“Pero yo nunca podré ser secretaria de Salud en este país …”, atajó Asa Cristina Laurell a un interlocutor que la elogiaba esa tarde del verano de 2018, ya iniciado el periodo de transición hacia un nuevo gobierno. Efectivamente, a Laurell le cerró el paso hacia el gabinete presidencial el artículo 91 de la Constitución, que exige para ello ser mexicano por nacimiento.
Ella acaba de dimitir de manera ruidosa a su puesto de subsecretaria. La caída de esta funcionaria, hoy de 76 años, no solo supone el abrupto cierre de su carrera en el servicio público, o la dura afrenta para una académica prestigiada. También constituye el derrumbe de una muy cercana aliada del presidente López Obrador.
Con magro comedimiento –“es una mujer destacadísima”—, el mandatario justificó como producto de líos de oficina la defenestración de quien le profesó no únicamente lealtad absoluta, sino que, como su secretaria de Salud en el gobierno capitalino (2000-2005), impulsó innovaciones —entre ellas, el subsidio a las personas de la tercera edad— que dispararon el reconocimiento político y social del tabasqueño.
Asa Ebba Christina Laurell nació en Suecia. Tiene títulos de médico, especializaciones en Epidemiología y Salud Pública y un doctorado en Sociología. Llegó a México en los años 60, donde se nacionalizó en 1971. Pronto militó en agrupaciones de izquierda y se sumó a la corriente llamada medicina social, en la que cobró liderazgo latinoamericano. En 1987 se integró al Frente Democrático Nacional que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas para la Presidencia y dio origen al Partido de la Revolución Democrática, donde conoció a López Obrador, al que luego acompañaría en cuatro campañas electorales. Fue su “secretaria de Salud” en el “gobierno legítimo” de 2006 a 2012.
Ya en el gobierno de la 4T y tras un primer año en el que se desempeñó con gran poder y trato rudo, el inicio de 2020 le trajo a Laurell un claro debilitamiento, físico y político. Debido a giras acompañando al Presidente, sufrió lesiones en la espalda que la incapacitaron por semanas. Una cercana colaboradora, Ivonne Cisneros, fue desplazada del Seguro Popular, del que surgió el Instituto Nacional del Bienestar, asignado a Juan Antonio Ferrer, un tabasqueño ajeno al tema, pero con apoyo de Palacio Nacional.
La pandemia está cambiando la correlación de fuerzas en el gobierno a favor del sector más radical. Y colocó en un sitio privilegiado a un rival interno de Laurell, el también subsecretario Hugo López-Gatell. De acuerdo con testimonios allegados a este espacio, el controvertido estratega y vocero ante la crisis sanitaria aprovechó su cercanía al oído presidencial para abominar sobre su homóloga.
La subsecretaria firmó su renuncia con fecha 15 de junio. Se asegura que rechazó al menos dos propuestas de nuevos cargos. Para el jueves 18 no se había dado a conocer la dimisión, y ese día publicó un artículo en el diario La Jornada, con señalamientos sobre el titular de la secretaría, Jorge Alcocer. En el mismo texto desautorizó a López-Gatell, lo mismo que al citado Ferrer, a quien llamó “antropólogo” (ha estado a cargo de zonas arqueológicas), aunque en realidad se formó como administrador. López-Gatell, que ayer cruzó cumplidos con Irma Eréndira Sandoval —una representante de los “duros”—, se imagina ya a cargo de casi toda la Secretaría de Salud. Pero quizá se esté apresurando.
Apuntes:
Ignacio Ovalle, otro veterano aliado del presidente López Obrador (le dio al tabasqueño su primer empleo relevante, delegado en el INI-Coplamar), sufre una trastada a cargo de Palacio Nacional. Un cercano colaborador, René Gavira Segreste, director de Administración y Finanzas, tiene un pie fuera por denuncias de supuestos malos manejos, tras las cuales, se aseguró a este espacio, se halla el discreto pero poderoso Gabriel García, coordinador de los programas de asistencia instrumentados por los “súper delegados” estatales. García Hernández ya tiene el aval presidencial para meter en Segalmex a uno de sus operadores, Baldemar Hernández Márquez, actualmente titular de Administración y Finanzas en la Secretaría del Bienestar, a cargo de Mariana Albores. Todo suena a preparativos para aprovechar el gasto social con rumbo a las elecciones del próximo año.
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