El aumento de la pobreza es una mala noticia. 55.7 millones de personas, casi la mitad de la población vive en condición de pobreza. Lo peor es que la causa de tanta pobreza en gran parte surge del sistema laboral. El trabajo que debiera ser la puerta de salida, se convierte en fábrica de pobreza para millones de personas.

Los datos oficiales de Coneval apuntan a dos causas directas del aumento de la pobreza entre 2018 y 2020: ingreso insuficiente y carencia de servicios de salud.

Más de la mitad de la población, casi 67 millones de personas carecen de ingreso suficiente para adquirir la canasta básica, son 5.1 millones más que en 2018. Entre ellas, hay casi 22 millones sin ingreso suficiente para la canasta de alimentos. Uno de cada seis mexicanos no le alcanza para comer (17%).

La razón es clara: la caída del ingreso laboral, que representa el 70% del ingreso de los hogares y cayó 11% de 2018 a 2020. La pandemia produjo pérdida de trabajos, reducción de salarios y subocupación y con ello baja del ingreso laboral.

La crisis agravó la situación, pero no explica la magnitud de la pobreza. Más de la mitad de la población ocupada carecía de ingreso laboral suficiente para adquirir dos canastas básicas desde antes de la pandemia, como lo hemos venido informando desde el Observatorio de Trabajo Digno, de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza. Con los nuevos datos, tratamos de explicar el bajo ingreso laboral, con un video sencillo y ameno: https://www.youtube.com/watch?v=BV0iHNH66w4

La segunda causa directa del aumento de pobreza, es el aumento de la carencia por acceso a servicios de salud. Los datos oficiales de Coneval muestran que hay 18 millones de personas menos afiliadas a INSABI, que antes tenían “seguro popular” y ahora están en “carencia por acceso a la salud”

Esta reducción de acceso a servicios de salud afectó a a la población más pobre. La carencia subió más del doble, de 26% en 2018, a 57% de las personas en extrema pobreza, en 2020.

Esto es más grave por la situación de emergencia sanitaria que estamos viviendo. Pues la carencia solo mide afiliación. Este dato no refleja las fallas de atención. La carencia hace referencia únicamente a tener “acceso” a un servicio médico, público o incluso a un servicio privado. La pandemia debió aumentar la cobertura, no reducirla. Ese fue el compromiso del gobierno al “desaparecer” el seguro popular. La debacle de atención por la pandemia no está considerada en ese dato.

Y también nos conecta con el mundo del trabajo, pues la raíz estructural de la carencia de acceso de millones de personas es que trabajan sin seguridad social. El 62% de la población ocupada no tiene acceso a la salud por su trabajo.

Aunque la reacción inercial es culpar a los programas sociales por el aumento en la pobreza, el debate sustantivo frente a ella es cómo reordenar el sistema laboral.

Ante este “problema país” se requiere acordar un plan de gran alcance, concertado con los actores económicos y sociales. Un plan económico con enfoque social que permita mejorar ingreso laboral y garantizar derechos laborales.

En ese plan, también se requiere transformar la política social, que hoy está distorsionada por programas sociales de acciones parciales, recursos insuficientes y alcance limitado.

La base de la política social es garantizar y posibilitar el ejercicio efectivo de derechos sociales. El acceso a la salud y el conjunto de “servicios” y coberturas que integran la seguridad social deben quedar desvinculados del régimen laboral, que los condiciona y excluye a más de la mitad de la población. Y todo inicia con la salud, pues es un derecho humano, no una prestación social.

Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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