Al Poder se le revisa y se le cuestiona. La frase cifra la misión del periodismo. Es tiempo sin embargo de preguntarnos, ¿de qué poder hablamos en México cuando hablamos del Poder?

Durante un siglo, al hablar del Poder, en México nos referimos de forma exclusiva al Poder Ejecutivo Federal, encarnado en el presidente en turno. La práctica suponía a un presidente todopoderoso, un monarca sexenal en un reino donde no se movía nadie ni nada –ni una hoja de árbol o de papel— sin su anuencia.

Lo que siempre fue una fábula. Más un deseo que una realidad. Pero llegada la Democracia a México, cada sexenio la fábula ha venido resultando más inexacta —y sin embargo nuestro periodismo no lo ha terminado de asumir.

Como muestra un botón. Aún hoy 4 de cada 5 de las editoriales de nuestros periódicos tratan del Presidente.

Hoy tal simpleza más que revelar la realidad del Poder en México, la oculta. La verdad es que en el país conviven otros poderes de considerable influencia, cada uno movido por sus propios intereses. Permítame el lector, la lectora, que sin pretender agotar su listado, mencione a los principales.

Al poder se le cuestiona (perfecto, ¿pero a qué poder?)
Al poder se le cuestiona (perfecto, ¿pero a qué poder?)

En un periodo histórico marcado por la necesidad de acortar el abismo que divide a ese 1% del resto de los mexicanos, es absurdo no revisar y cuestionar los procedimientos de su enriquecimiento, procedimientos que de hecho han causado el empobrecimiento del resto de la población.

Existe además el Poder Mediático Comercial, que fue hasta hace poco el único gran generador ideológico del país. Otro poder con sus propios intereses, a menudo hermanados con los del 1%.

¿Estaba un magnate por firmar un contrato con el gobierno para hacerse una mina en el Norte del país? Las críticas al presidente en turno se acallaban en su radiodifusora.

¿Quería el secretario de Hacienda cobrarle impuestos a un consorcio? En la televisora del consorcio se soltaba al aire un reportaje sobre el secretario —y oh, magia: el secretario le condonaba el pago de impuestos.

Los anteriores son ejemplos sustraídos de la realidad cercana.

Para aumentar la veracidad de un mapa más complejo de los poderes del país, también es necesario asumir que desde el advenimiento de la Democracia en México, existen varios poderes políticos, además del poder del presidente en turno, y cada cual con sus metas.

El Poder Judicial. El Poder Legislativo. El Poder de los Organismos autónomos (el del INE, por ejemplo). Y de forma principal, el poder de los partidos de Oposición.

El Poder del Ejército es indiscutible.

El Poder del Crimen Organizado también.

El Poder que ejercen los EUA sobre México es también intenso.

Al hablar del tablero del Poder nunca nos referimos a la Naturaleza. Deberíamos hacerlo en estos tiempos en que la Naturaleza está determinando gran parte de nuestra vida colectiva. Y como muestra, este botón. La pandemia.

La Naturaleza no es siquiera una pieza importante en el tablero del ajedrez de la política: es el tablero mismo. ¿Podemos seguir hablando de la vida de las polis sin tomar en cuenta a la Naturaleza?

Termino con otra pregunta. ¿A quién le interesa preservar el mapa simplista del Poder en México?

Por supuesto a los analistas políticos perezosos: qué comodidad reducir el análisis de un país al sicoanálisis de un solo hombre. Por supuesto al presidente en turno, al que añade cargas de narcicismo monárquico. Por supuesto a la Oposición, a la que le regala un discurso fácil y falso, a decir: un simple cambio de titular en la presidencia cambiaría al país entero para mejor. Y por supuesto a cada uno de los otros poderes actuantes, a los que deja a salvo del escrutinio y por tanto del sometimiento al bien común.

Al Poder se le revisa y se le cuestiona, perfecto, pero en todas sus encarnaciones.

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