Salma Celeste Paralluelo, minuto 89. Carmona mete el zurdazo, rebote... Pasa por la izquierda en el cambio de juego. Salma remata a gol, rebota de nuevo, y ¡Gol de España! Casi al finalizar, después del empate (1-1) de las suecas. En el último minuto, las españolas vencieron.

Y es que todos los encuentros de cuartos y semifinales en el Mundial Femenil han sido de alarido. Lo más importante que hemos visto, además del gran ejemplo de igualdad entre hombres y mujeres, han sido las jugadas espectaculares, la armonía, juego limpio, hermandad y belleza que han existido. Nulo juego sucio, goles de ensueño, atajadas grandiosas, y mentes de acero, en específico una que me llamó la atención. Australia y Francia se fueron a la tanda de penaltis.

La portera de las Matildas, Mackenzie Arnold, había atajado el primero, pero las anfitrionas también habían fallado ante la arquera Durand. Mckenzie detuvo uno de los decisivos, a Eve Perisset, y le tocaba el gol del triunfo a la arquera australiana. Se perfiló, tomó vuelo, remató y... La falló. Después de eso, tuvo que reponer su mente en segundos, porque le tocaba intentar atajar de nuevo. Se colocó, calló su mente. Kenza Dalí se preparó para su tiro, Mckenzie lo paró, celebró, y el VAR pidió que se repitiera, ya que se había adelantado la portera. Otra vez, volvió a respirar, visualizar, tomar aire.

Volvió a tirar la francesa, y ¡Volvió a detener el penalti. Después, era turno de Katrina Gorry. La metió en la red lateral. Gorry celebró mirando al cielo, recordando al padre de su prometido, quien había fallecido días antes. Sí, habían eliminado a Francia. Y sí, también son seres humanos, y aunque pensemos que cuando hay un Mundial no existe nada más, nos topamos con estas historias.

Australia jugó la semifinal contra la gran favorita Inglaterra, durante esta madrugada.

Después de este triunfo histórico para las Matildas, Catley comentó: “Así somos como equipo en este momento, simplemente creemos. Seguimos luchando pase lo que pase, ya sea el VAR, una repetición de jugada, penaltis, fallas, goles, atajadas. Sea lo que sea, nunca dejamos de creer que vamos a ganar”.

Esta es una nueva era para el futbol australiano, con la juventud de una Mary Fowler de 20 años de edad, segura y confiable, y de jugadoras como Kerr, Gorry y la mente de acero: Mckenzie Arnold.

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