeron comida a los domicilios de los más pobres, para que no rompieran el confinamiento, y mandataron el uso del cubrebocas.

Ahora viven sin confinamiento, sus economías están abiertas y funcionando a pleno motor, y los fines de semana hacen conciertos de rock en estadios llenos de gente.

Ahora imagine el lector, la lectora, al barrio de Coyoacán en la Ciudad de México, absolutamente vacío, sin siquiera uno de sus 600 mil habitantes. Las calles son recorridas por bolsas de estrasa que el viento impulsa. En las grietas de las aceras han surgido unos tallos verdes. En las librerías donde tantos pasamos nuestra juventud solo caminan a ras de piso las cucarachas.

De ese tamaño es nuestra tragedia.