Me llega una invitación personal e intransferible para la toma de posesión de la Presidenta, estando yo entre pingüinos, en la Antártica.

—Carajo –suspiro.

Y mi primer impulso es quitarme el traje de material de rompevientos, los guantes y las botas, disfrazarme de persona de ciudad, y asistir. Nunca se repetirá la ocasión de la primera mujer tomando posesión de la Presidencia.

Y sin embargo no es así de fácil. Tendría que montarme a un barco, cruzar mar 5 días para salir de la zona de hielo polar, y luego cruzar cielo en dos vuelos. Solo el número de los días de la vuelta me hace desistir del intento.

Así que sentada en una piedra entre pingüinas a punto de expulsar su primer huevo del año, escribo mi felicitación a Claudia Sheinbaum y a mi patria, México, por este evento que hará historia.

No lo dudo: seguirán los cambios hacia la Izquierda, es decir: hacia más democratización, pero acaso los cambios de mayor trascendencia serán los cambios que feminizarán al país. Ya se sienten llegar desde lo formal hasta lo sustantivo.

El trato de Claudia es simplemente menos rijoso que el de Andrés Manuel, le gusta mucho menos el conflicto y sus espectáculos, y tiene menos combates personales pendientes.

Como buena mujer que nació y creció en una cultura machista, sabe circunnavegar la eterna necesidad del macho de marcar su jerarquía superior ante otros machos; lo que no quiere decir que deja pasar los retos, solo que responde a ellos de forma estratégica. Mujer de poder, mueve una pieza en el tablero y ve suceder los resultados sin jactarse.

Así por ejemplo resolvió la crisis de la vacunación durante la pandemia. Abandonó los torpes lineamientos nacionales, se sentó a planear con una computadora sobre el regazo y sus propios técnicos, y en dos días la vacunación en la CdMx fluía con un ritmo impecable.

Así resolvió también la desigualdad de la Izquierda en los medios comerciales durante la campaña electoral. Colocó en cada mesa de análisis un vocero bien articulado, y con esa simpleza cambió el desequilibrio.

Y así ha resuelto una multitud de escollos. Mueve otra pieza en el tablero del poder, ve suceder los efectos, nunca los presume.

Además, venturosamente, es verdad que Claudia no llega sola al poder presidencial. Llega precedida por 6 años en que México se acostumbró a ver mujeres tomando decisiones y tomando la palabra pública, gracias a que en el año 2018 se volvió ley la paridad en los congresos del país y se volvió regla en los gabinetes de la Izquierda.

Llega además rodeada de un equipo donde las mujeres feministas son una mayoría. Jóvenes, muy bien preparadas, acostumbradas al estilo de la Jefa, así la llaman, un estilo de mando exigente, donde las cifras son la prueba de la eficacia.

—Cada mañana se despierta y abre su computadora aún en la cama y revisa cifras y más cifras —me lo confía una colaboradora. —Los números son su Biblia.

—La disciplina es la marca de Claudia —me lo dice otra. —Trabajar para ella es aceptar un rigor militar.

—Casi no duerme —me lo dice una tercera. —En la madrugada lee todo cuanto le escriben por whatsapp y lo que se escribe en la prensa sobre su trabajo. Aunque solo contesta lo que le parece imprescindible de ser respondido.

Y tiene la agenda feminista clara en su cabeza, según ella misma lo ha declarado. Abolir la violencia contra las mujeres y aumentar los servicios pro-familia.

Sí, ya se sabe, la Derecha estrenó hace unas semanas su enésima versión de la ya vieja y cansina historia que narra que López Obrador es un dictador: ahora aseguran que seguirá gobernando por la interpósita persona de Claudia, y que eso no dejará de suceder excepto si Claudia “se rebela”.

Lo verán solo en sus sueños. Esta es otra forma de gobernar con marca de mujer que todavía no conocen. Lo dicho: una forma despreocupada del machismo y sus eternas confrontaciones.

Claudia sí continuará las líneas marcadas por su padre político, porque está de acuerdo con ellas, pero al mismo tiempo añadirá un segundo piso a su proyecto. Habrá más construcción de infraestructura y más ayudas sociales; más ciencia, educación y feminismo: para ello ha inaugurado una flamante Secretaría de la Ciencia y una flamante Secretaría de la Mujer, precedidas por mujeres serias y capaces en cada campo; y habrá mayor disciplina y menos palabras.

Más nueces y menos ruido.

Le deseo toda la suerte a Claudia (nunca estorba la suerte) porque su éxito será el de todos (y en especial el de todas).

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