Dos imágenes de la TV mexicana.

3 de octubre de 1968. Jacobo Zabludovsky inicia la emisión del noticiario más atendido del país con una frase fresca.

—Hoy amaneció soleado.

La tarde anterior en la Plaza de Tlatelolco habían sido asesinados estudiantes. Jacobo tiene pietaje de cine y audio de grabadora de la atrocidad –el Ejército disparando desde los edificios que circundaban la plaza contra los jóvenes desarmados, el asfalto tiñéndose de sangre— pero tiene también la orden del dueño de Televisa (entonces llamada Telesistema Mexicano) de ni siquiera mencionarlo.

—Somos soldados del Presidente –le ha recordado esa madrugada Azcárraga a Jacobo, según me lo habría de narrar Jacobo a mí décadas más tarde.

Así que Jacobo habla en el noticiario del día soleado y de otros asuntos –y no dedica una sola sílaba al único asunto que trascenderá a la Historia. La matanza.

30 de marzo de 2023. Carlos Loret de Mola dedica la emisión de Latinus a la terrible muerte de 39 inmigrantes en un albergue que se incendió.

Es un golpe directo al Presidente. O así lo formula Loret: saltándose cuatro escalafones de funcionarios, hace responsable directo de la tragedia al Presidente. Nadie se asombra. Su noticiario, el más atendido de internet, existe de forma exclusiva para golpear al Poder Ejecutivo. De cada 10 emisiones, en 9 ha golpeado al Presidente o a uno de sus ministros o de sus hijos.

Loret es un soldado contra el Presidente.

Entre esas dos fechas transcurre la historia del Poder Mediático Comercial del país, el mayor generador ideológico de nuestra sociedad, en la que destacan 3 momentos.

En la dictablanda del PRI, a todo lo largo del siglo 20, el poderoso Poder Ejecutivo, un día sí y otro también, blande ante los medios la amenaza de clausurarlos, si no le son devotos al milímetro.

En el año 2000, el país entra a la Democracia, por la Derecha: los neoliberales gobiernan y acorde con su credo quitan el yugo a la Prensa Comercial: año con año la van absolviendo de obligaciones y empiezan a pagarle por publicidad y también por “buena prensa”, es decir, por callar o minimizar los yerros del Presidente y por ensalzar o mentir sus logros.

Así, el cliente principal de la Prensa Comercial deja de ser los anunciantes de pastelitos y detergentes y se vuelve el Presidente y los gobernadores en turno. El Poder Ejecutivo.

Tercera fecha. En el año 2018, el nuevo Presidente decide dejar de pagarle a la Prensa Comercial –o de forma más precisa: adelgaza de forma dramática los pagos—e inaugura una comunicación directa con los ciudadanos a través de sus conferencias matinales diarias, para convertirse él mismo el segundo generador ideológico de la sociedad.

En consecuencia, la Prensa Comercial pierde su última atadura al Poder Ejecutivo y entra a una disyuntiva. Para mantener su relevancia, o acude a su razón teórica de ser –servir la Verdad a los mexicanos—o le declara la guerra al Presidente que no quiere pagarle, para regresarlo al redil de los pagos billonarios.

Juzgue el lector, la lectora, lo que ha decidido la Prensa Comercial.

Pero Zabludovsky y Loret son idénticos en algo definitorio. En la estrechez de su curiosidad periodística. En su mira no cabe el país, solo cabe el Poder Ejecutivo. Los otros poderes –el Legislativo, el Judicial, la Oposición, el Económico, EUA, el Ejército, el Crimen Organizado—jamás fueron o son revisados o cuestionados por uno u otro.

¿Por qué?

Por lo descrito antes. A Jacobo se le pagaba por ser soldado del Presidente y a Loret para ser un soldado contra el Presidente. Ni uno ni otro trabajaba o trabaja para el público de a pie.

El periodismo mexicano está listo para abandonar el pueril presidencialismo al que lo condenó los intereses de los dueños de la Prensa Comercial, para volverse lo que no se ha atrevido a ser todavía: un periodismo con la mira abierta en la que cabe el país y sus diversos poderes –y cuyo cliente es la gente.

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