Declare el jurado a García Luna culpable o no, importa la luz con la que su juicio viene iluminando las intersecciones del Crimen con el Estado Mexicano y con Estado Norteamericano.
Para empezar, confirma que desde hace ya 20 años el Narco manda sobre las fuerzas del Estado Mexicano. En palabras del que fuera el abogado del Cartel de Sinaloa:
—Nosotros no trabajábamos para García Luna (el ex secretario de Seguridad), García Luna trabajaba para nosotros.
O en palabras de un capo:
—(Durante la pretendida Guerra contra el Narco) pasamos de controlar 4 estados a controlar 24.
Es decir, la supuesta Guerra de Calderón contra el crimen fue un telón de violencia tras el cual el Cartel de Sinaloa conquistó 20 estados de la República, conquista solo explicable gracias a la cooperación de las “fuerzas del orden”.
(Joder: en el telón de fondo murieron miles de mexicanos y mexicanas.)
La misma subordinación del Estado al Narco se mostró en varias anécdotas relatadas por los testigos.
Vestidos de agentes de la AFI, los narcos descargaban de forma rutinaria la droga de aviones que aterrizaban en el aeropuerto de la CdMx.
Cuando el secretario de Seguridad, García Luna, desatendió a un capo, el capo lo secuestró y lo primero que hizo fue soltarle una bofetada en el rostro.
Otra cosa que nos confirmó el juicio. No debemos hablar en pasado al referirnos a ese control del Narco sobre las instituciones del Estado Mexicano. No hay ninguna razón para suponer que tales no siguen siendo igual de porosas al dinero del crimen y que al menos una parte siguen subordinadas a él.
Salvo el cambio de sus titulares y segundos mandos, no se han renovado los organigramas en nuestras fiscalías, policías y fuerzas militares; no se han instalado nuevos controles de vigilancia; no se han adquirido arsenales que re-equilibren la relación Estado-Narco; y no se ha legislado para legalizar algunas drogas.
Nada ha cambiado el Estado Mexicano respecto al trasiego de droga, luego entonces, ¿por qué habrían de haber cambiado sus relaciones con el Narco?
Como en otros juicios a capos mexicanos, en el juicio se describió a las fuerzas del Estado Mexicano como débiles y corrompidas por el narco —y de seguro lo son— pero no hubo una sola mención a la DEA, la CIA, el FBI o al Ejército norteamericano, porque tampoco hubo ninguna pregunta a los testigos sobre la distribución de la droga luego de que cruza el Río Bravo.
Alguien la distribuye allá y alguien permite que se distribuya. Corrijo: numerosos grupos de delincuentes deben estar involucrados en la distribución de la droga en Norteamérica y numerosos “guardianes del orden” deben estar cooptados para permitirlo. De otra forma el país vecino no estaría en una crisis de salud tan grave. Un botón de muestra. Solo el fentanilo mató a 100 mil estadounidenses en 2022. Y la estricta omisión en el juicio de lo que acontece en territorio norteamericano delata que el juez vetó de antemano esa exploración.
Al parecer, el proyecto norteamericano es declarar al Crimen mexicano como una fuerza terrorista, lo que justificaría una invasión de su milicia a nuestro territorio.
Dolia Estévez lo cifró este jueves así en un hilo de tuits: “En coincidencia con el juicio, 21 procuradores estatales republicanos presionaron a Biden para que clasifique a los carteles como organizaciones terroristas… Lo mismo que a ISIS y AlQaeda.”
“(Los procuradores) culparon a los carteles de Sinaloa y JNG… (y) dijeron que están librando una guerra de destrucción masiva con el fentanilo como arma química contra EEUU…”
Es decir, como los gringos no quieren combatir en su territorio el inmenso y lucrativo comercio de la droga, proponen invadir a México para combatirlo acá –para que acá caigan los muertos, no allá.
Vaya hipocresía del Estado Norteamericano. Vaya pasividad infinita del Estado de este lado.
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