Como ocurrió virtualmente con todos los personajes clave del pasado sexenio, Emilio Lozoya hizo virar su perfil personal de una luminosa promesa a una oscura tragicomedia. Su situación actual, como personaje solitario y prófugo, parece estarlo orillando a subir al escenario de su drama a más actores, entre ellos al expresidente Enrique Peña Nieto y al anterior secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Fuentes judiciales aseguraron a este espacio que los abogados de Lozoya Austin han hecho contactos con autoridades para evaluar el impacto positivo que tendría para su cliente implicar a sus dos jefes directos.
De acuerdo con estas versiones, los defensores de Lozoya tienen presuntas evidencias de que su despido como director de Pemex fue por rechazar la injerencia de Videgaray y Peña Nieto para otorgar contratos multimillonarios a empresas cercanas a ellos. En el caso del expresidente, esas presiones habrían venido de Edwin Lino, secretario privado del entonces ocupante de Los Pinos.
Las fuentes mostraron su escepticismo sobre si este alegato de Lozoya pudiera aligerar la carga de las acusaciones en su contra, específicamente por los sobornos de empresas como Odebrecht y OHL que en algún momento aparecieron en sus cuentas personales. Estimaron que en esta línea sólo podría beneficiarlo documentar que parte de esos sobornos fueron a dar a la campaña presidencial de Peña Nieto, o a personas hasta ahora no identificadas.
Sin duda se trata de un impresionante desmoronamiento de uno de los principales hombres del presidente en la pasada administración. Lozoya exhibía sólidas credenciales académicas, se presentó ante el mundo como autor de la ambiciosa reforma energética. Su currículum cobraba tonos dorados por ser director de la petrolera, hijo de un exsecretario de Energía y miembro de una de dinastía política; casado con Marielle Helene Eckes, heredera de una dinastía empresarial europea.
La confrontación de Lozoya con Videgaray cobró en su momento dimensiones de escándalo en los pasillos del poder. Ambos habían sido considerados por años parte de un reducido clan de amigos (junto con José Antonio Meade, Aristóteles Núñez y José Antonio González). Ambos se forjaron a la sombra de Pedro Aspe, el secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari, con quien trabajaron en la firma Protego, que los catapultó a la vida pública y al primer círculo de Los Pinos.
La disputa se resolvió en favor de Videgaray, quien cumplía ya una década como el personaje más influyente en el ánimo de Peña Nieto. De nada le valieron a Lozoya sus quejas en el despacho presidencial alegando un boicot financiero y político instrumentado desde Hacienda.
Cuando a inicios de julio pasado fue claro que era inminente una orden de aprehensión en su contra, un discreto grupo policial lo siguió día y noche. Por complicidad o por incompetencia, lo perdieron. El último lugar que visitó antes de esfumarse fue la residencia de su padre, Emilio Lozoya Thalmann, en Las Lomas.
Ya nuestro compañero Salvador García Soto ha revelado en estas páginas que Lozoya se encuentra muy probablemente en Rusia, acompañado por una mujer con la que sostiene una relación sentimental. Existen reportes en el sentido de que su esposa estaría en proceso de demandarle el divorcio. Su madre y su hermana están sujetas a recursos judiciales luego que él lavó dinero de sobornos en las cuentas de ellas.
Habría que aceptarlo. Cuando los gigantes del equipo Peña Nieto se derrumban, lo hacen en serio.
APUNTES:
Tras la controvertida experiencia acumulada con la compra consolidada de medicamentos y otros insumos para la salud (que representa hasta 100 mil millones de pesos al año), el gobierno López Obrador alista una adquisición consolidada de equipo de cómputo, lo que incluirá computadoras y servidores para toda la administración pública federal. Se calcula en 50 mil millones de pesos el monto de esta iniciativa, que enfrentará a empresas líderes en el mercado, y no se descarta que algunas de ellas sean marginadas por presuntas ligas con el pasado ooo Acuso recibo desde este espacio de la carta del fiscal general Alejandro Gertz Manero, sobre el “Retrato Hereje” del domingo pasado. Creo que la misiva, plena de insultos, describe básicamente al remitente. La relevancia de estos temas (nuestro fracasado sistema de justicia) me obligará pronto a retomarlos.
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