Las dimensiones crecientes de la desigualdad y su carácter estructural representan un riesgo global sistémico. La desigualdad de ingresos, de riqueza, de bienestar y de oportunidades, amenazan no solo a comunidades y empresas concretas, sino a sociedades y economías enteras. La desigualdad erosiona la confianza en las instituciones económicas y políticas, desgarra el tejido social, alimenta el conflicto social, incrementa el daño de otras crisis como la pandemia y el cambio climático, restringe el crecimiento económico y socava capacidades para lograr el desarrollo sostenible.

Este diagnóstico -que muchos compartimos- no fue elaborado por algún movimiento social “globalifóbico” o por pensadores “alter mundistas”, sino por una comisión convocada por el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés).

El diagnóstico se desarrolla en el reporte “Enfrentando la desigualdad: Una agenda para la acción empresarial”, recién publicado el 3 de mayo

El reporte fue elaborado por la Comisión empresarial para enfrentar la desigualdad (BCTI por sus siglas en inglés) formada por 60 altos directivos del sector privado y de organismos internacionales.

Como su nombre lo indica, el reporte es un llamado a la acción desde el sector privado para enfrentar la desigualdad y sus multiples consecuencias negativas.

El enfoque del reporte además de promover valores de responsabilidad social traza la “matriz de riesgos” derivados de la desigualdad creciente: creciente volatilidad en el ambiente para los negocios; la inseguridad en las cadenas de suministro; la erosión de la productividad y la innovación; los riesgos de cambios regulatorios y medidas de cumplimiento; riesgo reputacional; y acceso al capital de inversión. En positivo, el reporte identifica oportunidades de beneficio directo para las empresas que enfrenten la desigualdad.

El reporte en su parte sustantiva desarrolla un plan de acción con 10 acciones catalizadoras: 1) Implementar los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de la ONU; 2) Crear productos y servicios esenciales más accesibles y asequibles; 3) Crear espacios de trabajo diversos, incluyentes y equitativos; 4) Preparar a las personas para el “trabajo del futuro”; 5) Garantizar trabajos estables, seguros y suficientes; 6) Pagar y promover salarios e ingresos dignos; 7) Apoyar y respetar la representación organizada de las y los trabajadores; 8) Apoyar políticas públicas efectivas; 9) Adoptar prácticas fiscales responsables; y 10) Hacer realidad la transición hacia una economía de impacto neto cero y positiva para la naturaleza.

Además, el reporte presenta medidas concretas y algunos “casos de negocio” que están poniendo en práctica estas acciones. La pregunta es donde están esas acciones en México. Unilever, KPMG, PwC, bp, SAP, Nestlé, Gap, Manpower, IKEA, son mencionados en el reporte como “casos de éxito” al menos en alguna de estas 10 líneas.

Sería muy valioso que estas empresas den a conocer sus acciones en esta agenda en nuestro país, y que promuevan la agenda, pues como acaba de demostrar el reporte “Precariedad en las alturas” de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, el sistema laboral mexicano es un ejemplo negativo de prácticas empresariales que producen pobreza y desigualdad ().

La agenda de la Comisión (BCTI) podría multiplicar las iniciativas para tomar en serio la dimensión social (la “S”) de los criterios ESG en las empresas en nuestro país. Si hay quienes “le entren”, cuentan con nosotros.

Consultor internacional en programas sociales. @rghermosillo

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