Hubiera sido difícil imaginar un telón de fondo más desalentador para que el secretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, atendiera el compromiso hecho en abril por el gobierno de López Obrador de que en seis meses contaría con una estrategia que hubiera contenido ya el crecimiento de la violencia criminal. En realidad, estábamos mejor cuando estábamos peor.
La “mañanera” presidencial estuvo en manos de Durazo, que ofreció una presentación power point de casi 100 páginas, en las que reiteró un justificado señalamiento sobre la incompetencia del pasado inmediato, para luego hundirse en un mar de reiteraciones, incluir el desfile del 15 de septiembre, los juegos panamericanos… y acabar dejando la sensación de que el nuevo equipo tampoco puede.
En una desastrosa coincidencia, mientras el secretario Durazo hablaba un destacamento con más de 30 policías de Michoacán se dirigía hacia el poblado de Aguililla, una de las zonas más violentas del estado que dice gobernar Silvano Aureoles. Los oficiales acudían a una diligencia sin conocimiento del terreno ni de los protocolos necesarios, mucho menos con apoyo militar o de alguna otra corporación, como la Policía Federal. Esos policías no conocían que se encaminaban a ser masacrados. Es probable que alguien más sí lo supiera y decidió cruzarse de brazos.
Esta noticia, agravada por el audio difundido ayer mismo en el que se oye a los agentes estatales a punto de las lágrimas reportar la emboscada a la que fueron condenados, provocó que el informe de Durazo no cobrara trascendencia alguna ni tuviera más valor que el de las hojas en las que estaba impreso.
Ya el viernes anterior habían surgido señales ominosas de que existe una total descoordinación entre lo que se anuncia y lo que en realidad se lleva a cabo. En visita a Guanajuato, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, atendió preguntas de reporteros sobre versiones de que se estaban retirando efectivos de la Marina que durante meses armaron junto con autoridades locales operativos conjuntos de una alta eficacia, contra la ramificación en la entidad del Cártel Jalisco Nueva Generación y una banda rival, el Cártel de Santa Rosa de Lima.
La justificación de la señora Sánchez Cordero fue que la Marina era sustituida por la Guardia Nacional, y que no se iría solo de Guanajuato, sino de todo el territorio, para “regresar al mar” y vigilar nuestras costas. Horas después su propia oficina debió enmendarle la plana, como lo hizo también la Marina: el retiro es solo en ese estado, quizá la región en donde el PAN tiene un mayor control, lo que incluye la gubernatura, el Congreso local y la absoluta mayoría de las más importantes alcaldías, salvo una, Salamanca, que gobierna la expanista y neomorenista Beatriz Hernández. Se trata de un municipio cotidianamente sacudido por la violencia.
Héctor de Mauleón, nuestro compañero en estas mismas páginas, escribió ayer que las acciones Marina-estado habían acorralado ya en Guanajuato a las mafias y estaba cada vez más próxima la detención del cabecilla de una de ellas, José Antonio Yépez, “El Marro”. Calificó de una “ocurrencia” del gobierno federal el cambio de estrategia. En los días recientes la Guardia Nacional desplazó 1,700 elementos a la entidad, pero ninguno de ellos parece tener capacidades de trabajo de inteligencia, que sí hacía la Marina, y tampoco hay señal de que trabajarán de la mano con corporaciones locales.
Si se trata en verdad de una “ocurrencia” o de un “experimento” dictado desde Palacio Nacional, según se dijo a este espacio, los indicios apuntan a que esta medida derivará en un fracaso que podrá medirse en vidas arrancadas y en más sufrimiento.
Pero no puede descartarse que se trate de la “genialidad” de un estratega político que no esté pensando en la vida de personas, en sus familias y su patrimonio, sino en las cada vez más cercanas elecciones intermedias de 2021, para permitir el avance de Morena en Guanajuato. De ser esa la lógica, vamos hacia un desastre mayor. Y habría que apuntar que las encuestas incipientes en Salamanca, que gobierna Morena, indican que pasará a manos de Acción Nacional en los próximos comicios.
Es muy probable que pronto muy pocos recuerden la fecha en la que Alfonso Durazo describió una estrategia integral como compromiso de resultados. Es más previsible que la fecha encuadre en la historia de un funcionario que no ha podido, no ha querido o no le han dejado apartarse de la condición de florero.