La política es el arte de lo posible, y la política democrática es el arte de cómo avanzar hacia una sociedad justa e inclusiva a través de caminos imperfectos. En este sentido, no debemos caer en el juego de buscar excusas para la inacción cuando es necesario actuar.
Bajo esta lógica, la visión del Frente Amplio por México, conformado por el PAN, el PRI y el PRD, junto con la ciudadanía sin filiación partidista, es actualmente la mejor ruta posible para preservar y mejorar la democracia en nuestro país. No hay otro camino evidente, viable y práctico dentro del marco legal ni en el horizonte sociopolítico.
El Frente, que representa la evolución y ampliación de la alianza Va por México para incluir a diversas organizaciones de la sociedad civil, constituye el mayor logro de armonización entre partidos políticos y ciudadanos no militantes en la historia de nuestra nación. Si bien no es perfecto, es perfectible y puede operar de forma inmediata.
El Frente, como todo lo surgido de la pluralidad, es la suma de acuerdos, ideas y concesiones que pueden generar fricciones. Sin embargo, la democracia consiste en avanzar tropezando en la dirección correcta, en vez de ir directamente a la decisión equivocada y autoritaria.
Con el Frente los partidos aceptan abrir a la ciudadanía decisiones torales para sus vidas internas. Incluso el proceso para la identificación de la persona que encabezará la construcción del Frente hacia 2024 es conducido, en buena medida, por ciudadanos sin militancia partidista, pero con experiencia y prestigio en materia electoral, que de manera mayoritaria integran el Comité Organizador encargado de llevar a buen puerto este inédito proceso.
En ese marco, el número mínimo de firmas requerido para cada aspirante puede parecer mucho para algunos y poco para otros. Sin embargo, lo importante es entender que esas firmas —esas expresiones del deseo de los ciudadanos con o sin filiación partidista de apropiarse de una decisión que, hasta ahora, era monopolio de los partidos, y que en Morena es monopolio de su líder— representan una semilla valiosa. La suma de esos bloques de firmas, más los registros que se acumulen para participar en la consulta ciudadana del 3 de septiembre, representan un cambio de paradigma en la joven democracia mexicana.
La lista nominal del proceso —que iniciará de cero— y el dinamismo de los ciudadanos que decidan registrarse y participar en este ejercicio democrático podría parecer pequeña ante el tamaño del padrón del décimo país más poblado del mundo. Sin embargo, no olvidemos que la semilla de los árboles más robustos y longevos es casi siempre la más pequeña. Por eso, el proceso del Frente encontrará la tierra fértil que el autoritarismo intenta hacernos creer que no existe o, peor aún, que busca envenenar.
En suma, el Frente no es solo un vehículo opositor; es la alternativa para todos los mexicanos que hoy queremos cambiar el rumbo del país. Es también una propuesta realista sobre cómo sumar a la ciudadanía en la preservación de la democracia, para lograr un resultado práctico y contundente en 2024.
Sin duda habrá razones para criticar el proceso o no participar en él. No obstante, parafraseando al filósofo y político británico Edmund Burke, el triunfo del autoritarismo solo requiere que los demócratas y los ciudadanos no hagan nada.
En lugar de perseguir utopías, el Frente Amplio por México cree en el arte de hacer lo políticamente posible hoy. Y, mediante ese proceso, está haciendo historia.