A mis amigos que reflexionan sobre dividir o no su voto.
En 2017, el PRI y el PAN y sus analistas afines nos advirtieron que de ganar AMLO la presidencia, sería un dictador.
Entre 2018 y 2024, gobernó y no fue un dictador.
Vaya, la mitad del sexenio, cuando su partido no fue mayoría en el Congreso, buena parte de sus iniciativas quedaron en iniciativas no realizadas.
Ahora, en este 2024, el PRIAN y sus analistas afines nos aseguran que Claudia, ella sí, será una dictadora.
¿Por qué?
Porque como científica es más disciplinada que AMLO, tiene un mejor equipo y llegará a la presidencia con un apabullante70%.
—Está bien —exhortan a los electores que han decidido otorgarle su voto a Claudia—, voten por ella, pero al menos dividan su decisión: voten por Claudia y al mismo tiempo por un Congreso dominado por la Oposición, para que obstruya cada una de las iniciativas de Claudia.
En una metáfora: denle a Claudia la bicicleta, pero sin ruedas.
Una vez más hay que analizar la propuesta, porque es harto complicada:
La Oposición pide a los electores que si les gusta la meta que ofrece Claudia, voten por esa meta y al mismo tiempo voten para que Claudia no pueda alcanzarla.
¿Qué ganarían los electores con ello?
La oportunidad de, transcurridos seis años, lamentar que Claudia no haya alcanzado la meta que prometió.
—¡Malditos políticos! —clamarían a coro los electores en el Zócalo—, ¡no sirven para nada!
Hay que decirlo con todas sus letras: es una pésima idea.
Y a todo esto, ¿qué meta alcanzaría Claudia, si pedaleara en una bicicleta con dos ruedas?
Claudia ha expresado claramente a dónde pretende llegar. Ahí donde AMLO intentó llegar y no lo logró, precisamente porque su partido no tuvo una mayoría en el Congreso los tres últimos años de su sexenio.
A separar a los poderes del Estado —el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial— del Poder Económico, que durante los últimos 30 años de neoliberalismo los mantuvo subyugados.
En otras palabras, la meta es que los magnates cumplan con el pago íntegro de los impuestos que les corresponden —por ahora, apenas la mitad de ellos lo hacen y que prosperen únicamente en el libre mercado, sin coaccionar a los poderes del Estado.
Y que el Poder Judicial deje de servir de manera exclusiva al Poder Económico: que deje de vender sentencias y amparos a los magnates, imparta Justicia a cada ciudadano, sin cobrársela, y que deje de obstruir las iniciativas que benefician al bien común.
En síntesis, se trata de terminar de desmantelar al régimen neoliberal —un régimen que fracasó en beneficiar a la mayoría de los mexicanos.
Esto es en realidad lo que hoy se juega: salimos del neoliberalismo el próximo sexenio o nos tardamos otra década en salir: les damos a los partidos neoliberales las ruedas de la bicicleta, para que se mantengan a flote, o los dejamos seguir hundiéndose y naufragar.
Concluyo centrándome en ese momento secreto del voto individual en la casilla.
Los que sí queremos abandonar el territorio neoliberal, votemos para que continúe el viaje: para la presidencia por la Izquierda, por el Senado y la Cámara de diputados por la Izquierda, por el gobierno de la Capital otra vez por la Izquierda, por los candidatos de Derecha disfrazados hoy de Izquierda, ni un voto.
Démosle a la Izquierda la bicicleta por seis años más, pero completa, con ambas ruedas.
Y durante el sexenio, exijamos, exijamos y no dejemos de exigir que no se traicione.
Que Claudia no suba en su cesta a más chapulines e hijos del nepotismo. Que no permita que se monten en el diablillo de la rueda trasera los corruptos. Que no desvíe el manubrio de la meta, distraída por veleidades.
Tendremos el derecho y también la obligación de exigirle eso y más, pero solo y solo si le hemos dado la bicicleta con las dos ruedas.