La noche de las elecciones generales de julio de 2018 encontró a Jaime Bonilla , hoy nuevo gobernador de Baja California , en tensa espera como aspirante que era a una senaduría por Morena. En casi todas las fotografías del momento apareció a su lado, hombro con hombro, el exmandatario estatal priísta Xicoténcatl Leyva Mortera , al que ha reconocido como tutor político y cercano amigo personal.
Esa imagen representa uno de los dos mayores motivos de perturbación, dentro y fuera de aquel estado fronterizo, sobre lo que puede esperarse de la administración de Bonilla Valdez. Otro poderoso factor de inquietud son los indicios de un pacto de impunidad con el gobierno recién terminado del panista Francisco Vega de Lamadrid , colocado al centro de señalamientos de corrupción y de haber multiplicado la deuda pública en la entidad.
La historia parece hacer un rizo en Baja California, pues siguen en escena personajes de épocas idas. Además de los citados Bonilla y Leyva, Manuel Bartlett y Carlos Salinas de Gortari. Con un telón de fondo lleno de negocios oscuros, política sórdida, escándalos por ligas con el narcotráfico y otros ingredientes.
Leyva Mortera, nacido en 1940 y de origen veracruzano, llegó a Tijuana en 1971 como delegado del Instituto Nacional de la Juventud . Siete años después ya era alcalde de esa ciudad clave fronteriza, y tras otro lustro, en 1983, gobernador constitucional, el último que el PRI ha tenido hasta la fecha. En la sucesión presidencial de 1987-1988 se le atribuyeron compromisos con el entonces secretario de Gobernación , Manuel Bartlett (hoy director de la CFE), en contra de Carlos Salinas de Gortari. Los comicios de ese último año trajeron estatalmente una desproporcionada votación en favor del aspirante opositor del Frente Democrático Nacional , Cuauhtémoc Cárdenas, que abolló así el triunfo de su adversario del PRI.
Salinas de Gortari no tardó en cobrar la afrenta. El 5 de enero de 1989 (se acaban de cumplir 30 años), Leyva debió solicitar licencia al cargo, durante el cual había acompañado las etapas iniciales de su amigo Jaime Bonilla como empresario en el ámbito de naves industriales y, en especial, en los medios de comunicación, con el grupo “Primer Sistema de Noticias” ( PSN ). Los señalamientos sobre el mandatario defenestrado incluían corrupción , represión y tolerancia hacia grupos regionales del narcotráfico, bajo el alegado canal de su hermano Edgardo.
Un balance de esos años fue descrito así en 2010 por Jesús Blancornelas, el legendario director del semanario Zeta:
“Los Arellano Félix, recién llegados de Sonora, habitaron un departamento en un edificio de cinco pisos, al pie del fraccionamiento Los Olivos. Luego empezaron a meterse con los jóvenes cercanos a Xicoténcatl Leyva Mortera, hasta llegar a su hermano Edgardo, conocido popularmente como El Bombi. En 1985, sin lugar a dudas, Xicoténcatl abrió las puertas al narcotráfico y el crimen en Baja California”.
Edgardo Leyva Mortera
se desempeñó como un destacado comentarista en “La Tremenda 1030”, una de las estaciones de PSN, propiedad del hoy gobernador Bonilla. Reportes periodísticos aseguran que las instalaciones de PSN se ubican en un predio que originalmente fue propiedad de la familia Leyva. Un hijo de Edgardo Leyva, Edgardo Leyva Escandón, fue reportado desde 2009 y al menos hasta junio de 2018, con el número 517 de una lista de empresarios con cuentas embargadas por el Tesoro norteamericano (http://bit.ly/34wt6wB) por presuntas ligas con el crimen organizado.
Apuntes:
Tomo nota de la inusitada reacción a la columna del domingo (http://eluni.mx/r2smdw) sobre la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero . Más de un centenar de comentarios en el portal digital de EL UNIVERSAL y decenas de correos electrónicos dieron cuenta del sacudimiento que atrajeron las intervenciones de la funcionaria en el cambio de gobierno en Baja California. Destaco dos mensajes: el de la magistrada Paula García-Villegas , hija de la ministra en retiro. Me dice que el incidente de Mexicali no describe a Sánchez Cordero, sino su trayectoria de muchos años. A su vez, Augusta Díaz de Rivera me pregunta si el juicio en este caso no ha sido más rudo por tratarse de una mujer, y me llama a mostrar equidad cuando aborde el caso de hombres. Vale.
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