La oferta de Morena a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de otorgarles una pensión vitalicia a cambio de que renuncien cuando resulte más conveniente para sus planes de desmantelar el Poder Judicial, constituye un abierto y público intento de soborno. Se trata de un “moche” en el sentido más tétrico de la palabra. Si esa es la moral que la Cuarta Trasformación impulsa en su reforma constitucional, está claro a dónde vamos; no estamos frente a un tema de justicia, sino frente a la más descarnada captura del poder y compra de obediencia.
Miles confiamos en que los ministros no sucumbirán a tal propuesta indecorosa. Entregar al Poder Judicial a cambio de un soborno vitalicio implicaría que cada uno de los integrantes de la Corte acepte que no les interesa el país, sino únicamente su bienestar económico personal. Sería también traicionar a los miles de trabajadores, jueces y magistrados que se han ido al paro en defensa de sus carreras, instituciones y el Estado de Derecho que es imperfecto y tiene carencias obvias, pero que nos protege a todos y aspira a perfeccionarse cada día. Confiamos en que los ministros se mantendrán firmes en la batalla por la República y por el derecho a desobedecer al poder voluntarista.
En ese contexto debemos enmarcar también las expresiones del Embajador de los Estados Unidos, no necesariamente por lo que dicen a la letra ni para envolvernos (o no) en la enseña patria, sino por la señal que envían: nuestro principal socio comercial ve la reforma como un riesgo tan grande que se sienten obligados a manifestarlo. Entonces, en tono pragmático, uno debe preguntarse si vale la pena arriesgar tanto por un capricho y vendetta personal contra quienes no han bailado al son que la 4T les ha tocado. Porque ese es el verdadero “pecado” del Poder Judicial: no haberse sometido a los dictados de Palacio Nacional desde el tema de los sueldos de jueces y magistrados al inicio del sexenio, hasta el intentar que obras como el Tren Maya se hicieran con el mínimo de orden y apego a las normas que se le pide a cualquier acción de este tipo.
El Poder Judicial no obedeció y por eso ahora debe irse. Esa es la verdadera exposición de motivos de la reforma de la 4T: “Obedeces o te vas”. Esa es la premisa que guía la reflexión de Morena. Porque no estamos frente a la elección popular de jueces, magistrados o ministros, eso es una falacia total. El sistema que Morena propone hace que el procedimiento de elección de jueces sea todo menos “popular”: sin campañas, sin contraste, con preselecciones y loterías. Ya es tiempo de decirlo con todas sus letras: estamos frente a la elección política de los jueces.
Estamos frente a una reforma que pretende convertir a los jueces en actores políticos que cuando hagan su tarea, hagan cálculos sobre el agrado de sus decisiones para otros actores. Adiós a la aplicación igual, pareja o a la letra de la ley, pues cada jueza o juez tendrá que hacer una calibración política de sus actos. La elección política de los jueces nos llevaría a un escenario donde ahora sí todo, absolutamente todo en México, será decisión política; y en un país de políticos el presidente de la República es rey o reina, pues es el más poderoso de todos los políticos y nadie querrá tener desavenencias con él o ella.
Dejemos de caer en la trampa del discurso y conceptos falsos. Tenemos que decidir entre defender un Poder Judicial profesional e independiente o la elección política de los jueces. Con un Poder Judicial independiente siempre habrá imperfecciones que corregir, pero la ley seguirá siendo la ley; con jueces metidos de políticos la ley será lo que los políticos más poderosos quieran. Ese y no otro es el verdadero dilema.
Secretario de Acción Electoral del CEN del PRI