Lo importante para un político —escribió alguna vez el legendario Henry Kissinger — no es cuánto poder tiene, sino la dimensión de poder que la gente le atribuye. En una medida importante, el poder es un ejercicio de impostura. Y uno de los principales oficiantes de ese arte en México es el senador Ricardo Monreal, coordinador de Morena en el Senado.

El legislador zacatecano gusta de difundir fotografías de sus reuniones privadas con el presidente López Obrador, algo difícil de imaginar en un líder parlamentario moderno, preocupado por su autonomía. Su otra afición es anticipar la implementación de leyes que halaguen a la 4T o que conminen a sectores de influencia —magnates, banqueros, barones de los medios— a pedirle favores o clemencia, convencidos de que Monreal tiene el poder para hacer aprobar esas leyes no sólo en la cámara alta, sino en San Lázaro.

El ejemplo más reciente es el acuerdo de las bancadas de Morena para impulsar una ley federal que regule a las redes digitales, ajustando también la legislación sobre telecomunicaciones, datos personales, consumidor, códigos de comercio y procedimientos civiles. “Es necesario normarlas, porque no se puede admitir la censura”, declaró Monreal, haciéndose eco de López Obrador, que gustaba de llamar “benditas” a esas redes.

El tema se agudizó cuando Twitter canceló quizá miles de cuentas falsas usadas para promover intereses de todo tipo, pero también otras pertenecientes a personas reales que, a criterio de esa empresa proveedora de un servicio privado, incurrían en falsedades, intimidación o discursos de odio. Entre estas se hallan seudónimos de voceros reconocibles de la 4T.

Correrá mucha agua bajo el puente de la nueva apuesta del senador Monreal. Pero ningún país puede regular a una empresa asentada en otra nación. Los países de la Unión Europea han intentado, por años —ahora incluso con la indispensable colaboración de Estados Unidos—, encontrar la cuadratura al círculo de regular a esas corporaciones —un virtual monopolio tecnológico y comunicacional— sin violentar las libertades de sus usuarios. Quienes conocen del tema saben que juegan con una caja de Pandora.

Ha habido otros casos —Venezuela, Nicaragua, Ecuador— que, con mucha demagogia como ingrediente principal, dieron lugar a leyes absurdas, inútiles, con las que se construyó un símil de la llamada Carabina de Ambrosio, pensada para intimidar a los enemigos…, los cuales caían víctimas de la hilaridad.

APUNTES

Consumada la controvertida designación de Félix Salgado como candidato a la gubernatura de Guerrero por Morena, su dirigente, Mario Delgado, está obligado a postular a una mujer en San Luis Potosí para acatar los criterios de equidad de género definidos por el INE. Dos son las consideradas finalistas, y cada una encierra un mensaje. Si la ungida es Mónica Rangel, secretaria de Salud estatal, debe asumirse que el gobernador potosino, el priísta Juan Manuel Carreras, arribó a un pacto con la 4T para ceder la plaza. La misma fórmula adoptada por su correligionario y homólogo en Sinaloa, Quirino Ordaz. Hay que decir que la doctora Rangel acumula buena imagen, pues logró frenar a voraces proveedores enquistados en su sector. Paloma Aguilar le disputa la candidatura. Ella fue asistente de seguridad del presidente López Obrador, fallida candidata a diputada local y federal, luego promovida a funcionaria del SAT, desde donde ha tenido buen cuidado de conseguir empleo a varios de sus cercanos. Que Mario Delgado la lanzara supondría aceptar de antemano una derrota en favor, quizá, de su amigo y aspirante a la gubernatura por el Partido Verde, el polémico diputado Ricardo Gallardo.

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