La primera semana de febrero los gobernadores del PAN se reunieron con el presidente López Obrador para aterrizar una modalidad de coordinación con el Instituto Nacional de Bienestar (Insabi) que les permitía cierta autonomía, según lo habían negociado durante semanas con el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell. Pero en esa comida privada, el mandatario federal echó todo por tierra, incluida la autoridad de su representante.
“Hugo no es político”, les dijo López Obrador a los panistas, para advertir en términos claridosos: “Al Insabi se entra por una sola puerta… o no se entra. Y ya veremos de qué está hecho cada quién”.
Los gobernadores vieron desmoronarse la promesa de López-Gatell. Y éste entendió que debía ser más “político”, cualquier cosa que eso supusiera, para avanzar en la 4T.
En los tiempos del coronavirus los gobernadores están rebasando a la autoridad sanitaria federal. Pero López-Gatell encontró una oportunidad de oro, que puede servir de contraste a su fracaso cuando en 2009 participó desde un puesto menor durante la crisis por la influenza H1NI. Entonces se enfrentó, y perdió, con Mauricio Hernández, a la sazón subsecretario, hoy alto directivo en el IMSS y uno de los más activos cabalideros del sector salud.
Esta historia generó ayer dos hechos paralelos, quizá no por mera coincidencia. López-Gatell aprovechó su participación en la “mañanera” para ensalzar la “fuerza moral” de López Obrador. Y mientras más sonreía el presidente, halagado, más se apartaba el médico del discurso técnico. Una escena penosa que dejó en el aire la certeza de que este epidemiólogo experto hace a un lado sus conocimientos para tratar de convencernos de que la epidemia no podrá hacer nada cotra la magia popular del tabasqueño.
Pero ayer mismo, quizá harta de eufemismos con los que ha criticado durante semanas la pasividad de gobiernos frente a la alerta por la pandemia del Covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostuvo, con todas sus letras, que la estrategia de México bautizada por López-Gatell como de “distanciamiento social” no frenará la propagación del coronavirus, que está imponiendo una cuota cada vez más alta de muertes en todo el planeta.
“No hemos visto una escalada urgente en las pruebas, aislamiento y rastreo de contactos, que es la columna vertebral de la respuesta al coronavirus”, dijo el director general de la organización, el doctor eritreo Tedros Adhanom Ghebreyesus .
Este planteamiento es un dardo venenoso al corazón de la postura gubernamental en nuestro país. El domingo le informé aquí mismo que hacia inicios de febrero Corea del Sur ya había aplicado 200 mil pruebas entre sus ciudadanos. La cifras sobre pruebas, rastreos y aislamientos siguen ocultas en los mensajes de López-Gatell.
Fuentes autorizadas compartieron a este espacio la percepción de que el gobierno tiene una actitud reactiva, aplicando pruebas solo a quienes presentan síntomas. Por un error estratégico, por falta de dinero… o para no afectar la “magia” de la imagen presidencial.
APUNTES:
El presidente López Obrador concluyó este domingo su gira número 10 en Guerrero, uno de los estados que le otorga mayor base política. La visita arrojó un balance singular, pues reveló una eficaz relación entre el presidente y el gobernador priísta Héctor Astudillo. En contraste, mostró una creciente pugna entre los aspirantes a la candidatura de Morena para el relevo a la gubernatura el próximo año. El estrafalario senador Félix Salgado, el morenista más conocido en el estado, no perdió oportunidad para llamar la atención, lo que incluyó pasear en uno de los eventos portando un sombrero femenino con flores rosas del que despojó a una de sus acompañantes. El “superdelegado” Pablo Amílcar Salazar se ha desdibujado. Tendrá que dar paso a su hermana Irma Eréndira, titular de la Función Pública, si en realidad quieren tener peso en la carrera. El que luce cómodo en este panorama es Luis Walton, tercero hasta ahora en las encuestas, pero con una cercana relación con el ocupante de Palacio Nacional.
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