El debate sobre la pobreza tiene la brújula pérdida. Y la polarización abona a las confusiones. Sin embargo, es viable construir acuerdos que permitan enfrentar la pobreza de manera efectiva.
Los datos de Coneval dan la clave. La fórmula para enfrentar la pobreza desde su raíz requiere dos componentes indispensables: a) Trabajo digno, con remuneración suficiente y plenos derechos laborales y b) un sistema de salud y protección social, universal, no condicionado, desvinculado de las prestaciones laborales.
Estos dos ingredientes sumados a un tercero, que es educación de calidad con equidad, desde la primera infancia hasta la juventud, son la fórmula México sin Pobreza. Enfatizamos los dos primeros componentes: trabajo digno y sistema universal de salud y protección social, porque pocas veces se consideran en el análisis.
Hay que superar varias confusiones. Algunas por nociones económicas erróneas que se han convertido casi en dogmas. Por ejemplo, considerar que basta el crecimiento económico para reducir la pobreza. No ha sido así; solo lo inverso es correcto: sin crecimiento aumenta la pobreza. Fue lo que pasó entre 2018 y 2020.
También es incorrecto explicar los bajos salarios solo por la baja productividad. Aunque evidentemente la productividad determina en buena parte los salarios, también hay que considerar la política de contención salarial. Especialmente por su efecto, en los salarios más bajos, que son los que producen la pobreza. En la última década la productividad aumentó poco, la masa salarial, nada.
La fijación sobre los “programas sociales” es fuente de muchas confusiones. El mayor error es perder de vista que la raíz de la pobreza está en la economía y concretamente en el sistema laboral, pues las dos carencias más altas en la medición de la pobreza provienen del trabajo: ingreso inferior al costo de la canasta básica y carencia de seguridad social.
La polarización política complica el debate razonado. Sin embargo, la pobreza es un “problema-país” que requiere la colaboración de todos los sectores. Es una causa que puede unir y permite construir consensos entre múltiples actores, sin distingo de partidos o grupos.
Desde la iniciativa privada, la academia y las organizaciones civiles, ya se han presentado propuestas viables que permitirían construir un auténtico estado de bienestar y crecer con trabajo digno. Hay un ánimo de acuerdo y propositivo. Toca al gobierno y los actores políticos acordar los cambios institucionales legislativos y de políticas públicas para llevarlas a la práctica.
Como sociedad civil queremos contribuir a ese propósito. Nuestra perspectiva frente a la pobreza pone al centro los derechos laborales, incluido salario suficiente. Y además propone clarificar y distinguir bien cuáles derechos laborales. Pues el acceso a la salud es un derecho humano, esencial a toda persona, sin distinción de su condición laboral.
El modelo actual de acceso a la salud, vinculado a las prestaciones laborales y financiado con “cuotas obrero patronales”, en la práctica segmenta la atención, excluye a la mitad de la población e impide lograr una auténtica cobertura universal.
Estos son dos elementos centrales del debate sustantivo sobre la pobreza. Junto con la educación. No se trata de estar “a favor” o “en contra” del gobierno. Con altura de miras y responsabilidad pública se pueden encontrar soluciones dialogadas y concertadas frente a la pobreza.
Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo