Cuando en el sexenio peñista se aprobó que una empresa china se hiciera cargo de la construcción del ferrocarril México-Querétaro, se tuvo que desistir y hasta pagar una indemnización. Por eso es comprensible la postura de Marcelo Ebrard en su reciente visita a Monterrey. Ahí señaló que es muy importante impulsar que el componente nacional de la producción en nuestro país sea por lo menos del 50 por ciento y de la necesidad de redireccionar nuestro comercio exterior sobre todo con Asia, es decir con China. El desbalance con ese país es evidente: importamos 14 veces lo que ellos le compran a México. Y una vez más, como en aquella ocasión, la presión del poderoso vecino del norte se hace sentir. No permitirán que el gigante asiático penetre subrepticiamente la economía norteamericana, mucho menos a través de productos chinos disfrazados de mexicanos. Todo esto en el contexto de una fuerte presión sobre el T-Mec, pues gane quien gane la presidencia en Estados Unidos, habrá una revisión rigurosa del mismo, sobre todo porque ya la reforma judicial pone en entredicho los términos de dicho acuerdo. Bien lo señaló recientemente Ildefonso Guajardo, quien ha sido pieza clave en las negociaciones comerciales con nuestros socios de América del Norte, particularmente en el T-Mec. De acuerdo con el exsecretario de Economía, el tema nodal en la revisión del tratado será la relación de comercio e inversión de México con China, por eso el reto estriba en definir con claridad la relación con dicho país.
Llama entonces la atención que una empresa china como Time Ceramics siga gozando de cabal salud a pesar de que funciona de manera ilegal, sobre todo porque utiliza el agua destinada a regar tierras. El tema no es menor. Tan es así que el asunto se trató de nueva cuenta en la ¨mañanera¨. Sin embargo, alguien engañó intencionalmente a la Presidenta pues ella informó que para que la empresa china opere no debe usar agua potable y que el problema se resolvería con el suministro del vital líquido por una planta tratadora cercana a la misma. Mala noticia. El hecho es que la empresa ya está produciendo a pesar de no contar con los permisos de Conagua, incluso ya vende pisos en el mercado compitiendo así de manera desleal con la cerámica mexicana, utiliza agua para beber o para el riego y la planta tratadora más cercana se encuentra a 98 km del lugar por lo que es inviable que la abastezca.
Este caso demuestra claramente que el discurso oficialista contrasta duramente con la realidad. Por un lado está la intención de mandarle el mensaje a nuestros socios norteamericanos de que no habrá concesiones con China y, por otro, en los hechos, la inversión de ese país en algunas regiones, como es el caso del Valle de Apan en Hidalgo, se da en condiciones de ilegalidad, con ventajas que no tuvieron empresas como Constellation Brands que fueron clausuradas precisamente por temas de agua, y que afectan a la producción agrícola de la región, a sus habitantes, y a los consumidores que reciben gato por liebre. El asunto es muy claro. La negociación del T-Mec tiene que ser un asunto de verdades. Se quiere mandar un mensaje contundente. Empiecen por Time Ceramics.
Política mexicana y feminista