Las democracias siempre han estado construidas sobre una dualidad esencial: ciudadanos que deciden y gobernantes que rinden cuentas. El ideal es ése. El punto de partida y el punto de llegada son los ciudadanos. La rendición de cuentas a manera de ética para todo el cuerpo político y social.
Así, cuando nos alejamos de ese binomio ideal y empezamos a hablar de líderes que conducen unilateralmente y pueblos que obedecen ciegamente, la democracia empieza a tropezar. Un líder que tiene seguidores y no le pueden exigir cuentas, son por definición subordinados. Un régimen que ve a la arena política como exclusiva de los políticos y a la sociedad civil como rival, está innegablemente apostando a un arreglo por definición antidemocrático.
Un pueblo que es concebido sobre una doctrina colectivista a ultranza o conveniencia, que no es la suma de ciudadanos libres y empoderados, se convierte en simple masa subordinada. Una masa a la que hay que guiar y jamás estará en posibilidad de proponer rumbos o demandar cuentas. Las masas subordinadas solo se someten o se rebelan.
Los ciudadanos resultan rivales en un México con el impulso hegemónico que está surgiendo de Morena. En este país algunos líderes prefieren las masas subordinadas como única expresión aceptable de la voluntad popular. Ante esa realidad que se está construyendo cada mañana y ganando ventajas mecánicas en cada elección, hay un sarmiento democrático que puede dar origen a la renovación democrática. Ese sarmiento trasquilado —por el momento formando sus hojas y ramas, pero con raíces muy fuertes, sólidas y antiguas— es la Alianza Va Por México.
La Alianza Va Por México está constituida por los tres partidos que hicieron realidad la transición y alternancia democrática en México: el PAN, el PRI y el PRD. Somos los partidos que apostamos por la ciudadanización de las instituciones y la creación de organismos autónomos de Estado (como el INE) que estuvieran por encima de la contienda política cotidiana y mundana. Esa Alianza debería ser muy potente, pues es una coalición democrática plural frente a una embestida hegemónica. Sin embargo, algo no ha funcionado como se esperaba.
Tres partidos, tres elementos y visiones de la democracia desde la izquierda, el centro progresismo y la derecha no han logrado capturar la imaginación nacional, porque falta un elemento esencial: los ciudadanos sin partido. Sí, los ciudadanos son el cuarto elemento que hace falta en la Alianza, pues los ciudadanos son el vital elemento de la democracia.
En el 2018 la democracia de partidos demostró sus límites, al ser rebasada no por un partido político, sino por un movimiento de masas. Debemos entender ese impulso y esa inconformidad que llevó al triunfo y sigue dando enorme potencia a Morena. La democracia de partidos no bastó, es cierto; pero no podemos permitir que sea sustituida nada más por liderazgos unipersonales. Se debe aspirar a algo mejor que la democracia de partidos agotada y es precisamente la democracia de ciudadanos primero y partidos después.
Parafraseando a Ortega y Gasset, hoy estamos viendo en el horizonte un impulso autoritario que está a mitad de camino entre la ignorancia y la sabiduría, que cree saber y no sabe y, lo más peligroso de todo, impulso que es sostenido por masas que no saben ni les interesa saber lo que deberían. Solo la ciudadanización del cuerpo político y electoral puede hoy salvar a la democracia y hacerla mejor. Ese es el cuarto elemento del verdadero y deseable proyecto nacional.
Exgobernador de Yucatán y Secretario de Alianzas Políticas del CEN del PRI
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