En un receso de lo que será recordada como la última sesión de trabajo de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) con su membresía íntegra, en el arranque de la tercera semana de agosto, en San Luis Potosí, Javier Corral preguntó a un nutrido conjunto de sus colegas ahí presentes:
“¿Tengo curiosidad por saber si a alguno de ustedes les toma la llamada el presidente (López Obrador)? De ser así ¿cuándo fue la última ocasión en que ello ocurrió? Es más, ¿les toma la llamada algún funcionario relevante del gabinete, por ejemplo la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero?
“Porque —remató—, a mí, no”.
La conversación que siguió arroja un boceto de la dinámica que guarda el estilo personal de gobernar desde Palacio Nacional y el sello que el mandatario mexicano ha buscado imprimir en su relación con los estados durante la presente etapa, quizá una de las zonas más bajas del federalismo mexicano en la historia moderna del país.
Los testimonios que surgieron en este corrillo de gobernantes estatales bordaron en torno a un personaje que tiende a aislarse en cuanto tiene oportunidad; que socializa con los responsables de las administraciones locales sólo el tiempo estrictamente necesario para inaugurar obras o tener encuentros con la población.
“Una vez ocurrido ello, se retira a cumplir con una agenda propia, acompañado por los suyos… la visita presidencial, para efectos protocolarios y políticos, termina casi en cuanto acaba de comenzar”, fue uno de los comentarios expresados, de acuerdo con lo que compartieron gobernadores presentes.
La percepción compartida en esas horas que marcaron el inicio de la agonía de la Conago coincidió también en que el Presidente no concede de manera regular espacios para conversar con los gobernadores sobre la problemática social, de infraestructura o política de la entidad a la que visita.
“Puede ser muy cálido, incluso bromear como señal de acercamiento, pero a cualquier planteamiento para atender otros temas se cierra, aunque puede llegar a ofrecer su número de teléfono celular mediante el cual ofrece estar en comunicación…., pero nadie contesta ese número cuando se le marca, nunca”, fue otra anécdota compartida.
Como se conoce, dicha reunión, en torno a esos diálogos, selló la determinación para que un primer grupo de 10 estados, afiliados en la Alianza Federalista por México, dejaran la Conago.
Entre ellos se encuentra Javier Corral, que ha estado al centro de un fuego cruzado con la administración López Obrador. La causa aparentemente central es una disputa por el agua acumulada en la presa La Boquilla, en territorio estatal, parte de la cual el gobierno federal decidió transferir a Estados Unidos en apego a compromisos binacionales.
Corral decidió entre combatir o encabezar una protesta de los ciudadanos de Chihuahua. Los apremios económicos han hecho que varios de sus colegas estén optando por una postura más cautelosa. Quizá cambien según se acerquen las elecciones.
Apuntes
Avanzan ante el tribunal federal electoral los reclamos de dos partidos políticos a los que se les negó el registro por parte del Instituto Nacional Electoral (INE). Los alegatos ante los magistrados que preside Felipe Fuentes ilustran que los consejeros que encabeza Lorenzo Córdova otorgaron luz verde al Partido Encuentro Solidario, que violenta la disposición constitucional contra agrupaciones ligadas a grupos eclesiásticos, pero buscan descarrilar a México Libre, de Margarita Zavala, y a Redes Sociales Progresistas, alentado por la dirigente magisterial Elba Ester Gordillo. Quizá haya que dejar espacio para sorpresas en este tema.