Desde hace meses, autoridades federales disponen de evidencias según las cuales Miguel Ángel Velásquez, funcionario clave en la pasada administración de la Ciudad de México, incurrió en desvíos financieros por al menos 1,200 millones de pesos, mediante la contratación de despachos contables y jurídicos para realizar tareas que ya había efectuado el gobierno capitalino, o que nunca fueron realizadas.

Velásquez Reyes, originalmente impulsado por el tristemente célebre René Bejarano, estuvo en el núcleo de operadores políticos de la administración de Miguel Ángel Mancera, actual senador, particularmente en temas laborales, en los que participaba desde el año 2000, al arranque de Andrés Manuel López Obrador al frente del gobierno capitalino.

Pero su ascenso a posiciones de enorme poder llegó con Mancera y sus principales colaboradores, entre ellos los hermanos Luis y Julio César Serna. Tras una reforma de ley en marzo de 2017, surgió como subsecretario de Administración y Capital Humano, en la Secretaría de Finanzas, con un presupuesto superior a los 8 mil millones de pesos. Se ganó el mote del “zar de la nómina”, pues entre otros resortes se le atribuía tener control sobre Juan Ayala, entonces representante sindical de más de 110 mil burócratas agremiados en la ciudad.

Durante el interinato de José Ramón Amieva, se le designó jefe de Gabinete, desde donde desplegó todos sus recursos para convertirse en poder tras el trono, sin dejar de vigilar su anterior posición, donde colocó a Antonio Paz, descrito como su incondicional e incluso pariente político. Su influencia le permitió colar a su esposa, Paula Castillo Mendieta, como diputada plurinominal por el PRD en el Congreso local.

El equipo de la actual jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, conoce esta y otros historias en torno a Velásquez, sus cómplices y jefes. Desde la transición gubernamental declaró expresamente que le estaba siendo escamoteada información sobre la nómina. En julio pasado fueron arrestados tres ex funcionarios de Finanzas en la administración capitalina, encabezados por Berenice Guerrero. En los mismos días, una revuelta interna echó del cargo de dirigente al referido Ayala Rivero, señalado por presuntas malversaciones.

Cuando parecía emprender una acción correctiva general sobre el pasado inmediato, el gobierno Sheinbaum lució súbitamente amarrado de manos. Hoy, sin embargo, podría arrepentirse de ello.

Desde fuentes cercanas al gobierno de la ciudad y a Morena se conoció este fin de semana la versión de un encuentro privado, el jueves 12, entre personeros de Velásquez con el defenestrado líder Ayala, varios dirigentes seccionales del sindicato, junto a Santos Antonio González Huerta, un funcionario del Senado identificado con Ricardo Monreal, líder de la bancada de Morena. El propósito de la reunión habría sido organizar este martes protestas callejeras de burócratas capitalinos en el contexto de la presentación del primer informe de gobierno de la señora Sheinbaum.

Ocurran o no estas movilizaciones; hayan sido o no avaladas por Monreal (adversario político, a todas vistas, de la jefa de Gobierno), es probable que la mayor responsabilidad recaiga en la aparente pasividad de ésta para efectuar un claro deslinde frente a la herencia envenenada que le dejaron la administración Mancera y sus oscuros operadores.

Tampoco abona mucho a la causa de la mandataria capitalina no aplicar un golpe de timón ante problemas que arrastra ya su propia gestión, notablemente en temas de seguridad pública, procuración y administración de justicia, sin duda el mayor foco rojo en su labor al frente de la capital, el mayor escaparate que puede tener político alguno luego de la Presidencia de la República.

Adicionalmente, esta misma semana se cumplirán dos años del terremoto de 2017, y aun se cuentan por miles los damnificados (muchos más nunca fueron registrados como tales), y en cientos los edificios y viviendas cuya demolición sigue en suspenso pese a que son inhabitables. Por no mencionar cerca de 80 mil viviendas que según reportes oficiales, están bajo peligro de colapso si se presentara un nuevo sismo de dimensiones similares.

Cuando ya está a la vista el término de su primer año de gobierno, la señora Sheinbaum exhibe aún dilemas que se traducen en tres íes: Impunidad, Inseguridad e Ineficacia.

rockroberto@gmail.com

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