La exigencia de salario suficiente hasta alcanzar el ingreso digno para la familia va avanzando. Grupos empresariales de diferentes estados del país se comprometen a mejorar las remuneraciones y abandonar el paradigma de la competitividad basada en bajos salarios.

Y es que actualmente la precariedad laboral afecta a millones de personas. La mayoría no ganan lo suficiente para superar la pobreza. Los datos más recientes de Inegi muestran que 70% de la población ocupada carece de ingreso laboral suficiente para salir de la pobreza.

Si solo consideramos a quienes tienen un empleo, alrededor de la mitad de las personas con trabajo subordinado, ganan un salario que no alcanza para cubrir el costo de la canasta básica para dos personas, o sea para mantener a quien trabaja y una persona más. Considerando solo los datos del IMSS, que registra a 21 millones de personas en trabajos “formales”, al menos 4.5 millones ganan menos de dos canastas básicas. Son el 21% del total.

Y así ha sido desde que tenemos datos comparables. Es urgente cambiar esta realidad. Las empresas tienen que dejar de ser fábricas de pobreza. Tienen que adoptar un nuevo modelo económico donde la remuneración suficiente y los derechos laborales sean parte indispensable de la productividad y el modelo de negocios.

Decía Krauze algo que ahora es aún más actual: “la burguesía mexicana tiene una responsabilidad mayor en los hechos que ahora le preocupan. Basta hojear los nauseabundos suplementos o las revistas que retratan su ‘vida social’, para calibrar la infinita estupidez de sus declaraciones, la buena conciencia de sus migajas filantrópicas, la grosera frivolidad de sus poses, el dispendio del que hacen gala y que es, en sí mismo, una incitación irresistible al delito” (Letras Libres, 26/08/2008).

Mismas frivolidades que se mantienen 14 años después en esos mismos suplementos y revistas. La insensibilidad empresarial frente a la realidad de quienes trabajan además está deformando a sus hijos e hijas, nietos y nietas. Supuestamente con la finalidad de “darles lo mejor”, en la práctica forman mirreyes que creen merecerlo todo sin entender que lo han recibido todo sin merecerlo. Y no ven más allá de su entorno de consumo y lujos sin fin.

Y para quienes son creyentes, bien les valdría escuchar el mensaje del evangelio del domingo pasado (25/09): El pecado de omisión frente a la realidad de la pobreza es muy grave.

Algo está cambiando gracias a diversos grupos empresariales. Asumen que la solución de lo laboral no corresponde al gobierno. Puede y debe ser una decisión empresarial. Es su responsabilidad y está en su campo de decisiones. Hay que decirlo claro: el salario suficiente hasta alcanzar el ingreso digno es la “prueba del ácido” de la responsabilidad social empresarial. Ninguna empresa debería ostentar el distintivo “ESR” si alguien en su nómina gana menos de lo necesario para superar la pobreza. (Y también en la nómina de los servicios de limpieza y seguridad que contrata por fuera).

Es ahora. Antes de la aprobación formal del salario mínimo para 2023. Urge que muchas empresas se sumen al llamado que se multiplica por todo el país. Surge desde Coyncides en Jalisco, desde México Digno en Chihuahua, desde la Alianza por la Prosperidad en Guanajuato , también desde Nuevo León y otros lugares: Salario suficiente e ingreso digno.

Para empezar, hay que lograr que antes de terminar 2022, nadie en una empresa formal gane menos de 8,320 al mes (costo de dos canastas básicas en agosto de 2022), al menos.

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Consultor internacional en programas sociales
@rghermosillo


 

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