En nuestras elecciones votan ciudadanos, no masas. Individuos que concurren a votar, algunos con plena conciencia de lo que implica su decisión, pero otros anteponiendo sus aspiraciones, miedos o dudas, como detalla el Dr. Drew Westen en su ya clásico libro sobre las motivaciones detrás del voto, El cerebro político (2008).
Las elecciones permiten amalgamar voluntades individuales para tomar decisiones colectivas y no pueden ser la expresión mecánica de la masificación doctrinal. Este es el dilema que hoy enfrenta México: ¿qué hacer para rescatar la voluntad ciudadana cuando se apuesta a la construcción de masas políticas dóciles? ¿Cómo construir una línea ciudadana que sea capaz de contener a la línea de masas que amenaza con regresarnos a un régimen hegemónico?
La respuesta consiste en despertar el interés ciudadano en las elecciones y las decisiones que implican, pero no solo en el ejercicio de ir a votar, sino en la construcción de alternativas de competencia, selección de candidatos, elaboración de programas de gobierno y, sobre todo, volver a centrar la imaginación nacional en el proyecto de un país democrático, plural y justo.
La democracia de masas que algunos impulsan y la democracia de partidos que se pretende socavar, no son alternativas plenas para nuestra nación. Y es que en los espacios donde la ciudadanía se desencanta del proceso democrático, no hay nada que pueda detener a Morena y su política de toma de rehenes vía programas sociales, y de acceso a recursos económicos, laborales y de gestión.
Desde 2018, Morena ha logrado toda clase de victorias cada vez que se queda solo en la arena pública, ya sea en consultas a modo, en ratificaciones escuálidas o en niveles de participación que no llegan al 50% de la lista nominal del territorio en contienda. Las masas disciplinadas ganan una y otra vez cuando los ciudadanos perciben a la arena electoral como algo ajeno o sin sentido, bajo la lógica de que “todos los partidos son lo mismo”. Sin embargo, en palabras de Madeleine Albright, ex secretaria de Estado de los EU, “lo que las personas tienen la capacidad de elegir, tienen la capacidad de cambiar”.
Démosle motivos a la ciudadanía para creer en una democracia liberal y de bienestar efectivo para hacer suya la plaza pública. Las decisiones no pueden tomarse solo en espacios de clientelismo o militancia, donde los ciudadanos no pesan o, peor aún, no quieren pesar. Es nuestra obligación, desde los partidos que han hecho realidad la democracia en México, PAN, PRI y PRD, volver a involucrar en el proceso político sustantivo a la ciudadanía que no está dispuesta a ser rehén de sus necesidades, o marginada por discursos colectivistas o de lógica partidista.
Los ciudadanos no deben visualizarse como masas homogéneas, sino como individuos que suman su voluntad a una fuerza colectiva. Ellos deben ser los verdaderos guías de los partidos. Así, la ecuación que salve a México y pueda construir un nuevo Pacto Social, inicia con aceptar que la etapa en la que los partidos daban forma a los anhelos ciudadanos ha quedado atrás. Ahora, desde la alianza #VaPorMéxico debemos inaugurar una nueva fase en la que los partidos tomen la forma y la agenda que los ciudadanos les marquen.
Debemos avanzar de los partidos que ordenaban las aspiraciones ciudadanas, hacia partidos ordenados por las aspiraciones de los ciudadanos. La ciudadanía solo regresará al escenario si tenemos el valor de darle el papel protagónico. Es eso o el diluvio hegemónico.
para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.