¿Quiénes salen de la pobreza ya son “clase media” y viven “bien”? ¿Qué tan lejos estamos del estado de bienestar? La Escala de bienestar elaborada por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza trata de responder estas dos preguntas, usando los datos de Coneval.
El resultado no es halagüeño: a nivel nacional solo 12% de la población presenta condiciones de bienestar. Los niveles o “estratos” van desde la condición más grave, que es la extrema pobreza hasta la ideal: tener ingreso digno y cero carencias.
La Escala de Bienestar por tanto es un buen “termómetro” de nuestra realidad completa. Permite ver el panorama completo y no solo sobre el porcentaje de pobreza.
La Escala de Bienestar permite dimensionar el real peso de las carencias, pues 2/3 partes de la población, 85 millones de personas, presentan al menos una carencia social. Estamos lejos de tener un estado de bienestar.
La Escala ofrece datos para grupos de población y para los 32 estados. Por ejemplo, en el caso de personas indígenas el 97% carece de condiciones de bienestar, y en Guerrero, 95% de la población vive sin condiciones de bienestar.
Por tanto, no cabe el triunfalismo con los nuevos datos de pobreza, pues Coneval mide mínimos. Además del ingreso, las 6 carencias sociales usadas en la medición de la pobreza miden el “piso”, no el “techo”. Es decir, cuando se mide la pobreza no se mide el cumplimiento de los derechos, sino lo contrario: su incumplimiento “total” o absoluto.
Por ejemplo, la carencia “de salud” mide si las personas tienen afiliación a un servicio médico. No mide si la persona recibió atención cuando la requirió. Y mucho menos mide la calidad de la atención recibida, es decir si fue oportuna, adecuada y el tratamiento resolvió el problema médico.
En el caso de los servicios de la vivienda, la carencia mide si la vivienda tiene agua entubada, pero no mide si la provisión de agua es constante o si solo llega algunos días u horas y mucho menos si el agua es realmente potable.
El ingreso “suficiente” es otro ejemplo que se presta a confusión. Hay quien piensa que quienes superan el umbral de pobreza pasan a la clase media. La “línea de pobreza” en realidad es mínima: es el monto necesario para adquirir una canasta básica de sobrevivencia.
La canasta básica usada por Coneval actualmente cuesta casi 4,500 al mes por persona en zonas urbanas. Esta canasta básica únicamente incluye únicamente lo más indispensable en alimentos y en otros gastos mínimos de vivienda, ropa, transporte y poco más. En esa canasta básica no se considera un monto para pago de celular, ni para internet, o para salir a comer unos tacos, ni para pagar los lentes o la consulta dental de alguno de los integrantes de la familia. Ganar el monto de la canasta básica -por cada persona del hogar- es vivir en la sobrevivencia, no en el bienestar.
La Escala de Bienestar usa un umbral equivalente al doble del costo de la canasta básica, por persona, como condición de bienestar, además de tener cero carencias. El monto puede ser discutible, pero es indiscutible que la canasta básica es un mínimo que no alcanza para muchas cosas esenciales e indispensables. Eso es seguro, por eso es la línea de pobreza. Y por eso el salario digno, es un monto por encima del monto de dos canastas básicas.
Aún estamos lejos del Estado de Bienestar. El próximo gobierno necesita tomarlo en serio. Los “programas sociales” funcionan para completar el ingreso con transferencias monetarias y pueden ser muy rentables políticamente. Frente a la pobreza y la desigualdad, el reto es construir un piso igualitario para el ejercicio de derechos sociales.
Consultor internacional en programas sociales. @rghermosillo